Un delicioso guiso de letras…y detectives

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Acerca del uso literario de la gastronomía en la construcción del detective de la novela negra mediterránea.

En la actualidad tanto la gastronomía como la novela negra experimentan un importante auge y quizás por ello el uso de la gastronomía en la literatura está teniendo un momento de especial relevancia. No obstante, a lo largo de la historia de la novela negra mediterránea, la gastronomía ha sido un ingrediente indispensable.

Sin embargo, es habitual que esta situación se observe de forma anecdótica, como si fuera algo prescindible o forzado. Por ello, este artículo profundiza en la lectura de las novelas protagonizadas por tres detectives dentro de la novela negra mediterránea como son Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, Salvo Montalbano de Andrea Camilleri y Ven Cabreira de Yanet Acosta.

Para ello se ha realizado una análisis teórico e interpretación de los textos literarios en los que aparece la gastronomía en las novelas protagonizadas por estos detectives siguiendo la metodología clásica de investigación literaria de Kayser y Cesare.

Tras este análisis se puede observar cómo es un recurso literario más utilizado por los autores para construir la novela, ambientar la acción y dar carácter a sus personajes. El artículo demuestra cómo los autores utilizan la gastronomía como una herramienta literaria de peso para construir sus detectives en la novela negra.

Introducción

La gastronomía siempre ha sido utilizada como herramienta literaria desde la epopeya de Gilgamesh hasta la actualidad. Sin embargo, el uso de la comida y la bebida en una obra literaria es considerado trivial, anecdótico o banal por lectores y científicos.

Con la novela negra con la que actualmente se asocia como dúo casi inseparable, especialmente en la llamada novela negra mediterránea.

Esto ha sido gracias a detectives como Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, su alter ego honorífico Salvo Montalbano de Andrea Camilleri, el griego Kostas Jaritos del escritor Petros Márkaris o el conocido Jules Maigret del francés Georges Simenon.

Es este último al que se considera el padre de los detectives gastronómicos de la novela policiaca. Sin embargo, al igual que el adolescente mata al padre, el nuevo detective gastronómico que ideó Montalbán sobre la década de los 70 y 80, mata a Maigret.

Fue Montalbán quien hizo que la gastronomía no fuera un mero acompañamiento literario, sino que formara parte de la construcción del propio personaje.

Desde entonces, otros detectives de la novela policiaca se han construido también a través de sus gustos culinarios, de sus habilidades o de su incapacidad absoluta para saborear cualquier cosa, como es el caso de Ven Cabreira, el detective privado de El Chef ha muerto, personaje creado en 2011, con el que se inaugura dentro del mercado comercial literario el subgénero de la novela negra gastronómica, en el que se agrupan otras obras como las de Xabier Gutiérrez, cocinero y escritor.

No obstante, investigadores como Colmeiro, aunque admiten la inspiración de los escritores en la gastronomía, consideran un uso “original” el que hace Montalbán de las manifestaciones de la cultura popular y las prácticas de la vida cotidiana. En este artículo analizamos como es un recurso más del lenguaje literario, especialmente en la novela negra mediterránea protagonizada por los tres detectives mencionados.

Metodología

Desnudar el texto literario para descubrir las fórmulas con las que los autores consiguen realizar esta construcción del personaje a través de lo gastronómico es el objetivo de este artículo.

Para ello, se realiza un análisis de contenido de las obras en las que intervienen estos tres detectives y un análisis comparado para clasificar las herramientas comunes utilizadas por estos escritores de novela negra en la creación de detectives. En el artículo se identifica cada herramienta a través de ejemplos representativos seleccionados de la totalidad de los textos leídos.

Gastronomía como ingrediente de la novela negra

La gastronomía se puede considerar un ingrediente de la novela negra que cumple los siguientes objetivos.

Construcción de la novela: la novela negra se centra en la acción. Conocemos a los personajes no por las descripciones escritas sobre ellos, sino por lo que dicen y hacen. El escritor muestra, no dice. Y los muestra también comiendo y bebiendo.

