En su día lo decimos…El dulce de leche NO es un invento argentino
En esta medio ya que bobalicona manía de los día de, pues cada 24 horas alguno se celebra, no importa de qué, en ese extravagante calendario quedó establecido el 11 de octubre con el Día internacional del dulce de leche, para muchos la confitura imbatible.
Y no podemos entonces dejar de recordar que uno de nuestros tomateros hace ya varios años provocó terremotos en los pagos bonaerenses de Cañuelas – casi que lo declararon persona no grata – porque en un libro aseveró: Hay que decirlo con todas las letras; el dulce de leche no es un invento argentino. Pasó de Chile a Cuyo y de allí al Tucumán, donde comenzó a utilizárselo como relleno para alfajores.
Se trata de una fecha establecida en 1998 para rendir homenaje a la delicia que pasó a ser Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de la Argentina.
Hace dos años, el colega Cristian Milciades escribía lo siguiente en la página Economis:
Existen versiones encontradas sobre el origen del dulce de leche. La que más atrae a los argentinos se encuentra reflejada en un documento en el Museo Histórico Nacional: en 1829, Juan Manuel de Rosas y su enemigo político Juan Lavalle se encontraban en la estancia que el federal tenía en Cañuelas, provincia de Buenos Aires, para firmar el Pacto de Cañuelas. Una criada de Rosas preparaba la ‘lechada’ (leche con azúcar) con la que Rosas acompañaba el mate cuando llegó Lavalle, quien estaba tan cansado que decidió dormir una siesta en la hamaca. La criada salió a buscar a la guardia y olvidó la mezcla cocinándose en la olla. Al volver, se encontró con una sustancia espesa y de color marrón pero su sabor agradó a Rosas, quien el dulce con Lavalle mientras discutían el pacto.
Sin embargo, en 1998, el cronista argentino Víctor Ego Ducrot afirmó que el dulce de leche se originó en la Capitanía General de Chile, llegó a Cuyo y a Tucumán, donde se utilizó como relleno para los alfajores, y más tarde a Buenos Aires.
En 2008, durante el Primer Seminario de Patrimonio Agroindustrial de Mendoza, el arquitecto Patricio Boyle reveló que en el libro contable ‘Del Gasto y las Entregas’, del Colegio de Mendoza, entre 1693 y 1712, hay una partida asignada a la importación de varios frascos de ‘manjar’, el dulce de leche chileno.
En Brasil, hay documentación acerca de la producción de dulce de leche en el estado brasileño de Minas Gerais en 1773.
En su libro ‘Los sabores de la patria: las intrigas de la historia argentina contadas desde la mesa y la cocina’ (1998), Ducrot afirma que, tras el arribo del Ejército de los Andes a Chile en 1817, el responsable de su promoción fue José de S an Martín, quien se llevó varios frascos en la Expedición al Perú (1820-1824), y cuando regresó al Río de la Plata, también trajo su consumo personal de dulce de leche.
A su vez el naturalista suizo Johann Rudolf Rengger, quien viajó al Paraguay entre 1819 y 1825, menciona en su libro ‘Viaje al Paraguay’, la elaboración de dulces, a partir de leche y almíbar de azúcar.
Con otros nombres y variadas recetas se trata de un dulce que se encuentra en muchas de las culinarias latinoamericanas: fanguito, manjar blanco y dulce de cajetas, son algunas de sus denominaciones.
Y también es cierto que los uruguayos lo sienten tan propio como los argentinos.
La publicación El Observador, de Montevideo, recordó este 11 de octubre que Uruguay y Argentina acordaron registrar al dulce de leche como autóctono de ambos países, los que a su vez y pese a sus diferencias en cantidad de habitantes registran un consumo de aproximadamente tres kilogramos por persona y por año.
Una receta
1 litro de leche entera
250 gramos de azúcar
Media cucharadita de bicarbonato de sodio
Una cucharadita de esencia de vainilla
Preparación
En una olla colocar el litro de leche y el azúcar. Llevar a ebullición a fuego medio. Cuando el azúcar se haya disuelto bajar el fuego y añadir la media cucharadita de bicarbonato y la cucharadita de esencia de vainilla.
Remover constantemente para no dejar que hierva y para evitar grumos o que la mezcla se pegue al fondo de la olla.
La preparación comienza a adquirir el característico tono marrón del dulce de leche.
El proceso hasta conseguir la textura y color ideales puede llevarte alrededor de dos horas.
Una vez lograda la textura perfecta retirar del fuego y remover cinco minutos más.
Conservar en frascos herméticos previamente esterilizados y guardar.
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