No soy vegano ni lo quiero ser, pero…
Rubén Armendáriz
Ante todo quiero dejar en claro que no soy vegetariano ni vegano… ni lo quiero ser. Algunas personas que conozco lo son y recitan constantemente -como si difundieran las sagrada escrituras- sobre sus hábitos alimenticios y a veces hasta me pregunto si sería capaz de abandonar mi dieta “carnívora” regular, sabiendo desde ya que la respuesta será negativa.
La Real Academia Española (RAE) define el término veganismo como “actitud consistente en rechazar alimentos o artículos de consumo de origen animal”, una condición que en España representa al 0,5% de la población pero pareciera que esta actitud (práctica, filosofía o creencia como algunos defienden) va en aumento. Según la ONG UVA, la población vegana y vegetariana en Argentina, aumentó de 9% a 12%.
El mercado, tímidamente va acompañando esta filosofía de vida. La tendencia indica un aumento de oferta gastronómica y emprendimientos que ofrecen alternativas vegetarianas y veganas, junto a otros productos que se adaptan a estos nuevos consumidores. Es un buen nicho de ventas, incentivado por las plataformas y redes sociales.
El “estilo de vida” vegano parte de un supuesto si no falaz sí de escasa fundamentación conceptual dada la complejidad de los sistemas de producción alimentaria a escala global: evitar el sufrimiento de los animales, reducir la contaminación y preservar el medio ambiente, junto al deseo de mejorar la salud.
La expresión -vegano- nacía en Inglaterra en 1944 derivada del término vegetariano, de la mano de Donald Watson.
Con la intención de diferenciarse de aquellas personas que se denominaban vegetarianas e incluían productos lácteos, huevos e incluso pescado en su alimentación, llevaban pieles o acudían a eventos con animales como protagonistas sin ser menos vegetarianos, Watson acuñó el concepto y creó la primera asociación vegana del mundo.
Lo cierto es que investigando un poco esta dieta uno puede encontrar platos realmente ricos, que proporcionan los nutrientes que necesitas, sin tener que hacer dieta o comer menos. Dieta no debiera significar morir de hambre, pero eso de cambiar un buen churrasco por lentejas o tofu… no va conmigo, al menos.
Me sorprendí, sin embargo, al encontrarme en mi investigación con platos que no me molestaría probar y que no parecen siquiera aburridos. Ahí van dos.
A continuación les voy a compartir tres recetas súper sencillas y que no toman mucho tiempo de preparar.
Ensalada de batata (boniato), manzanas y peras
Ingredientes para 4 personas: una batata o boniato mediano, media cebolla morada, una manzana, una pera, hojas de lechuga o espinaca. Aceite y sal al gusto. Y tu vinagreta preferida.
Preparación. Cortar la cebolla en tiras; pero la batata, la pera y la manzana deben cortarse en cuadritos. Calentar una sartén con un poco de aceite y agregar la cebolla y la batata previamente cocida en agua y sal. Sofreír la cebolla y añadir la batata. Añadir luego la pera y la manzana y continuar con el sofrito durante unos pocos, revolviendo cada tanto con cuidado.
Por último, en un bol poner las hojas de lechuga o espinaca y luego la mezcla. Es preferible servirla tibia y aliñada con la vinagreta que más te guste.
Hamburguesas de lentejas
Ingredientes para 4 personas. 200 gramos de lentejas sin cocinar, dos dientes de ajo, una cebolla, una cucharada pequeña de comino molido (opcional), pan rallado o harina, aceite de oliva, sal y pimienta al gusto
Preparación. Poner las lentejas crudas en agua y dejarlas en remojo por unas horas, hasta que se ablanden. Luego lavarlas y procesarlas hasta lograr una masa más de mediana densidad. Agregarle un poco de agua en caso de que luzca muy seca.
Picar la cebolla muy finita así como los dientes de ajo. Luego agregar la sal, pimienta y añadir todo a la masa de lentejas y dejar reposar. La receta original lleva una cucharada de comino molido.
Colocar una sartén en llama baja a calentar con un poco de aceite. Con las manos hacer las hamburguesas. Puedes ayudarte con un poco de harina o pan rallado para darles mayor consistencia. Una vez listas, las cocinamos hasta que estén listas, de un lado y del otro.
Son sólo unas recetas veganas que pueden saborear también los carnívoros, y se supone aunque no sé hasta donde más adecuada a nuestros presupuestos más escasos.
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