¡Paren el mundo…el moscato enloqueció y en la USA hacen chimi de zanahoria!
Lo escribió en el ’34 pero don Enrique vive entre nosotros…Mezclao con Stavisky va Don Boscoy «La Mignón», Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín…Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remaches ves llorar la Biblia contra un calefón…
Y en la cocina también vive es lógica discepoliana que tanto nos ayuda a entender el afuera y a entendernos a nosotros mismos, aunque por supuesto siempre contra los fundamentalismos y por la tolerancia; al fin y al cabo el del comer y el beber es un mundo de mestizajes y transformaciones…¿O no?
Pero a veces, la olla puede aumentar tanto su temperatura que decimos, paren muchachos y muchachas, que no hace falta exagerar.
Sabrán y si no lo saben volvemos a afirmarlo. Cuando sobre estos temas hacen y peroran los mexicanos nos ponemos de pie y nos sacamos los sombreros; y ni que decirlo si de la revista Gourmet de México se trata. Pero vean la que se mandaron…
El vino Moscato, también conocido como Muscat, es un vino aromático y dulce originario de la región del Mediterráneo. Se distingue por su perfil aromático floral y frutal, con notas distintivas de uva Moscatel…El origen del vino Moscato se remonta a la antigüedad, especialmente a Grecia y al sur de Italia. Los griegos y los romanos apreciaban sus cualidades aromáticas y lo utilizaban en celebraciones y rituales religiosos.
Hasta ahí todo muy bien, pero si lo traducimos a la argentina resulta que lo colegas no se estarían refiriendo al Moscato sino al Moscatel, vino que lleva el mismo nombre que su cepa de elaboración; y ya que estamos, difícil de superar al que se vinifica con la moscatel de Alejandría y que por nuestras tierras del Sur, son una realidad memorable.
En argentino, el Moscato es el Moscato y el Moscatel es el Moscatel. Es más, el primero, el siempre bien ponderado Moscato, suele ser un vino de bastante limitada calidad y casi siempre elaborado desde diversas uvas tardías, no necesariamente con moscatel.
Diríamos que es un vino del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (gracias don Abraham), lástima que por esas cuestiones de la incomprensión humana, algo pasado de moda…Subsiste sobre todo en las pizzerías, al estilo de la pizza porteña.
Con todo cariño y admiración, y dese la humorada, queridos colegas mexicanos: Para navegar en las aguas de la argentinidad cocinera – cocoliche al menos en las ciudades, porque es hija de las inmigraciones -, deberíais trocar esas vuestras delicias llamadas quesadillas y tacos al pastor, por ejemplo, por un par de porciones de muzza y otras de fainá, con un vaso de Moscato bien frío…¡Salud!
Otra será nuestra templanza con los gringos, yanquis o los de por allá al Norte de México, pues vean lo que encontramos durante una de nuestras incursiones entre redes y algoritmos…
Hoy vamos a hacer chimichurri con hojas de zanahoria…Esta receta de hojas de zanahoria tiene una historia muy linda. Hace unos años, Jack y yo pasamos un tiempo en Argentina, donde me enamoré de la salsa chimichurri…Esta receta es una versión ligeramente diferente. Usé hojas de zanahoria en lugar del perejil tradicional, y añadí menos agua y aceite para hacer una salsa más espesa y fácil de mojar. No es nada auténtica, pero aun así está deliciosa…
¿Esta deliciosa?…No lo sabemos…Y siempre con humor…
Después de semejante confesión hereje abogaremos para que nunca jamás puedas deleitarte con un chimichurri de en de veras…De todas formas…¡Salud!
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