Los influencers hacen que muchos y muchas coman como el tujes

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Víctor Ego Ducrot

Y lo que es más pior, como decían en el barrio, es que los damnificados, las victimas tantas veces salgan felices y hasta solícitos a la hora de pensar en volver, y no con la frente marchita ni mucho menos por las nieves del tiempo, pues la mayoría de los incautos son como tirando a jóvenes, sino porque el algoritmo y sus redes han llevado al exhibicionismo y a su hermano el voyerismo hasta las tierras del paroxismo, y por supuesto del negocio para algunos.

¿Quiénes son esos algunos?

En primer lugar y espurios, los responsables del embuste por plataformas, los tan de moda influencers, casi siempre unos cocoritos y cocoritas, que dicen saber de todo y no saben de nada pero se matan en la guerra por los likes y los seguidores, para obtener dinares por publicidad, y cuando no por los propios establecimientos de los cuales hablan y retratan maravillas.

Después lo bolicheros. Es decir los patrones de restaurantes, bares, fondas y otros espacios dedicados el yante, que mientras duran las ondas de la moda, facturan sin piedad y a costillas de…

De las víctimas, si es que así se puede denominar a la masa de comensales que, incautos, tilingos o con ansias de pertenecer a cierta elite, la de lo foodies, por ejemplo – el negocio gastronómico es cada día más aspiracional -, recorren las sugerencias de cuanto promotor o promotora digital circula por las redes, creen en las maravillas que exhiben las fotografías y en las palabras de mercado que se enuncian.

Después, felices, aunque de tanto en tanto alguno se desencanta, comparten sus experiencias con sus amiguetes en busca del ansiado like

Y así las cosas, la nave va, o mejor dicho, el planeta gastronómico de Buenos Aires gira y gira hacia el desencanto y la mediocridad, en una ciudad deshilachada y maltratada y con la mayoría de sus habitantes yugando el dolor que provocan los gobiernos saqueadores de quienes trabajan…Pese a toda esa desgracia, por estas comarcas se sigue repitiendo que aquí se come muy bien….

¿Es que acaso no hay en esta urbe recostada sobre un río barroso donde disfrutar de una buena mesa?

Claro que sí, que existen muchos rincones, sobre todos algunos de los tradicionales que sobreviven y también ciertas propuestas innovadoras, con búsquedas diversas, y otras de cocinas distantes o próximas pero de diferentes culturas, como peruanas y asiáticas, por citar algunos casos más que recomendables para visitar, sentarse o quedarse de pie, comer y beber…Pero a no dejarse llevar por los falsos profetas de mundo de pantallas y algoritmos, que son engañosos y hasta desvergonzados.

Quizás se pregunten a cuento de qué me atrapó el ataque por a presente endecha, y encima sin brindar nombres propios ni críticas específicas, ni recomendaciones.

Entonces respondo…

Faltan menciones concretas porque este texto no apuntó a comentar o sugerir sobre tal o cual lugar; para ello de tanto en tanto publicamos artículos a propósito de…

Sólo aconteció que hace pocos días, tan solo por nostalgias y curiosidad, me dejé caer por un boliche que supo ser emblemático cafetín de barrio, desde hace un siglo más o menos; y que algunos pocos años atrás, con el legendario propietario ya retirado, su familia decidió arrendarlo.

Así fue como quienes están al frente lo convirtieron en restaurante de moda. Conservaron el estilo y el ambiente. Ajustaron los precios a la realidad doliente de los argentinos. Pero desarrollaron una cocina más o menos porteña que, salvo por alguno que otro plato, en general ofrece resultados lamentables…

Brindar al comensal una milanaga napo de carne seca y renegrida porque es de ayer (con suerte) y papas fritas frías, sencillamente es imperdonable…

¡Qué se las morfen los influencers!

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