¿Qué comió Jesús en la Última Cena?
Durante siglos, la Última Cena ha sido inmortalizada en la tradición cristiana y el arte occidental. Representada a menudo como un suntuoso festín con hogazas de pan y cálices rebosantes, la verdadera cena que Jesús compartió con sus discípulos la víspera de su crucifixión fue mucho más humilde, profundamente simbólica y arraigada en las tradiciones culturales y religiosas de la Judea del siglo I. Un texto tomado del sitio Eats History.
Gracias a los hallazgos arqueológicos, a los antiguos textos judíos y a los propios Evangelios, ahora podemos intentar reconstruir el menú histórico de la Última Cena con notable precisión.
¿Qué fue la última cena?
La Última Cena fue la última comida de Jesús antes de su arresto y crucifixión, compartida con sus doce discípulos en Jerusalén durante la festividad judía de la Pascua. Los Evangelios Sinópticos (Mateo 26, Marcos 14 y Lucas 22) describen a Jesús bendiciendo el pan y el vino, refiriéndose a ellos como su cuerpo y su sangre, un acto simbólico que posteriormente se convertiría en el fundamento de la Eucaristía cristiana.
La mayoría de los eruditos coinciden en que la Última Cena fue un Séder de Pésaj o, al menos, se inspiró en él. La Pésaj conmemora la huida de los israelitas de Egipto y se caracteriza por comidas rituales específicas: pan sin levadura, hierbas amargas y cordero. Comer reclinado, compartir platos y beber vino diluido también eran costumbres comunes en la mesa de la época.
Fuentes detrás del menú histórico
Los Evangelios ofrecen pistas: se mencionan explícitamente el pan sin levadura y el vino. El Libro del Éxodo (12:8) ordena el consumo de cordero y hierbas amargas durante la Pascua. Más allá de las Escrituras, recurrimos a la investigación histórica.
Los académicos italianos Generoso Urciuoli (antropólogo bíblico) y Marta Berogno (arqueóloga) dirigieron un estudio para el Museo del Cenáculo de Roma. Analizaron los textos evangélicos junto con las leyes dietéticas judías, las costumbres gastronómicas romanas y evidencia arqueológica, como ollas de barro, vasos para beber y restos de grano. Su reconstrucción sugiere que la comida probablemente consistió en:
Pan sin levadura (matzá). Guiso de lentejas. Cordero asado. Hierbas amargas (por ejemplo, achicoria, endibia, rúcula). Un dulce charoset a base de dátiles. Vino tinto diluido.
Las costumbres alimentarias de la Judea romana se vieron influenciadas no solo por la ley judía, sino también por los hábitos culinarios grecorromanos. Autores romanos como Apicio, aunque no relacionados directamente con Judea, nos ofrecen una comprensión más amplia de ingredientes mediterráneos comunes como el comino, el cilantro y los dátiles, todos ellos alimentos básicos en los hogares judíos de la época. Agrónomos históricos como Columela y Plinio el Viejo escribieron sobre agricultura y almacenamiento de alimentos, reforzando la importancia de las legumbres, las frutas en conserva y las hierbas aromáticas en todo el imperio.
Estudios arqueobotánicos en la región han revelado el uso generalizado del trigo emmer (Triticum dicoccum), una variedad de trigo descascarillado común en la antigüedad. Se encontraron restos de este grano en almacenes de Masada y se sabe que fue el principal cereal en el antiguo Israel hasta la introducción del trigo duro mucho más tarde. Su sabor a nuez y su alto valor nutricional lo hacían ideal para pan plano sin levadura y gachas de avena.
El vino, aunque diluido, seguía siendo fundamental en cada comida. En la tradición judía, el vino tenía importancia espiritual para las bendiciones y los rituales. Según el Talmud (Berajot 35b), se debe recitar una bendición sobre el vino, y el vino sin diluir podía considerarse inapropiado. Las proporciones de la mezcla variaban de 1:1 a 1:4, y las ánforas y copas de arcilla halladas en Galilea y Jerusalén respaldan esta práctica cultural generalizada.
En cuanto al jaroset, aunque no se detalla en los Evangelios, los primeros textos rabínicos confirman su presencia durante los Séderes de Pésaj. La Mishná (Pesajim 10:3) menciona la inmersión de hierbas en una sustancia pastosa, y posteriores discusiones talmúdicas describen el jaroset como una mezcla dulce que representa el mortero utilizado por los esclavos hebreos en Egipto. La inclusión de dátiles y nueces refleja la agricultura de Judea, donde las palmeras datileras prosperaban en el valle del Jordán.
Las normas culturales de la época también dictaban la postura y la presentación. Comidas como la Última Cena se comían reclinados, de acuerdo con las costumbres gastronómicas romanas y helenísticas, y las comidas eran comunitarias, con cuencos y platos compartidos en lugar de porciones individuales. Esto nos da una idea no solo de lo que se comía, sino también de cómo se compartía.
Investigaciones realizadas en yacimientos como Qumrán, Masada y el Barrio Herodiano refuerzan la presencia de trigo emmer, lentejas, aceite de oliva, frutos secos y hierbas aromáticas en la dieta diaria de los judíos. El vino se diluía habitualmente y la vajilla de arcilla se utilizaba en todas las clases socioeconómicas.