Construcción del personaje: lo que comen o su gusto o desprecio por la gastronomía se convierte en un instrumento fundamental para construir al personaje, habitualmente un inspector.

Construcción del ambiente: El género negro populariza un tipo de novela impregnada de realidad y no hay nada más real que recoger el acto de comer y beber que hacemos más de tres veces al día.

Crítica social: Además, a través de la gastronomía, que es parte de la cultura de un pueblo, se puede realizar una potente crítica social, que es, además, el objetivo principal de la novela negra.

La construcción del detective

“Dime qué comes y bebes y te diré quién eres”, se cumple a la perfección con los detectives analizados.

Carvalho y su contradicción. Rojo y gourmet

La primera novela en la que interviene el detective creado por MVM fue Yo mate a Kennedy (1972). Fue una novela en la que el gallego trabajaba como guardaespaldas del presidente estadounidense y se paseaba por los lugares comunes de la familia como uno más.

Esta narración inicial paso sin pena ni gloria y el joven Carvalho sólo se significó gastronómicamente a través de una lista de la compra con  que le sitúa bastante lejos del ser que luego fue: naranjas, bistecs, patatas y una caja de nuez moscada como único exotismo.

Tres años más tarde, Carvalho vuelve con Tatuaje, una novela en la que ya es detective privado asentado en Barcelona y donde su personalidad le convierten en un personaje literario de los que no se olvida: enciende el fuego de su chimenea con libros, alimenta su pensamiento con vinos y con guisos hechos por su colaborador más cercano, Biscuter.

Cuando se retira a su casa de Vallvidriera, da rienda suelta a lo refinado, en su refugio del norte de la ciudad, preparando platos gourmet. También se pasea por los restaurantes más populares, pero también por los más selectos.

Esta dicotomía con la comida, es parte de la contradicción de este personaje desencantado, que se denomina así mismo como ex-marxista. Quizás por ello quema libros como lo haría un fascista y quizás come como un marqués o como un gourmet estando siempre, sin embargo, al filo de sus posibilidades económicas y encima siendo rojo, un obrero, aunque intelectual, del pueblo.

Esas contradicciones hicieron fuerte a Carvalho, porque pasa de ser personaje a persona de nuestro imaginario. Un tipo que se contradice, como cualquiera de nosotros.

No obstante, cuando se habla de gastronomía en las novelas de Carvalho siempre se habla de recetas, de platos que menciona o de restaurantes que visita. Es cierto que en gran medida, la aparición de la gastronomía en las novelas de Carvalho tiene una finalidad didáctica.

Así, en las primeras novelas de las décadas de los ochenta, Carvalho instruye a los españoles en cómo distinguir un buen jamón o cómo combinar un vino con un plato o cómo elaborar un guiso, mientras que en las de los 90s cuenta cómo se hacen platos exóticos de los países por los que viaja y en las últimas, también cuenta cómo es esa cocina de vanguardia española que se comenzaba a perfilar.

En un primer momento esta función pedagógica del detective con respecto al lector tenía un carácter disruptivo. Hasta entonces el pueblo creía que solo comían bien los condes y marqueses o la alta jerarquía del Estado, es decir, los que vivían en la riqueza. Vázquez Montalbán demostró que se podía ser obrero y comunista y comer bien. Que no era una cuestión de dinero ni de clase social, sino de sensibilidad y pensamiento crítico.

No obstante, el autor tiene también otra manera de utilizar la gastronomía, mucho más sutil para conseguir mostrar los sentimientos o los momentos del personaje:

“En el comedor la mesa esta puesta. Un solo plato, un solo cubierto, una cazuela de arroz con bacalao, la botella de vino destapada, el vaso. (…) Al volver la vista hacia la mesa cree percibir el reclamo del aroma del guiso, pero no le despierta otro sentido que el de la nostalgia, un fogonazo en el que se quema la figura de su abuela con una cazuela similar entre las manos. Luego meterá el tenedor en el arroz y le sabrá a exilio, como si faltara algún requisito para ser igual al plato de su memoria” (Quinteto de Buenos Aires, 1997).

