Los camareros suizos (y las camareras) en el Edén, los argentos en Nod
Sucede que después de matar a Abel, salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén. Lo dice el Génesis (4:16).
Y antes, ustedes estaban lejos de Dios y eran sus enemigos, pues pensaban y hacían lo malo. Sin embargo, ahora Dios los ha hecho sus amigos…Dios lo hizo así para que ustedes pudieran presentarse ante él sin pecado y libres de culpa. Lo dice Pablo en la Epístola a los Colosenses, en el Nuevo Testamento.
Y sólo en el mes de junio un camarero ganó hasta 16.500 francos (más de 17.000 euros). Pura utopía, se podría pensar. Más bien ocurre en la cercana Suiza, más concretamente en el lago de Zúrich, donde los camareros del local dirigido por Michel Péclard y Florian Weber, empresarios activos en el sector de la restauración en Suiza, ganan en verano tanto como pueden permitírselo, y con toda probabilidad, podrían permanecer sentados con los brazos cruzados durante el resto del año natural. Nos lo cuenta la revista italiana Gambero Rosso en su edición del 4 de septiembre pasado.
Y añade. ¿Cómo es esto posible? Muy sencillo: los propietarios de 16 locales situados en su mayoría alrededor del lago de Zúrich, pagan a sus empleados salarios indexados al volumen de negocios del local; una especie de bonificación a la producción.
Es decir esos trabajadores gozan de la justa y merecida fortuna de ganar bastante más de tres veces el salario promedio que cobran sus colegas en otros restaurantes destacados del país helvético, unos 3.750 francos suizos.
Este breve texto podría llevar un título diferente y comenzar por otros costados pero se nos ocurrió lo que leyeron al principio porque, en el caso de que el Altísimo existiese, que lejos de él estaríamos los habitantes de estas comarcas, y ni contarles queremos acerca aquellos y aquellas laburantes en bares, restaurantes y otros tenderetes por el estilo, de Argentina y de esta castigada geografía que se llama América Latina.
Los nuestros no son Caines ni mucho menos (ni más), pero el que te jedi debe ser muy injusto, como ya lo contó el portugués José Saramago en aquella maravillosa novela intitulada El Evangelio según Jesucristo, cuando Dios y el Diablo lucen más coincidencias que discrepancias.
Sera por eso que tanto agració a los del país de los bancos y las lavadoras de tarasca sucia, los quesos y los relojes; y tan poco para los de por aquí, que perciben pagas míseras y muchas veces en negro, de forma tal que suelen ser más significativas las propinas que que los propios salarios; y con ello especula buena parte de la patronal gastronómica argentina.
Por todo lo escrito, el Edén queda reservado para los suizos y para nuestros mozos y mozas solo las tierras lejanas e ignotas de Nod.
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