Adela Basch, una tía distraída y el sabor de la libertad

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Silvia Maldonado|

Hace muchos años fui con mis sobrinos, el Señor Guido y la inefable Doña Violeta, a ver la obra teatral de Adela Basch José de San Martin, caballero de principio a fin. La puesta tuvo lugar en una sala de Parque Chacabuco, y hacia allí marchamos.

Para hacer más ligero el largo regreso a las casas, que fue a pie, pues no había dinerillos para nada, comimos unas pretendidas tortitas de cacao que habíamos dizque cocinado en un horno repentino, mejor dicho en un horno que no era tal, porque, y dejen que me explique,  nos habían cortado el gas, por falta de pago.

Desde entonces, y bajo el influjo de las aventuras del padre de la patria,  mis sobrinos consideran que las indigestas tortitas de cacao son un manjar digno de patriotas, que su sabor es el de la libertad, su textura muestra la lucha contra las adversidades y su aroma es el de la independencia de correr por las calles de Buenos Aires bajo la mirada algo distraída de una tía.

La literatura provoca momentos felices. Y para quienes no hayan leído a la extraordinaria Adela Basch, sean o no niños, o niñas; hoy  en Tomate ofrecemos un conjunto de poemas que muestran, llenos de migas los tres, aquel, nuestro recorrido feliz  sobre las veredas dentadas de la ciudad.

Pero antes, un ratito sobre ella.

Adela Basch nació en Buenos Aires. Es profesora en Letras egresada de la Universidad de Buenos Aires. Es dramaturga, cuentista y poeta, especializada en literatura infantil y juvenil. Publicó unos ochenta libros entre los que se cuentan Rama, rama, Rama negra; Que no calle la calle; Juana, la intrépida capitana; El reglamento es el reglamento; Colón agarra viaje a toda costa; José de San Martín, caballero del principio al fin»; Saber de las galaxias y otros cuentos; Una luna junto a la laguna; Dejame ser la negra María; En los orígenes, los aborígenes.

Algunos de los premios y distinciones que recibió son: Premio Konex  “Diploma al Mérito Literatura Infantil”; Premio Trayectoria otorgado por Atina, Asociación de Teatristas Independientes para Niños y Adolescentes; Primer Premio de Teatro Infantil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Premio Pregonero de Honor otorgado por la Fundación El Libro.

Ahora sí. De su libro Que la calle no calle; Ediciones Abran Cancha; Buenos Aires; 2005.

 

Chorroarín

Chorros de harina descienden

sobre la calle tranquila

y tiñen a las personas

que con asombro los miran.

Los chorros de harina caen

como si fueran de nieve

y van manchando a la gente,Que la calle no calle - Comprar en Ponsatti Libros

las casas y los carteles.

Chorros de harina llegan

como ladrones de blanco

que se van robando el gris,

que estaba sobre el asfalto.

La lluvia de harina dura,

sigue y sigue y no se para

mientras la gente separa

para el pan y la factura.

Lluvia de harina salpica

blanca como la cal

y los pájaros la pican

y la gente busca sal

para amasar una masa

que sin principio ni fin

va llenando las veredas

de la calle Chorroarín.

 

Boyacá

En la calle Boyacá

alguien pela una cebolla.

Pero al ponerla en la olla,

cae rodando y se abolla.

Que sea boya la olla

en la calle Boyacá.

Me detengo. Voy acá.

 

Chacabuco

En la calle Chacabuco

están comienzo osobuco,

osobuco con arroz.

La gente reunida es mucha

y allí de pronto se escucha

a un hombre con mameluco

que grita a viva voz:

“¡Ni los ravioles con tuco

ni una milanesa o dos

me hacen venir tan veloz

a la calle Chacabuco

como lo hace el osobuco,

sobre todo con arroz!”.

 

Albarellos

Al bar ellos,

al bar ellos

se fueron muertos de sed,Cuáles son los tres bares argentinos que fueron premiados entre los 50 mejores del mundo - Infobae

de los pies a los cabellos

sólo deseaban tener

agua fresca o lo que ofrezca

alivio para la boca

cuando siente ganas locas

de que algo la humedezca.

Sed dieron a sus gargantas

los muchos rayos del sol,

sed les dieron, tanta tanta,

que finalmente cedieron

y se dieron a beber.

Así fue que decidieron

que apagarían su sed

yéndose al bar de la esquina

y aquí es donde se termina

todo lo que de ellos sé.

Al bar ellos,

al bar ellos

ya se fueron a beber

y ahora en seguida iré yo

porque también me dio sed.

 

Yerbal  

Yerba al mate ya le puse,

un mate de calabaza,

si vas a salir de casa

acá te lo doy, tomate

un mate de esos sabrosos.

En cualquier mate que uses

verás que la yerba late

con un sonido espumoso.

No es té ni jugo ni chocolate

lo que te sirvió mi mano

con agua que no se hirvió.

Yo te preparé, hermano,

una bebida exquisita

que le ofrezco a las visitas

porque también bebo yo.

Mirá vos la elegancia

que tiene esta bombilla,

fijate bien cómo brilla

en contacto con la yerba

que ayer alguien cosechó

en tierra colorada y selva

no aquí a la vuelta, no.

Y mientras en Buenos Aires

El mate sigue sus bailes

yendo de una mano a otra

y de una boca a otra boca

lo que yo pienso es así

y no es un disparate.

¡qué bueno que exista el mate!

¡Gracias, gente guaraní!

 

Para dentro de poco tiempo, Tomate les prepara una sorpresa…Adela, teatro y leído.

Mientras tanto, debo volver a las tortitas de cacao, ir al Parque Chacabuco y volver a casa caminando.

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