El Rosebud de Montalbano

Siguiendo este camino nos encontramos también al personaje que consideramos el hijo de Carvalho, Salvo Montalbano, el gran detective italiano creado por Andrea Camilleri. Sin embargo, como buen hijo, también mata al padre e incluso reivindica su parentesco con el abuelo Maigret. Así lo cuenta el propio Montalbano:

“Le gustaba comer solo, disfrutar de los bocados en silencio; entre los muchos vínculos que lo unían a Livia (su novia) figuraba también este, el de no decir nada cuando comía. Pensó que en cuestión de gustos, estaba más próximo a Maigret que a Pepe Carvalho, el protagonista de las novelas de Montalbán” (El perro de Terracota)

Sin embargo, la construcción de este personaje por parte del autor encontramos muchos ingredientes del español, como por ejemplo en este párrafo, en el que damos con la principal motivación de este inspector de policía: la sorpresa.

“En el frigorífico encontró pasta fría con tomate, albahaca, pasas de Corinto y aceitunas negras, cuyo aroma hubiera sido capaz de resucitar a un muerto, y un segundo plato de boquerones con cebolla y vinagre. Montalbano solía fiarse totalmente de la fantasía culinaria sabrosamente popular de Adelina, la asistenta que una vez al día acudía a su casa para echarle una mano, madre de dos hijos irremediablemente delincuentes, uno de los cuales se encontraba todavía en la cárcel, adonde el lo había enviado. Esta vez Adelina tampoco lo había defraudado; cada vez que abría el horno o el frigorífico experimentaba en su interior el mismo estremecimiento que cuando de pequeño se levantaba a primera hora de la mañana del día dos de noviembre e iba a buscar el cesto de mimbre en el que los muertos habían depositado sus regalos durante la noche.

(…) en resumen, la sorpresa era un elemento indispensable de los platos de Adelina” (El perro de terracota, 1996).

La resurrección del gusto en Ven Cabreira

El detective más reciente que es legado de todos los anteriores es Ven Cabreira creado en El chef ha muerto en 2011. Se trata de un detective que al contrario que el resto no está interesado por la comida porque una limitación física y mental se lo impide. Sufre ageusia, o pérdida del sentido del gusto. Por ello come cada día una lata de fabada sin importarle el sabor, solo la necesidad alimenticia. Esta característica lo construye como un personaje que se abandona sumido casi en una depresión constante. Sin embargo, el juego viene cuando tiene que comer en los mejores restaurantes de Europa para poder investigar la muerte del chef. Las situaciones de una persona ajena al placer del gusto en este tipo de templo permite una mirada desde arriba crítica y cómica, e incluso a veces amarga del boom de la cocina de vanguardia que se ha producido en los últimos años.

Ven Cabreira no cocina, ni visita por gusto restaurantes, ni le llama la atención la cocina, sin embargo en un momento en el que el gusto vuelve a su paladar, se siente resucitar. Su Rosebud, el que cada uno de nosotros tenemos, ese recuerdo de la infancia, esa madalena proustiana, es para Ven la fabada:

“Ven inspira, cierra los ojos y recuerda aquella última fabada antes de partir al ejército, cuando su padre le obligó. Vuelve a inspirar y le parece que la huele como aquella vez. Toma una cucharada y con los ojos cerrados se la lleva a la boca. Las papilas empiezan a funcionar. Se desperezan. El aroma de la fabada se cuela por sus fosas nasales desde adentro. El toque ahumado, las sedosas fabas que se rompen en su boca y dejan el interior mantecoso sobre la lengua. Mastica y los aromas se expanden. Al tragar, el sabor de la panceta y el de las judías se queda en su interior”.

El ritmo a tragos y bocados

 

Para imprimir ritmo a una novela también se puede acudir a la gastronomía, pues la comida puede ejercer de reloj, lo mismo que el sol.

