No hay porteros sí vecinos, y la mejor cocina coreana

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Tampoco su claridad es a media luz, como el título de aquel tango de Edgardo Donato y Carlos Lenzi, estrenado en 1925 en Montevideo, y que dice Corrientes 3, 4, 8, segundo piso, ascensor. No hay porteros ni vecinos. Adentro, cocktail y amor. Pisito que puso Maple: piano, estera y velador, un telefón que contesta, una victrola que llora viejos tangos de mi flor y un gato de porcelana pa’ que no maúlle al amor.

Por supuesto que no queda sobre la calle Corrientes sino en pleno barrio coreano de la ciudad Buenos Aires, más precisamente sobre la avenida Carabobo 1575; y sí, con todo el encanto del enigma, pues su puerta no ostenta nombre alguno, o al menos así parece, y si lo buscan en Internet se encontrarán en forma indistinta con Boseong, Bo Sung y Mido, vaya usted a saber.

Aunque no importa, el secreto pasa por subir la escalera corta que va de la calle a un rellano, tocar el timbre y esperar unos segundos, pues pronto una chichara la abrirá.

Llegar entonces al primer piso, donde un salón amplio y con toda la impronta de lo popular en sus mesas a la coreana y sillas, menaje y atmósfera, lo esperan para que simplemente uno se siente y aguarde algunos minutos.

-¿Para tomar? Pregunta el camarero.

Y vuelve con aquello solicitado y los primeros pasos de una danza que parecerá interminable: bandejas con carnes desmenuzadas y marinadas para asar sobre el caldero instalado en el centro de cada mesa; platillos diversos con aderezos y vegetales, sopas picantes y de las otras, de kimchi, por ejemplo; pescados fritos – eran pescadillas – bandejas con langostinos enteros y ostras en su concha con salsa de leve picor; otras con hojas de lechuga, para envolver las carnes que se fueron caldeando y así, las veces que el comensal lo solicite; es decir una suerte de tenedor libre coreano.

¿Está usted satisfecho? Pida la cuenta entonces y se llevará dos agradables sorpresas. Los precios y una jarra, que es una pava, con jugo dulce y frío de arroz para la despedida; después de haber comido y bebido, eso sí con una carta de vinos y otros jugos y brebajes más que limitada.

Como es nuestra costumbre, al pie de este texto incluimos algunos datos precisos sobre el restaurante que no dudamos en recomendar con entusiasmo; pero como también es nuestra costumbre, antes algo más, esta vez tomado del sitio Korea Net.

Desde la antigüedad, el pueblo coreano ha mantenido la creencia de que los alimentos y las medicinas tienen el mismo origen. Por lo tanto, cumple con la misma función, siguiendo el dicho de que los alimentos son la mejor medicina. Es decir, se mantiene la creencia propia de la medicina oriental de que la alimentación sana es la base para una buena salud. Por ello, se debe recurrir a la medicina sólo cuando los alimentos no han cumplido su papel.

Uno de los conceptos clave para entender el arte culinario coreano es la fermentación: un proceso metabólico que ayuda a que la comida “madure” con la finalidad de mejorar su sabor y sus propiedades nutricionales, y permitir su almacenamiento por períodos prolongados.

Los alimentos fermentados más representativos de la cocina coreana son el doenjang (pasta de soja), el ganjang (salsa de soja), el gochujang (pasta de ajíes picantes) y el jeotgal (salsa de pescado fermentado), cuya fermentación puede durar de unos meses a varios años. El grado de fermentación define el sabor de la comida casera y de los restaurantes.

El kimchi, es el plato coreano reconocido en todo el mundo. Es un alimento muy saludable por sus propiedades anti cancerígenas y su alto valor nutricional y existe en numerosas variaciones que crean sabores muy diversos.

El más común se elabora mezclando repollo blanco salado con pasta de kimchi hecha de polvo de chile o pimientos, ajo, cebolleta, jengibre, rábano coreano, salsa de pescado y otros ingredientes, como mariscos frescos.

Se puede comer fresco, pero habitualmente se consume después de haber sido fermentado durante varios días. Si bien esta es la forma común de tomarlo, algunos comensales prefieren el mugeunji (kimchi maduro), que se deja fermentar durante más de un año. Los ingredientes del kimchi varían dependiendo de cada región y de sus productos y tradiciones locales especiales

Vamos a llamarlo Bodegón coreano

Av. Carabobo 1575. CABA

Teléfono: 11 5350 6144

De 12 a 23, todos los días salvo el martes (cerrado)

Sin reservas

Precios, más que amigables, sorprendentes…Y traten de llegar temprano porque así, de repente, ni una mesa queda libre…

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