De origen americano y atrevidas, se animan a llegar temprano

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Será porque, tal cual afirma AIANER – sitio de la Asociación de Ingenieros Agrónomos del Nordeste de Entre Ríos-, las frutillas tienen la particularidad de ser una de las pocas frutas que pueden disfrutarse con los cinco sentidos. Su gusto es delicioso, tiene un aroma inconfundible, a la vista es muy atractiva, es tersa al tacto y al morderla desata sensaciones auditivas que las hacen únicas.

Pese a todo ello, cuando por su arrojó se atreven a rumbear antes del tiempo justo, corren el riesgo del desencanto.

La culpa no es de la frutilla sino del mercado – productores y comerciantes- por un lado y, muy importante, de la ansiedad de quienes la disfrutamos, que no nos permite aguardar aunque sea algunas semanas.

Lo dicho, claro, escrito está desde Buenos Aires, donde desde hace ya algunos años, pero con especial contundencia este ‘23, por cajones arriba ya desde septiembre a verdulerías y tenderetes, grandototas, tentadoras y a precios razonables si se en cuenta nuestro desbarajuste inflacionario y especulativo, incluso en varios lugares en promociones y ofertas.

El problema es que al ser tan madrugadores – pues su tiempo de verdad y disfrute se registra entre las postrimerías de la primavera y el pleno verano-, en la mayoría de los casos esas a la vista hermosas frutillas suelen perder su poder de goce en las narices y en las bocas de sus amantes.

Nuestra humilde recomendación de tomateros consiste entonces en tener un alguito de paciencia y esperar por ellas, que ya llegarán rebosantes de galanuras y sortilegios.

Mientras tanto, podríamos recordar.

La frutilla es producto de biotecnologías del siglo XVIII, cuando jardineros y técnicos franceses cruzaron dos especies: la proveniente de los bosques andino patagónicos (Fragaria chiloensis) y la norteamericana (Fragaria virginiana). Tomando de la primera el tamaño y de la segunda el sabor. Se la denominó Fragaria x ananassa.

La patagónica usada fue su versión blanca donde está en las zonas de menor altura sobre el nivel del mar. Los mapuches usaban las frutillas no solo para consumo fresco sino también elaboraban un vino y pasas curándola al sol. Todo ello nos lo recuerda la ya citada AIANER.

Y el informe Enero ’23 del gobierno nacional sostiene lo siguiente.

La producción mundial de frutilla para el año 2021 fue de 9.175.384 toneladas, con 389.665 hectáreas de área cosechada (FAO). El rendimiento promedio mundial fue de alrededor de las 24 tn/ha y los principales productores fueron China, EE.UU y Turquía. Los mayores exportadores de frutillas frescas fueron España, México y EE.UU, mientras que los principales países importadores EE.UU, Alemania y Canadá. (TRADEMAP 2021).

La producción argentina de frutilla es de aproximadamente 45-50 mil toneladas anuales, con un área cosechada de aproximadamente 1.500 a 1.700 hectáreas (INTA 2021) y un rendimiento promedio de 34 tn/ha. La producción nacional de frutilla tiene dos destinos posibles, el mercado en fresco que representa el 50% – 70% de la producción (consumo per cápita nacional de alrededor de 1 kg/hab/año) y el mercado industrial (elaboración de dulces, mermeladas, congelados, etc.). El principal destino de las exportaciones argentinas de frutillas es Estados Unidos de América como frutilla congelada.

En Argentina, la distribución provincial del cultivo, un 37% del total se encuentra localizado en la provincia de Buenos Aires, seguido por orden de importancia por Santa Fe y Tucumán (24%), Salta-Jujuy (6%) y Neuquén-Rio Negro (4%).

La distribución del área productiva y variedades adaptadas a cada zona permiten tener oferta de frutilla prácticamente durante todo el año. La provincia de Buenos Aires posee la principal zona productora de frutilla del país con 550 hectáreas distribuidas en dos áreas agroecológicas diferentes.

Ahora sí, a esperar entonces las mejores…

Con gotas de vinagre balsámico, al estilo de aquél gran comediante y amante de la buena mesa, el italiano Ugo Tognazzi (1922-1990)…

Con gotas de Torrontés y limón…Con algo de jugo de naranja…

Las clásicas, con crema…

O así solitas, como el Altísimo o el Bajísimo –no importa – las trajeron al mundo y pasadas por el agua limpiadora por supuesto…

Ellas, las frutillas, las fresas…

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