En Tatuaje (1975) vemos cómo Carvalho le da vueltas y más vueltas a una frase tatuada en el brazo de un cadáver de un caso, pero el Montalbán no lo cuenta, lo muestra con esta frase, en la que el inspector piensa al mismo ritmo que bebe:

Carvalho seguía obsesivo con su vino, como si se estuviera practicando una transfusión de sangre blanca y fría.

El italiano Camilleri utiliza la comida en este caso de la misma manera. Su personaje está dándole vueltas al caso. Está nervioso y esta es la mejor manera de mostrarlo y la más humana:

“Al final, llegó la hora. Cuando estaba a punto de salir le apeteció comete un mostachón de vino cocido. Con auténtico asombro se dio cuenta de que el paquete que había sobre la mesa estaba abierto y de que en el interior de la caja de cartón no quedaba ni uno. Se los había comido todos sin darse cuenta, de lo nervioso que estaba. Y lo peor era que ni siquiera los había disfrutado”. (El perro de terracota).

Para Ven Cabreira, un descreído de la modernidad en la mesa:

“La noche avanza con veinte pequeños platos y la misma conversación en todos los grupos, la que iniciaron hace horas. El tiempo pasa con palabras de más y tapas de menos. Ven ya casi tiene resuelto el caso y un lamparón en la entrepierna le hace pensar que toda la cocina de vanguardia, para él, termina en el mismo sitio”.

Estado de ánimo y estómago

El estómago se anticipa en muchas ocasiones al corazón y por supuesto al pensamiento. Incluso se anticipa a cómo puede ser un día, aunque la meteorología diga lo contrario.

El ladrón de meriendas de Camilleri comienza así:

“Se despertó muy mal: las sábanas , en medio del sudor del sueño, alterado por culpa delkilo y medio de sardinas al horno rellenas con anchoas, cebolla, perejil y pasas que se había zampado la víspera se le habían enrollado apretadamente alrededor del cuerpo cual sí fueran las vendas de una momia. Se levantó, se dirigió a la cocina, abrió el frigorífico y se bebió media botella de agua helada. Mientras lo hacía, miró a través de la ventana abierta. La luz del amanecer presagiaban buen día”.

Pero si la depresión llega con el estómago vacío, Carvalho tiene solución. Jamón de Jabugo:

“Salió Carvalho con el paquete de queso del Casar, Cabrales, Idiazábal, chorizos de Jabugo, jamón de Salamanca para todo comer y una pequeña muestra de Jabugo para las depresiones” (Tatuaje)

No siempre se consigue lo que se busca con la comida, y la frustración de ver a los otros es casi envidia. Ven lo vive así:

“Llega el guiso de pescado humeante. Ven sólo nota el calor del caldo en la boca. Ella cierra los ojos con cada cucharada y cada vez que los vuelve a abrir, recuperan el brillo. Ven comienza a creer en los poderes curativos de la comida, pero con los demás, porque él se siente igual”.

Pensamiento gastronómico

La filosofía a través de la gastronomía es también una afición que comparten los detectives de los que hemos hablado: Carvalho, Montalbano y Cabreira.

En Montalbano vemos la intranquilidad del ser humano, la incapacidad del hombre a ser feliz, cuando más allá del placer también están los vericuetos del alma:

“Se sirvió por segunda vez un abundante plato y, cuando estaba a punto de terminar, aminoró el ritmo de la masticación para prolongar, aunque fuera por poco tiempo, el placer que el plato le estaba deparando (…)Los pulpitos habían obrado en parte una especie de milagro; pero solo en parte, pues aunque era cierto que ahora Montalbano se sentía en paz con Dios y con los hombres, no lo era menos que seguía sin estar en paz consigo mismo”. (La forma del agua, 1994)

En El chef ha muerto, Ven Cabreira se encuentra atrapado en un pasado que vuelve a él sin dejarle dar un paso hacia adelante, pues:

“El pasado siempre vuelve, aunque sea en forma de salpicón de ausencias”. (El chef ha muerto, 2011)

Crítica social y política a través de la comida

La crítica social está siempre presente en la novela negra, de hecho es su esencia. La gastronomía como expresión de la cultura dice mucho de una sociedad. Como ejemplo de esta utilización, Carvalho en el cuento “El barco fantasma” que se encuentra en la colección Historias de fantasmas habla del proceso en el que se encontraba la sociedad canaria en los años 80 con la apertura al turismo y a los productos internacionales.

