Bagres fritos para el gran Conejo

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Víctor Ego Ducrot

Esta vez nuestra sección se viste de azul, de blues. Y como pudieron leerlo ya, escrito así el título suena extraño, pero cuál mejor para la fortuna de haber escuchado, hace apenas unos días al mejor blusero de la Argentina y si me apuran entre los mejores que tantas veces disfruté, no sólo por estas tierras sino por el Mississippi y hasta en el South Chicago, en el mismísimo Maxwell Market de antaño.

Sí, me refiero a Gabriel “el Conejo” Jolivet, el argentino nacido en Santo Domingo en 1958 y que a título de presentación baste recordar que no sólo tocó con sino que le enseñó música y ejecución de guitarra rockera y blusera a cuanto famoso y del género habita por estas comarcas.

Mis juicios no son los del crítico, tan sólo pertenecen a lo que podríamos llamar un escuchador empedernido.

Hace pocos días, ya les anticipé, la baraka del señor y del ángel caído también nos alcanzó de cerca, a mí y a mi escritora preferida, en la Hostería Villa de Mar, en Mar del Sud. Ya Tomate se referirá a todo ese mundo de la mágica playa del Atlántico argento, a sus poesías vitales, y al tema que no ocupa, claro: sus yantares.

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Pero por ahora, solo blues y cierto platillo de ese universo sonarán en este nuestro espacio llamado Tango a la parrilla, que esta vez luce azul y sabe a pescado de río, que también se lo encuentra en los mares.

El bagre frito o fried catfish en inglés es el comer más representativo de blues y sus músicos, tanto que B.B. King le dedicó al menos dos temas: Saturday Night Fish Fry y Catfish Blues – Fishin’ After Me.

Qué me cuentan si les recomiendo freír unos cuántos filetes de bagre pasados por leche, sal, pimienta, una algo de de especias secas para mariscos y pescados,  y una mezcla de harinas de maíz y de Castilla, ésa última es nuestra harina tres o cuatro ceros; al aceite que pela entonces para que, fritos, queden hasta el punto de lo que se conoce como crujiente, y luego al plato, o al cartucho de papel absorbente según la ocasión y que vivan las birras heladas los acordes del Conejo Jolivet.

No puedo despedirme sin recordar que los mejores que disfrute fueron los de algunas madrugadas en el Maxwell Market, mientras sonaban los blues callejeros hasta el mediodía, casi siempre prolongados en la casa de algún músico de aquellos, de quienes nunca supe sus nombres pero sí de sus increíbles genios y hospitalidades.

Y sí, nos despedimos con esta historia a título de escenario, tomada del sitio oficial de la ciudad de Chicago.

Maxwell Street apareció por primera vez en un mapa de Chicago en 1847. La calle lleva el nombre de Philip Maxwell (1799 – 1859), un cirujano del ejército que se convirtió en tesorero del estado de Illinois.

El mercado original de Maxwell Street, centrado en las calles Maxwell y Halsted y que se extiende desde Roosevelt Road hasta la 16 Street, fue un mercado improvisado establecido a fines del siglo XIX por residentes judíos recién llegados de Europa del Este. Un asunto de solo los domingos, fue un precursor de la escena del mercado de pulgas en Chicago. Maxwell Street Market fue reconocido oficialmente por la ciudad de Chicago en octubre de 1912.

 

Muchos empresarios novatos llegaron a Maxwell Street para ganarse la vida. Los vendedores ambulantes vendían productos en puestos de acera y carritos de mano, ofreciendo artículos desde ropa y productos agrícolas hasta automóviles y electrodomésticos. ¡Los compradores pueden encontrar de todo en Maxwell Street Market! El mercado ofrecía artículos con descuento a los consumidores y era un centro económico para personas emprendedoras que buscaban salir adelante.

Las calles se llenaron inicialmente de música Klezmer, traída de Europa del Este por inmigrantes judíos. A medida que el vecindario cambió, también lo hizo la música. Cuando el declive económico en el sur de Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial hizo que muchos músicos de Delta Blues y Jazz, en particular Louis Armstrong, emigraran al norte de Chicago, la primera clase económicamente segura dispuesta a ayudarlos fue la mayoría de los comerciantes judíos del área alrededor de Maxwell Street, quienes en ese momento podían alquilar o poseer edificios de tiendas.

En las décadas de 1930 y 1940, Maxwell Street se hizo conocida como un lugar donde muchos músicos negros, que emigraron a Chicago desde el sur segregado, podían ser escuchados por la mayor cantidad de personas. Los músicos rápidamente se dieron cuenta de que necesitaban amplificadores o instrumentos eléctricos para ser escuchados por encima de los ladridos de los vendedores y la multitud ruidosa. Los comerciantes alentaron a los músicos de blues a instalarse cerca de sus tiendas y les proporcionaron electricidad y cables de extensión para hacer funcionar los nuevos instrumentos de alta tecnología. Ese sonido emocionante, junto con la química entre músicos de la ciudad como Big Bill Broonzy y los recién llegados del sur, produjo un nuevo género musical: el blues urbano electrificado, más tarde acuñado, Azul de Chicago.

Chicago Blues era diferente del blues country acústico que se tocaba en el Sur. Fue popularizado por gigantes del blues como Muddy Waters, Little Walter, Bo Diddley y Howlin’ Wolf y evolucionó hasta convertirse en rock & roll.

Uno de los artistas habituales era el autodenominado Maxwell Street Jimmy Davis, que tocó en la zona durante más de 40 años.

En 1994, la ciudad de Chicago trasladó Maxwell Street Market para acomodar la expansión de la Universidad de Illinois en Chicago. Se reubicó a unas pocas cuadras al este de Canal Street y se le cambió el nombre a New Maxwell Street Market. Se trasladó nuevamente a su ubicación actual en Desplaines Street en el otoño de 2008.

 

 

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