De curdas y mariscales

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¡Che mozo! Sirva un trago más de caña, yo tomo sin motivo y sin razón; no lo hago por amor que es vieja maña, tampoco pa’engañar al corazón…No tengo un mal recuerdo que me aturda, no tengo que olvidar una traición, yo tomo porque sí… ¡de puro curda! Pa’mí es siempre buena la ocasión…Y a mí, qué me importa que diga la gente que paso la vida en un mostrador. Por eso no dejo de ser bien decente, no pierdo mi hombría ni enturbio mi honor…

Me gusta y por eso, le pego al escabio, a nadie provoco ni obligo jamás y al fin, si tomando me hago algún daño, lo hago conmigo… ¡De curda nomás!…Si un hombre pa’tomar un trago e’caña precisa la traición de una mujer, no es hombre, no se cura, no se engaña. ¡Es maula p’al sufrir y p’al perder!…Yo tengo bien templado el de la zurda  no tomo p’aguantar un tropezón, yo tomo porque sí… ¡De puro curda!…Pa’mi es siempre buena la ocasión…

Sí. De puro curda, un tango de 1957, de Carlos Olmedo y Abel Aznar, en un ensayo e improvisación – por eso este espacio se llama Tango a la parrilla – del grupo El retoque, con Manuel Masetti, Federico Patiño y Pero Migliori en las guitarras, y la voz de Juan Manuel Olsina… Esos lujos que nos damos en Tomate.

Como musicantes y cantor se juntaron en domicilio reservado, sin más referencia visuales que las que ustedes pueden ver en video, suponemos que en la trastienda algo los aguardaba, para dulzuras del paladar y entonos del escancio.

Porque sí, de puros artistas que son, sabemos que de tanto en tanto –dicen – les gusta y por eso, le pegan al escabio.

De solidarios nomás, nosotros les dejamos a ellos, y a ustedes, una honrosa recomendación e inmejorable para el amanecer del día después.

Ya saben, en algunas comarcas americanas lo bautizaron guayabo, por aquí tan solo resaca, con la arenilla en la boca, tal cual los cristales que brillan cuando la ola se va de la playa.

Atención santos curdas del planeta todo, con ustedes un aporte generoso de la cocina chilena, para esas horas del…guayabo (qué hermosa palabra).

Se llama Mariscal – ¡Ay santa Bárbara de nuestros amores, qué maravillas son aquellos del Mercado Central de Santiago! O al menos así sabían en épocas en que eran pocos los turistas y muchos los trasnochados, de falda o con bombines, que hasta allí llegaba para un momento de despeje y después seguir andando, pues el día despunta.

Aquí no se trata de recetas completicas, que para eso en Tomate habita la gran Aní Aharonian. Sí, la siguiente, digamos que descripción.

El Mariscal es una suerte de cazuela, ensopado o guisote humente de mariscos, que se sirve bien caliente y sus estrellas inconfundibles son: los choritos, las machas – difícil conseguirlos a ellos y ellas como tales del lado de Atlántico -, y las almejas,  todas en sus conchas; las coletas de los camarones; las cebollas; los ajos; el ají amarillo; el perejil; el limón, la sal y la pimienta; y que no falten los chorros de aceite de oliva y vino blanco.

Entonces, una alabanza para los dioses de cualquier Olimpo el  Mariscal que los aguarda; y sí, de puro curdas.

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