“La Americana” salva el honor de la legendaria pizza porteña

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O al menos viene salvándolo, en opinión tomatera tras cumplir durante los últimas semanas con una recorrida por algunas de las pizzerías más emblemáticas de la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, para ser fieles al bautizo que le consagrara Juan de Garay en su segunda fundación, aquél 11 de junio de 1580.

Antes de explicar el por qué de la afirmación estampada en el título de este texto, alguna preliminar aclaración…

A saber

No se trata esta vez de abundar acerca de diferencias, cualidades y comparaciones entre las pizzas porteñas, al estilo de Nápoles o al de Roma o Nueva York, que de esos estilos habitan y abundan en la ciudad.

Habrán visto que bien a tono con la liturgia tan de los argentinos, que los enardece por todo y  los lleva a discusiones tan virulentas como fútiles, por no decir tontas  – ni que hablar de lo que sucede en las redes -; pues bien, en torno a las pizzas acontece exactamente eso: furibundas afirmaciones, broncas y has insultos a veces para definir cuál es la mejor de la pizzerías, o que si la porteña sí y otras no. Tampoco sobre ello nos extenderemos aquí.

Ahora sí

Por motivos múltiples y en general – pues excepciones a lo que viene sí que las hay –  las pizzerías de tradición porteñas vienen perdiendo calidad en forma significativa desde hace ya varios años.

A los efectos provocados por el desastre económico y empobrecimiento generalizado de la sociedad – salvo para las minorías cada vez más ricas –, que lleva a casi toda la gastronomía a bajar  costos y por consiguiente calidad en sus productos y la atención, se le suma que, en muchos casos – demasiados- se trata de empresarios a los cuales poco les importa vender lo que sea con tal de vender.

No queremos estigmatizar a aquella u otra pizzería, pero entre las más emblemáticas son muy pocas a las que uno puede ir con la misma confianza que lo hacía antaño.

Una de ellas, que sí ofrece las calidad de siempre en casi todas sus propuestas – pizzas y empanadas sobre todo -, al menos para quienes cuando concurrimos a esos locales esperamos aquellos saberes y practicas sin pretensiones pero de platillos ricos y elaborados con insumos de buena naturaleza, es sin dudas La Americana, la  de  Callao 83, en esquina justo con la calle Bartolomé Mitre.

Si bien cuenta con otros locales en la ciudad – Avenida Corrientes 1383, Avenida Rivadavia 2800 y Avenida Pueyrredón 333 – nos referimos sólo a la de Callao porque es esa a la que concurrimos en nuestra gira pizzera.

Se supone que las calidades deberían ser al menos parejas en cada uno de los locales, pero hemos tenido experiencias que nos llevan a ser precavidos. Un caso grosero de disparidades es el que ofrece, por ejemplo, la pizzería Imperio; la primigenia, la de Chacarita, frente a la estación del ferrocarril y pegada a la salida del subte B, ya no es lo que era, y sus sucursales – que a veces son franquicias – ni si quiera guardan paridad con aquella, que reiteramos, ya no es lo que fue.

Pero volvamos a La Americana; primero un breve párrafos sobre su historia, tal cual su página digital la cuenta.

Siglo XX, año 1935. Nacimos cuando nuestra pujante ciudad tenía como medio de locomoción el tranvía, la iluminación de nuestras calles comenzaba a ser eléctrica, la inmigración fluía de todo el mundo y nuestras empanadas caseras eran deliciosas para todos ellos. Crecimos junto al país, agregando nuevos productos, servicios y comodidad para nuestros comensales

Entonces

¿Por qué salimos felices el otro día, tras nuestro paso por La Americana?

Como dijimos, porque se trata de una pizzería al estilo porteño que mantienes su calidad…

En esa oportunidad probamos al corte y de mozzarella, que es la prueba de fuego porque se corre el riesgo de que haya perdido temperatura; y estaba en su justo punto…Al respecto cabe recordar que se trata de un local muy concurrido casi a toda hora, lo que hace que las pizzas dispuesta para el corte sean despachadas muy rápidamente.

La mas esponjosa, bien al estilo de la porteña, pero con una crocancia de cornisa y en la base que le da su tono especial, con el sabor de la buena fermentación…La salsa de tomate como debe ser, sin exageraciones en la cantidad, de pulpa sabrosa y aliñada apenas con orégano…La mozzarella, al estilo de la pizzera, untuosa pero firme y en proporciones equilibradas…

También recurrimos a la fainá, buena es cierto, aunque no al nivel de pizza; además cometieron la imprudencia de no calentarla, ni preguntas si ese era nuestro deseo…

Fue con moscato Crotta, más que aceptable y frio tal cual debe ser, al menos a nuestro gusto…

Antes despedirnos. Dejamos para un próximo texto sus empanadas, que son tan propias – y a nosotros nos gustan -, puesto ellas fueron su cometido en los primeros tiempos, hace tanto.

Hasta la próxima y ¡salud!

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