En la cocina se recrea el vínculo social y anida el interés común

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Robinson Salazar Pérez

Todo alimento deviene del trabajo, sus vínculos están relacionados con la tierra, la vida, las faenas colectivas, las tradiciones y conocimiento extraídos de la madre naturaleza y la colectivización de nuevos aprendizajes. Todo mediado por el diálogo, el intercambio de saberes y la capacidad inventiva de las comunidades.

Las habilidades, destrezas y experiencias compartidas van allanando el camino para la transformación, los alimentos transitan, a través de distintos y diversos procedimientos, a convertirse en un atractivo y seductor plato de comida, dispuesto a satisfacer las exigencias de un universo de paladares, los cuales están insertos en cientos de miles de localidades, sitios y comunidades. La comida llega a la mesa o cualquier paraje habilitado para ser parte de la convivencia, incitar el diálogo, rememorar eventos semejantes, reavivar experiencias que han viajado y mutado de generación en generación hasta llegar justo ahí en la degustación de la comida.

Entonces la génesis de la buena comida reside en la producción de los alimentos, con la particularidad de que cada región y/o país los produce de acuerdo a sus tradiciones, costumbres, variedad climática, sincretismo cultural y las modificaciones acompasadas en el tiempo, dado que la evolución de los seres humanos llevan consigo despliegues de nuevas habilidades, variaciones en los gustos, incorporación y maridaje de productos, hierbas, condimentos e hibridaciones con hábitos o experiencias de lugares vecinos y en otras ocasiones la asimilación de destrezas culinarias de inmigrantes.

Lo más importante a destacar en el mundo de las comidas en América Latina en especial, está en la manera que han perdurado preparación de alimentos de mucho tiempo, los cultivos de ciertos productos alimenticios aún subsisten, incluso mantienen los vínculos con eventos comunitarios significativos, festividades, nacimientos, matrimonios, el calendario ecológico cultural, ciclos en  el manejo de la naturaleza y otras actividades humanas propias de la cotidianidad  y rituales de pueblos indígenas, cuyas enseñanzas ayudan a orientar, mantener la salud,  preservar la tierra, la memoria colectivas y tradiciones culinarias.

La comida es lazo indisoluble en la vida comunitaria e identidad de los pueblos de América Latina, los sabores y platos preparados en la cocina son claves para identificar grupos étnicos, migrantes transfronterizos, prácticas ancestrales, tradiciones en cada región al interior de las naciones nuestras, gustos y sabores propios de localidades, usos y costumbres en la cocción de cada platillo, combinación de sabores para potenciar o equilibrar gustos, todo ello lleva un objetivo preponderante: luchar contra el hambre.

Visto así, la comida es la mayor atención al sentido del gusto, la perpetuación de nuestras tradiciones, recreación cultural comunitaria, incorporación de nuevas habilidades y combinaciones en los alimentos preparados, evolución atada a la humanidad y ante todo, propiciadora de bienestar, placer y salud.

Cocina y lazo social

 Ingresar a la cocina no es un acto individual, en caso de darse sería un ejercicio obligado o rutinario, sin las guirnaldas de las convivencias aderezadas con opiniones, sugerencias, recuerdos, diálogos y experiencias tejidas en la labor del cocimiento de los alimentos. Casi siempre está mediado por una acción colectiva, dado que la convivencia humana dentro del recinto y el fogón sólo es posible cuando se aglutina a varios individuos de manera cohesionada frente a la intención ideada.

La mediación entre ellos es el diálogo o lazo social (la comunicación), entendida como una relación social cuando la actitud del grupo convocado está inspirada en el sentimiento subjetivo (afectivo o tradicional) para ser parte de una acción colaborativa, amena, participativa y aderezada con experiencias rememoradas de todos los participantes en la elaboración del plato en ciernes.

La participación en sí, caracterizada por la vocación colaborativa, con suma de pluralidad, pero dirigida a un objetivo dentro de la cocina, reclama a todos una conducta de reciprocidades y cooperación, base fundamental de toda relación, cuya esencia es un sentimiento subjetivo de la co-pertenencia en la labor de fabricar un satisfactor para el gusto de todos.

La co-pertenencia es parte substancial de la vida en comunidad, en la medida que prevalece en el grupo un sentimiento por elaborar y constituir un propósito,  basado en un entramado de acciones recíprocas orientadas bajo la férula  firme  e intencionalidad de formar un todo, a fin de obtener un producto con sabor social.

Ese actuar juntos y de manera colaborativa para forjar una relación social dentro de la cocina, implica construir imaginariamente  un cuadro de expectativas reciprocas, sumar ideas, distintos y diversos significantes de cada ingrediente y sus usos  a fin de arribar a una significación compartida, donde su eje sea la  interacción y continuidad en el empeño por la elaboración del producto  nutricional.

El lazo social es la condición necesaria para que exista y se dé la posibilidad de permanecer juntos en el tiempo preciso y propio de las actividades competentes para generarse una relación social en el proceso de elaboración de una comida elaborada en fecha especial.Este es el mapa colaborativo de comida callejera de CDMX y Zona  Metropolitana

Es importante resaltar el valor asignado a la cocina en el escenario de la sociedad contemporánea, donde el individualismo, los desafectos, los alimentos con escasa valía nutricional, el boom de las ofertas gourmet, la rivalidad en colores y sabores, orilla a muchos seres humanos a concebir la cocina como zona de competencia y en lo urbano-habitacional en un espacio de diseño, lujo y decoración. Todo ello lejos de la idea tradicional, de ser el lugar que da cabida a la fecundación de hábitos, ideas, leyendas, relatos y costumbres que al transcurrir del tiempo dan forma y sentido a la identidad cultural de cada pueblo; es lugar porque está habilitado por el diálogo cruzado, las añoranzas y creatividad, por tanto, se constituye en un área con gran significado social.

En distintos pueblos y comunidades de América Latina, la cocina trasciende de la casa hasta los confines de la sociedad, dado que el lazo o vínculo sociales es parte consustancial de la sociedad.

Los alimentos para la elaboración de las múltiples expresiones de la comida en los distintos segmentos sociales son obtenidos en los mercados, puestos callejeros, tianguis, ferias y mercaderes en localidades. Las tramas dialogantes son infinitas, transitan por recomendaciones en el uso de productos, temporada de abundancia, escasez por asuntos climáticos, consejos en la preparación, intercambio de recetas, lugares en dónde hallar productos escasos, en fin, es una sociedad ambulante, viaja en cada cuerpo, el imaginario social va recreándose cada día, nutre de conocimiento a los concurrentes y la cocina se instala en el espacio público.

Cocinas tradicionales de Oaxaca. Recetarios de Santa María Ecatepec, Jalapa  de Díaz y Nochixtlán. (Español-lenguas indígenas). | INPI | Instituto  Nacional de los Pueblos Indígenas | Gobierno | gob.mxEn síntesis, es en la cocina donde se recrea el vínculo social, anida el interés común y en ella convergen diversas voluntades particulares, cada una con sus respectivas preferencias y experiencias. Siempre en favor de forjar una voluntad general de utilidad grupal o colectiva. El factor lazo social es indispensable para ensamblar diálogos y consensos, producir y compartir saberes, nuevas ideas para alimentar el cuerpo social y el sabor de los alimentos preparados también sean nutrientes de las colectividades.

El paso sucesivo es la mesa, habilitada para la tertulia, la degustación y fuente dialógica para verter admiración, afectos y amistad.

 

(*) Robinson Salazar Pérez es mexicano. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por CIDHEM. Director de la organización Insumisos Latinoamericanos.

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