A la salud del “comandante López”

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Pocas veces como en el caso del presente, un texto periodístico amerita tantas aclaraciones previas.

Primero desde el humor y respecto de su título, después para que no surjan malas interpretaciones de nuestra intención en tanto escribas sobre los menesteres que son la razón de ser de esta, vuestra Tomate.

Lo de comandante López surgió entre las innumerables humaradas en tono político lanzadas al viento y a la orilla del Atlántico sur en otros tantos innumerables veranos con el querido amigo Gustavo Canavesi, el médico de Salliqueló, ciudad del oeste bonaerense que supo ser territorio de la nación ranquél hasta que el genocidio blanco se impuso sobre un desiertos que nunca fue desierto, para consagración de la Argentina oligárquica, y decíamos de él de Canavesi, hombre de hilarante humor y curiosa generosidad.

Y la segunda refiere a que nunca tuvimos relación alguna con Bodegas López que no sea la de asiduos compradores de sus vinos, que por calidad con permanencia en el tiempo – tanto tiempo – a nuestro entender se encuentra entre las mejores del país.

Sí es justo recordar que hace varios años ya, y organizados entonces por la Universidad Nacional de Cuyo, nuestro tomatero Víctor Ego Ducrot dictó un seminario sobre cocina, vinos, comunicación y cultura en la ciudad de Mendoza y en esa oportunidad la bodega abrió sus puertas de Maipú para una recorrida y exposición enológica dedicada el conjunto de los estudiantes.

Cumplidas entonces las aclaraciones, veamos el por qué de esta nota.

En tiempos difíciles para los amantes del vino que no forman parte (ni quieren) de esa suerte de mundillo frívolo con pretensiones de elite y por supuesto con suficiente capacidad de compras, se trata de una bodega que desde sus opciones de más bajas gamas (Vasco Viejo, Traful, por ejemplo) hasta en sus más selectas (los Montchenot y los Chateau Vieux entre otros), como así también con sus espumantes, sabe guardar desde siempre un relación precio calidad muy pocas veces constatada en el mundo vino de nuestro país.

Desde hace mucho, desde aquellos tiempos en que los camareros de los restaurantes de Buenos Aires eran profesionales que sabían su trabajo – el bien estar del comensal también depende de esa calidad ya ten perdida entre las jóvenes generaciones de trabajadores gastronómicos, maltratados por la patronales – circula un dicho que sabe a sentencia justa…

López nunca falla, decían cuando un cliente a la hora de su elección se inclinaba por el viejo Selección, en la actualidad simplemente López

Por eso este texto y la cita aquí (parcial) de una nota de la colega Carolina Baroffio recientemente publicada por el diario Uno, de Mendoza, que no es santo de nuestra devoción pero sí esta vez creemos que vale la pena traerlo a cuento.

Eduardo López de Bodegas López: tradición bodeguera con una mente abierta a los cambios. Su bisabuelo fundó Bodegas López en 1898. Él hoy está a punto de alcanzar la cosecha número 125 de una firma emblemática para la vitivinicultura argentina

Convertida en una de las bodegas más antiguas de Argentina, con gran presencia de sus marcas en todo el país, hoy elabora unas 10 millones de botellas al año, tanto de vinos, espumantes, jerez y aceites de oliva, y de esa producción el 95% es para el mercado nacional.

Contador público de profesión y empresario vitivinícola por elección, Eduardo López a sus 59 años está al frente de esta nueva generación bodeguera y asegura: «La experiencia es lo que uno más le aporta a la empresa, pero también es muy importante tener una mente abierta a los cambios, a las nuevas generaciones, a dejar hacer cosas distintas, a renovarse» (…).

José Gregorio López Rivas llegó al puerto de Buenos Aires en 1886, solo y con la corta edad de 18 años, como llegaron seguramente la mayoría de nuestros antepasados, con ganas de trabajar y progresar, para poder traer cuanto antes a sus familiares que habían quedado en su pueblo natal de Algarrobo en Málaga, España. Seguramente nunca se imaginó que 125 años más tarde, seguiríamos hablando de él y de aquella pequeña bodega que estaba fundando. Su tradición familiar era tan fuerte que buscó dónde poder cultivar sus propios viñedos, y Mendoza fue su región elegida. En el mismo predio en General Gutiérrez (Maipú) donde hoy sigue estando la bodega, donde José realizó su primera vendimia» (…).

Por eso este recuerdo…¡Salud!

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