Volver a Dadá…al Dadá Bistró

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Para despedir por anticipado al ’23 y recibir a un incierto ’24, regresamos al bajo, al bajo de Retiro, a la calle San Martín 941 de la sobreviviente Buenos Aires. Al Dadá Bistró.

Sobreviviente también él ese barrió que supo ser punto de aires para la literatura, el arte y las vanguardias. El Di Tella y su década. Si hasta por sus calles se los veía a Borges y a la magnífica Stella Canto, a quién él le dedicara El Aleph.

Y tanto más. Mucho más. Por solo citar y a provisorio vuelo de memoria dos puntos emblemáticos que fueron para estar, comer y beber: El Bar Seddon, hasta el 2000 sobre la calle 25 de Mayo – ahora en San Telmo – y Filo, también sobre San Martín al 1900 y hasta el ’21 que tuvo que cerrar.

Filo supo ofrecer por aquél entonces la mejor cocina italiana de Buenos Aires, o casi. Pizzas y pastas de encanto…el recuerdo aquí de sus ñoquis de la cocina judía del Véneto, con salsa de uvas pasa…Y una barra que hizo historia. Sus negronis, inolvidables…

Si parece ser que  de aquella barra surgió el Dadá Bistró, sobre el cual el 13 de agosto del ’19 la colega Marina Gambier ofrecía en La Nación, una muy buena semblanza: Resulta un verdadero misterio el proceso por el cual ciertos lugares (y no otros) alcanzan esa luz propia que invariablemente retiene a quienes conectan con ella. El retorno trasciende el plan original de beber y comer bien, pues incluso cuando eso también se cumple, uno ya se había convertido en habitué. Algo así puede sucederle a cualquiera que visite por primera vez Dadá Bistró, un rincón literalmente encantador anclado en el Bajo porteño.

Pequeño. Rodeado de arte y evocaciones. Con una barra de venecitas de diseño y color, y pocas mesas, un par de ellas en la calle. Atendido con esmero; y una cocina tan buena como lo fue en sus primeros tiempos, allá por los ’90.

Volvimos de después de mucho tiempo. Quizás simplemente porque sí. Dos copas de rosado Pinot Noir del Valle de Uco, del ‘17 y entre los varios platillos que anuncia una carta de bodegón con un toque, aquí la mención de una polenta grillada con hongos, aceite de oliva, perejil parmesano, y sorrentinos fritos, con salsa de curry y hongos. Ambos de sabrosura justa y generosa. ¿Postre? Simple, una flan como deben ser los mejores flanes. ¡Y qué café para el tiro del final, que sí salió…el mejor de los ristretti deleitados por estas tierras en los últimas lunas y soles! Los precios. ¿Qué decir de los precios en el país del desquicio inflacionario? En relación a la calidad de lo ofrecido, más que apropiados.

Nos fuimos felices por el reencuentro y volveremos. Mientras tanto, cómo no escribir lo que sigue, y colijan ustedes a voluntad y entendimiento.

Tristan Tzara había encontrado la palabra Dadá el 18 de febrero de 1916 a la seis de la mañana. Estaba presente con mis doce hijos cuando Tzara pronunció la palabra por primera vez… Ocurrió en el café de la Terrasse en Zurich y en ese momento tenía una brioche en mi orificio nasal izquierdo… Jean Arp (1886-1996).

Dadá no significa nada. Si alguien lo considera inútil, si alguien no quiere perder su tiempo con una palabra que no significa nada… El primer pensamiento que revolotea en esas cabezas es de índole bacteriológica…El mismo Tzara (1896-1963).

Uno y otro, fundadores del dadaísmo, con Marcel y Suzanne Duchamp, Hugo Ball, Emmy Hennings, Hannah Höch, Hans Richter, Richard Hülsenbeck y Sophie Taeuber-Arp, entre otros.

Dadá es anti todo. Anti arte, anti literatura, anti dadá incluso…Pero es. Es arte. Es literatura. Es ideas. Es dadaísmo, destrucción creativa (del sitio HA). Y en tiempos de destemplanzas  – en estos que le dan la razón a Martin Heidegger cuando anunció que la asociación entre tecnología y capitalismo pondría en peligro a la humanidad -, también puede ser considerado como una vuelta de tuerca para el pensamiento crítico.

Volver a Dadá Bistró.

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