Los langostinos, los reyes del mar

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Por estas tierras de pampas y mares; claro, también de selvas y cordilleras, comenzó el verano y con él el tiempo de las vacaciones vacaciones, al menos para quienes puedan tomárselas y pasear, que serán los menos porque la verdad sea dicha: Unos pocos están de banquetes y otros muchos, muy muchos, apenas gambetean la diaria para poder enllenar el buche.

Y algo notable aconteció por aquí en los inicios del estío ’23. Los cuerpos, las almas y las palabras en Argentina fueron capturadas por una suerte de fiebre idolátrica futbolera que derivó en la movilización popular más portentosa de la historia de este país.Langostinos a la plancha · El cocinero casero - Pescados

Sí, el astro mundial del fútbol, heredero de aquella mano de dios, convocó más gente que el mismísimo Juan Domingo Perón, quien, aunque el lector él o ella no sea de por aquí, no tiene necesidad de presentación.

El Mundial de Qatar y el éxtasis colectivo – existe un tango leyenda que dice de los habitantes al oeste del Río de la Plata: Quereme así, pianta’o, pianta’o, pianta’o… ¡Viva!, ¡viva!, ¡viva! Loca ella y loco yo…Locos, locos, locos…- aún no se expresaron en la cocina, salvo en una alusión de mal gusto que se llama Mostaza, una hamburguesería que se hizo famosa porque el Dibu Martínez, arquero, golero o guardameta campeón que se convirtió en héroe, fue cara y voz de un corto publicitario aceitoso y rebosante en grasas saturadas como lo son esos engendros llamado fast food.

Pese a los albortos, los langostinos siguen siendo reyes, y, para subir un escalón más en la escalerita o Scaloneta del ditirambo, hay que recordar que ellos, los crustáceos decápodos del suborden Dendrobranchiata, eximios nadadores, para nada se han acomplejado porque no tienen equipo de fútbol, como sí sus parientes en las mismas aguas: Los calamares, que así le dicen a los del club Platense, de Buenos Aires; y los tiburones, emblema el escualo de otro club, Aldosivi, de Mar del Plata.

Los langostinos habitan en los mares de todo el planeta. Existen los morunos, los amarillo y los malayos o azules. También el llamado langostino de los canales y el patagónico. En Chile están los colorados o zanahorias, que en Perú se conocen como camaroncitos rojos.

Decíamos que viven en todos los mares. Lamentablemente, no es así en todas las cocinas.

En algunos casos las ausencias obedecen a que se trata de culinarias con poca tradición marinera, como es el caso de Argentina, con miles de kilómetros de costas marinas, ríos y lagos pero los habitantes de este país de este país, en general, viven de espaldas a sus litorales: en los balnearios veraniegos más concurridos se comen más milanesas, ravioles y empanadas que pescados y mariscos.

Otras veces, demasiadas, esas ausencias de los langostinos en las cocinas, no están referidas al gusto por ellos sino a la falta de posibilidades económicas. Suelen ser productos caros, muy caros.

Pero en Tomate insistimos en la posibilidad de aguzar las búsquedas, socializar las compras por ejemplo. Hemos conocido casos de familias o grupos de amigos que sí disfrutan de ese manjar y concurren a los mercados con fondos compartidos.

Por el Sur estamos en verano. Ideal para comprobar una certeza: que la mejor forma de disfrutarlos es conseguirlos enteros y crudos. Que se descongelen con tiempo – lejos del mar y de sus zonas de captura es imposible hallarlos frescos – y luego quitarles la línea oscura (los intestinos). Así con sus caparazones, cabezas y colas – o pelados -, marinarlos aceite con de oliva, jugo de limón, perejil o cilantro picados, según las preferencias del comensal, y algo de ajo (poco), para luego vuelta y vuelta sobre placa, sartén o parrilla…Nada más…¡Ah sí, un vaso de vino, blanco o tinto, refrescado!

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