-¿Por dónde vamos a empezar?

-Por unas papas arrugadas con mojo. ¿Dónde se puede comer cocina canaria?

-Yo como en casa y me parece que como canaria, si gusta.

Muchas gracias, pero me tienta un restaurante.

-Pruebe en La Caseta de Madera, allí tienen buen pescado de por aquí, la sama, la vieja y mojos. Los restaurantes son poco aficionados a la cocina canaria. Hay muchos regentados por extranjeros. La gente va olvidando la propia cocina. Cuando yo era niño se comía hasta la sarda.

-¿Qué es eso?

– Es un tiburón de por aquí. Estas aguas son muy ricas, porque tiene usted aguas frías y calientes, según las corrientes. Hay peces como la sama o la vieja que son de aquí, a la vieja también la llamamos pez loro. Pero es que también se dan atunes, caballas, bonitos, albacoras, barrilotes, petos.

-No siga amigo. Se me hace la boca agua.

Consiguió que le hicieran papas arrugadas y probar el mojo picón y el mojo cilantro; en cuanto a los pescados, había vieja asada, pero no samas; los vinos y los quesos canarios que Carvalho traía en su agenda los tenía el maitre en memoria, pero no entre sus existencias. Para Carvalho fue un síntoma de que las islas se desconocían a sí mismas. Un pueblos que no bebe su vino ni come su queso tiene un grave problema de identidad. (“El barco fantasma”. Historias de fantasmas, 1987).

Carvalho también ofrece una crítica política jocosa en apreciaciones como esta:

“—Desde que murió Franco hay más crema de leche en los supermercados.

—¿Que tenía Franco contra la crema de leche?

—No lo sé. El Caudillo era muy reservado. Pero sin duda desde que se murió esto se ha llenado de socialistas y crema de leche? (Los pájaros sobre Bangkok, 1983)

Conclusiones

La gastronomía es una herramienta para la construcción profunda del detective porque su actitud frente a la experiencia gastronómica refuerza su pensamiento y actitud hacia la vida.

Fue Manuel Vázquez Montalbán quien hizo que la gastronomía no fuera un mero acompañamiento literario, sino que formara parte de la construcción del propio personaje.

Con la gastronomía se pueden reflejar de forma eficaz los estados de ánimo de un personaje como un detective, consiguiendo así hacerlo más humano.

La gastronomía es el hilo conductor de muchos de los objetivos finales del autor a la hora de escribir como por ejemplo la crítica social y política.

Bibliografía…Colmeiro, J. F. (2010). “De Pepe Carvalho al Subcomandante Marcos: la novela policíaca hispánica y la globalización”. Revista iberoamericana, 76(231), 477-492. Kayser, W., Mouton, M. D., & Yebra, V. G. (1965). Interpretación y análisis de la obra literaria. Gredos. Segre, C., & de Santayana, M. P. (1985). Principios de análisis del texto literario. Pérez Escohotado, J. (2006). “El pensamiento gastronómico de Manuel Vázquez Montalbán». Crítica de la razón gastronómica, 91-114.

Novelas de los autores tratados Acosta, Y. El chef ha muerto. Camilleri, A. La forma del agua. El perro de terracota. El ladrón de meriendas. La búsqueda del tesoro. Por la boca muere el pez. Vázquez Montabán, M. Historias de fantasmas. Yo maté a Kennedy. Impresiones, observaciones y memorias de un guarda espaldas. Tatuaje. Los mares del Sur. Asesinato en el Comité Central. Los pájaros de Bangkok. El premio. Quinteto de Buenos Aires. Milenio Carvalho I. Rumbo a Kabul. Milenio Carvalho II. En las antípodas.

Un texto publicado en febrero de 2017 por el sitio español The Foodie Studies.

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