Caravaggio, Velázquez y Macedonio, o la naturaleza de los huevos fritos

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No se trata de recetas ni de las famosas recomendaciones de cocineros y cocineras con fórmulas mágicas. Quienes amen ese plato eterno que se las ingenien o que lo pidas en algún bodegón, pero para eso apúrense que de los verdaderos en Buenos Aires quedan pocos.

En esta ocasión se trata, apenas, del buen arte de los huevos fritos

Con ustedes en la foto Vieja friendo huevos, de Diego Velázquez (1618). Óleo sobre lienzo, 100 x 119 cm. National Gallery of Scotland, Edimburgo (Reino Unido).

En el sitio Historia Arte, Miguel Calvo Santos escribió…

Velázquez, con 19 años, nos presenta El bodegón: Una cocina iluminada con fondo en penumbra (ahí no se puede negar la influencia de Caravaggio en el sevillano…) y dos figuras de clase popular (joven y vieja, muy distintos de los reyes y dioses que pintaría después), pero sobre todo una sucesión de objetos que maravillan por su singularidad. Cada objeto del cuadro tiene sus distintas texturas, matices y esencias… Cada uno su vida propia.

El genio de la pintura tiene incluso el detalle de distorsionar un poco la perspectiva para que veamos lo que hay sobre la mesa (y eso en el barroco no era lo habitual precisamente).

Hasta esos huevos friéndose (o cociéndose, o escalfándose… todavía no hay una sesuda y definitiva teoría al respecto) parecen estar vivos dentro del cuadro: logra mostrar el proceso de cambio por el cual la transparente clara del huevo crudo se va tornando opaca al cuajarse. (Según palabras de Giles Knox, de la Universidad de Indiana)

Las personas del cuadro casi parecen también objetos. Lo digo porque parecen haberse quedado inmovilizados, y Velázquez los trata con el mismo distanciamiento y objetividad que a la cebolla o al cesto colgando del techo.

La influencia de Caravaggio (1571-1610) en la obra de Velázquez, podría verse a través de aspectos más subjetivos, a modo de una cierta sintonía espiritual. Una afinidad con la representación verista de un mundo natural que busca una trascendencia en objetos e individuos nunca antes atendidos, dice un catálogo del Museo del Prado, de España.

En tanto un interesante artículo de Dice National Geographic, del Reino Unido, formula las siguientes consideraciones.

La influencia que el arte de Michelangelo Merisi da Caravaggio) ejerció en la Europa de su tiempo fue decisiva para la forja de un concepto pictórico novedoso en los albores del siglo XVII, el naturalismo. Dos son los factores esenciales que lo sustentaron, la aproximación directa -a veces brutal- a la realidad y el uso de la luz contrastante tanto con una intencionalidad dramática como simbólica. Con ello, el arte nacido de aquellos postulados pareció defender la idea de que solo desde la veracidad podía alcanzarse el conocimiento de lo divino.

Igual que en su obra, la vida de Caravaggio estuvo marcada por una lucha entre la luz y la oscuridad. Fue un artista con una capacidad de plasmar la miseria que lo rodeaba a través de personajes que se confundían entre lo sagrado y lo profano. Excesos y delincuencia marcaron la vida de Caravaggio, un hombre con múltiples contradicciones que pasó gran parte de su vida huyendo de sí mismo: «Huyo para encontrar un nuevo hogar. Que no digan que soy un criminal. Soy un hombre que busca ayuda, un artista que busca misericordia».

Pero entre los huevos fritos y nosotros hay más arte, y fuera de los lienzos…

Tres cocineros y un huevo frito… Un texto de Macedonio Fernández (1874-1952)…

Hay tres cocineros en un hotel; el primero llama al segundo y le dice: “Atiéndeme ese huevo frito; debe ser así: no muy pasado, regular sal, sin vinagre”; pero a este segundo viene su mujer a decir que le han robado la cartera, por lo que se dirige al tercero: “Por favor, atiéndeme este huevo frito que me encargó Nicolás y deber ser así y así” y parte a ver cómo le habían robado a su mujer.

Como el primer cocinero no llega, el huevo está hecho y no se sabe a quién servirlo; se le encarga entonces al mensajero llevarlo al mozo que lo pidió, previa averiguación del caso; pero el mozo no aparece y el huevo en tanto se enfría y marchita. Después de molestar con preguntas a todos los clientes del hotel se da con el que había pedido el huevo frito. El cliente mira detenidamente, saborea, compara con sus recuerdos y dice que en su vida ha comido un huevo frito más delicioso, más perfectamente hecho.

Como el gran jefe de fiscalización de los procedimientos culinarios llega a saber todo lo que había pasado y conoce los encomios, resuelve: cambiar el nombre del hotel (pues el cliente se había retirado haciéndole gran propaganda) llamándolo Hotel de los 3 Cocineros y 1 Huevo Frito, y estatuye en las reglas culinarias que todo huevo frito debe ser en una tercera parte trabajado por un diferente cocinero.

Jorge Luis Borges definió a Macedonio: Las mejores posibilidades de lo argentino -la lucidez, la modestia, la cortesía, la íntima pasión, la amistad genial- se realizaron en Macedonio Fernández, acaso con mayor plenitud que en otros contemporáneos famosos.

En el Centro Virtual Cervantes, Elisa T. Calabrese escribe: Borges reconoce como maestro a Macedonio y escribe su Macedonio Fernández, donde inventa la ficción biográfica macedoniana…

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