Descargo de responsabilidad : Esta recreación es una interpretación histórica basada en la evidencia disponible y el consenso académico. El menú exacto de la Última Cena no se conoce con certeza, y las interpretaciones varían entre académicos, tradiciones religiosas y estudios arqueológicos.
Los componentes de la Última Cena
- Pan plano sin levadura (matzá).
Según Éxodo 12:15, el pan sin levadura era esencial para la Pascua. La matzá simbolizaba la salida apresurada de los israelitas de Egipto, sin tiempo para que la masa leudara. Los antiguos judíos probablemente usaban trigo emmer o harina integral y horneaban el pan rápidamente sobre piedra o arcilla.
- Guiso de Lentejas. Las lentejas eran un alimento básico en la dieta de los antiguos judíos. Hallazgos arqueológicos en Qumrán y Masada demuestran que las lentejas se almacenaban y consumían comúnmente. Sazonado con aceite de oliva, ajo, cebolla y comino, este plato habría proporcionado una nutrición sustanciosa en una sola olla.
- Cordero Asado.
Éxodo 12 también ordena comer un cordero, sacrificado y asado entero. Simbolizaba al cordero cuya sangre protegió a los israelitas en Egipto. En tiempos de Jesús, los corderos se sacrificaban ritualmente en el Templo de Jerusalén, luego se asaban y se comían en los hogares. La carne se condimentaba con sal y hierbas como cilantro, tomillo o romero.
- Hierbas Amargas
Se consumían como recordatorio de la amargura de la esclavitud. La Mishná (Pesajim 2:6) menciona hierbas amargas viables: achicoria, endibia y hojas de diente de león, entre ellas. Se servían crudas junto con el cordero.
- Jaroset (pasta dulce).
Aunque no se menciona en los Evangelios, el jaroset era un elemento tradicional del Séder en el siglo I d. C. Simbolizaba el mortero que usaban los esclavos en Egipto. En Judea, se elaboraba con dátiles, nueces, vino y posiblemente canela o granada.
- Vino tinto diluido.
En la Judea romana, el vino siempre se diluía con agua, generalmente en una proporción de 1:1 o 1:2. Beber vino sin diluir se consideraba inculto. La bendición del vino por parte de Jesús en la Última Cena convirtió esta bebida común en un profundo símbolo religioso.
Receta de la Última Cena
Esta recreación de la Última Cena es un banquete humilde y simbólico inspirado en las tradiciones de la Pascua judía del siglo I. Incluye pan plano sin levadura, un guiso de lentejas con comino, cordero asado con hierbas amargas, una pasta dulce de jaroset y vino tinto diluido. Basado en textos bíblicos y hallazgos arqueológicos, cada plato refleja tanto la realidad cultural como el simbolismo espiritual de la última cena de Jesús.
Ingredientes
Pan plano sin levadura (estilo matzá)
1 taza de harina integral o harina de espelta
½ taza de agua, ajuste según sea necesario
Una pizca de sal
Opcional: aceite de oliva para pincelar.
Guiso de lentejas
1 taza de lentejas
1 cebolla opcional
2 dientes de ajo picados
2 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharadita de comino
½ cucharadita de sal
2½ tazas de agua
Cordero asado con hierbas amargas
2 kilos de paleta o pierna de cordero
2 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de cilantro o comino
1 ramita de romero o tomillo
1 manojo de hierbas amargas achicoria, endibia, rúcula
Opcional: chorrito de vino tinto o jugo de limón.
Charoset (pasta de dátiles y nueces)
1 taza de dátiles Medjool sin hueso
¼ taza de nueces o almendras picadas
2 cucharadas de vino tinto o jugo de uva
Pizca de canela opcional
Vino tinto diluido
½ taza de vino tinto
½ taza de agua o al gusto
Instrucciones
Pan plano.
Precaliente una sartén o plancha seca a fuego medio. Mezcla la harina y la sal. Agrega agua poco a poco hasta formar una masa consistente. Amasar ligeramente, dividir en 2 o 3 bolas y formar círculos finos. Cocine durante 2 a 3 minutos por lado hasta que aparezcan manchas doradas. Servir caliente. Opcionalmente, pincelar con aceite de oliva.
Guiso de lentejas
Calentar el aceite en una olla. Sofreír la cebolla y luego el ajo. Añade las lentejas, el comino, la sal y suficiente agua para cubrir. Póngalo a hervir y luego cocínelo a fuego lento durante 30 a 40 minutos. Tritúralo ligeramente si lo deseas. Sirve caliente.
Cordero asado con hierbas amargas
Frote el cordero con aceite, sal y especias. Opcional: marinarlo en vino o limón. Asar a 190 °C durante 60 a 75 minutos. Dejar reposar 10 minutos y luego cortar en rodajas. Servir con hierbas amargas.
Jaroset
Picar los dátiles y las nueces en trozos pequeños. Calentar el vino a fuego lento. Mezclar las dátiles y las nueces y cocinar hasta formar una pasta hirviendo. Enfriar o servir inmediatamente.
Vino tinto diluido
Mezcle el vino y el agua hasta obtener la dilución deseada. Servir a temperatura ambiente en tazas sencillas.
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