El minestrone, una sopa que prolonga la vida…Dicen
En la búsqueda de la inmortalidad, se han tejido innumerables historias y leyendas que llevan a personas a recorrer los rincones más remotos del mundo. Sin embargo, a veces, la clave de la longevidad puede encontrarse en lo más cotidiano. Un ejemplo de ello es esta sopa que consume diariamente la familia más longeva del mundo, cuenta Ameyalli Roskaritz en el sitio mexicano Animal Gourmet.
Entre la regiones del planeta donde proclives a tener entre sus habitantes a característicos longevos, ellas y ellos, se encuentran zonas como Loma Linda en California, Okinawa en Japón, Cerdeña en Italia, Nicoya en Costa Rica e Ikaria en Grecia, según National Geographic.
El sitio mexicano citado narra que Dan Buettner, de la propia National Geographic, se refiere a los nueve hermanos de familia Melis, de Cerdeña, la más longeva del mundo.
Y señala que la dieta que es de consumo diario de esos nueve hermanos consiste en una sopa minestrone de tres granos (garbanzos, frijoles pintos y blancos), pan de masa madre y un vaso de vino tinto.
La receta que recomiendan desde esas publicaciones es la siguiente.
Elementos
150 gramos de garbanzos secos
150 gramos de porotos blancos secos
150 gramos de porotos pintos o rojos secos
1 y media taza de papas cortadas en cubos de aproximadamente 3 a 5 cm.
8 tazas de agua o caldo de verduras
1 cebolla mediana, picada
5 tallos de apio, picados
5 zanahorias, picadas
8 dientes de ajo, picados
1 hoja de laurel
1 cucharadita de orégano
2 cucharadas de aceite de oliva
1 cucharadita de pimienta roja o negra (la pimienta roja la hace más picante)
1 lata o cinco tomates frescos picados
Sal al gusto
Se hace
Remojar los porotos y los garbanzos durante la noche
Saltear todas las verduras en aceite de oliva a fuego lento hasta que las cebollas estén transparentes.
Agregar los frijoles y una lata de tomates, las papas, el orégano, la hoja de laurel y cocinar a fuego lento hasta que los porotos estén tiernos.
Dejar que se cocine a fuego extremadamente bajo durante todo el día, ajustando el agua para que quede más espeso que una sopa y más menos que un guiso.
A servirla bien caliente, sin olvidarse de la copa de vino y el pan, como buenas compañías.
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