¡Cuidado gastro «influencers», que desde el Medioevo llega Ziryab!

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Para tiempos como los actuales, de frivolidades, espejismos y fugacidades comunicacionales, de zombis de la imagen y la inmediatez, de cocinerillos y cocinerillos en las redes, que justo llegó este texto que tomamos del sitio español El Trotamanteles,  que aquí reproducimos.

Su título es Ziryab, el polifacético artista musulmán que refino a la España medieval.

Si hoy comes espárragos, o si empieza su comida con sopa y termina con postre, si usa pasta de dientes o si lleva el pelo recogido en flequillo, se lo debes a este personaje, uno de los más grandes artistas y músicos de la historia.

Hoy en día, a cualquier vendedor de humo con unos cuantos de miles de seguidores en las redes sociales le denominan influencer.

Nuestro protagonista de hoy haría sonrojar a muchos de estos influencers, por la capacidad de su influjo y ascendencia en los múltiples y diferentes campos y disciplinas en las que marcó tendencia.

Hablamos de Abu Al-Hasan Ali ibn Nafi, Ziryab para los Abu l-Hasan Ali ibn Nafi, Mosul, Califato abasí, c. 789-Córdoba, Emirato de Córdoba, c. 857).

Pasó a la historia como Ziryab (del persa, mirlo). Fue ante todo  un hombre de alta sensibilidad artística, un gran poeta, eminente gastrónomo, insigne músico y excelso cantante, todo un dandy de la primera y mejor época del Andalus musulmán.

Alcanzó gran reconocimiento en la capital del Imperio califa en la Corte abasí en Bagdad, actual Irak, como intérprete y discípulo del músico y compositor persa Ibrahim Al-Mausili, aunque su verdadero cenit personal y revolución se dio años después en Córdoba, donde introdujo refinadas costumbres orientales en la corte del emir Abderramán II y estableció uno de los primeros conservatorios de música del mundo

Biografía

Nacido en Bagdad en 789, capital del califato abasí, se le conoció con el sobrenombre de Ziryab, que significa mirlo, debido a su voz melodiosa y su tez oscura, rasgos que la gente comparó con este pájaro cantor de plumaje negro.

Su mentor y maestro, Ishaq al-Mawsili, fue quien lo presentó en la corte y el califa quedó impresionado por cómo cantaba. Pronto el discípulo superó al maestro, y a éste le pudieron los celos.

Según la Enciclopedia del Islam, nació alrededor del año 790 en una familia de mawla del califa abasí Al-Mahdi. Algunas fuentes árabes indican que Ziryab nació en Mosul y fue educado en el arte de la música desde la infancia. No obstante sus orígenes étnicos son bastante discutidos; fuentes variadas lo catalogan como persa, árabe, kurdo o incluso norteafricano.

Según Ibn Hayyan, Ali ibn Nafi fue llamado «Mirlo» (Ziryab) debido a su tez muy   oscura, a la claridad de su voz y absu carácter dulce.

Durante ese tiempo, Bagdad fue un importante centro de música islámica y todas las fuentes indican que fue discípulo del talentoso músico Ibrahim Al-Mausili (767-850), a quien acompañaba por esta ciudad.

Al-Maqqari, relata que ambos se presentaron ante el califa Harún al-Rashid(763 o 766-809), el califa de las «Mil y una noches», quien quedó muy impresionado por el joven músico, lo que desató los celos de su mentor, que le obligaron a abandonar Bagdad. Sin embargo, otras fuentes anteriores y más fiables indican que se marchó tras la muerte del califa al-Amín en 813, al comienzo del reinado de al-Mamún.

Ziryab primero viajó por la región de Siria para después trasladarse a Ifriquía (Túnez), donde residió por un tiempo en la corte aglabí del emir Ziyadat Alá (r. 816-837) en Kairuán, Túnez.

Pero, Ziryab, comenzó a tener problemas con el emir, y aprovechó que fue invitado por el emir omeya, de Córdoba, Al Andalus, al-Hakam I, a trasladarse a su larga etapa final y más fructífera, Córdoba.

En Córdoba

A su llegada en el año 822, al-Hakam acababa de fallecer, aunque su heredero Abderramán II le renovó su oferta de invitación. Ziryab se asentó en Córdoba y el monarca le ofreció un palacio y una renta mensual de doscientos dinares.

En la corte cordobesa se convirtió en un personaje muy conocido y fue considerado el árbitro de la elegancia de los dominadores árabes.

Influyó, pues, en la vestimenta, la cocina o el mobiliario de los que le rodeaban e introdujo novedades tanto de uso social como musicales. Al-Maqqari declara que nunca hubo, antes o después que él, un hombre de su profesión más amado y admirado.

El caso es que en 822 tuvo que huir y se convirtió en un músico errante. Se ofreció a Alhakén I, tercer emir independiente de Córdoba y perteneciente a la dinastía omeya, los grandes enemigos de los abásidas de Bagdad, que, lógicamente, lo iba a recibir con los brazos abiertos. Y digo lo iba porque, el emir, falleció cuando Ziryab estaba de camino.

Sin saber qué pensaría el nuevo emir, su hijo Abderramán II, decidió seguir el viaje hasta Córdoba. Y fue una decisión acertada, porque la idea del nuevo emir era convertir la capital omeya, Córdoba, en una de las ciudades más importantes de Europa y el Mundo conocido, y Ziryab le iba muy bien, como anillo al dedo, para dar el toque oriental de refinamiento y exotismo necesario.

Legado musical

Desde su llegada a Córdoba todo fueron facilidades y libertad para desarrollar su arte y sus dotes musicales. Creó nuevas formas de expresión como la ‘nuba’ (un grupo de canciones que se enlazan unas con otras, de diferente extensión y cada una de ellas con su propio ritmo), al laúd oriental (‘ud’) le añadió la quinta cuerda -origen de la guitarra española-, y cambió las púas de madera con las que se punteaba o rasgaba por una de pluma de águila, mucho más flexible.

Ségun al-Tifashi, Ziryab parece haber popularizado una temprana canción-secuencia, que podría haber sido un precursor de la ‘nawba’ (originalmente un simple intérprete ‘giraba’ para actuar ante el emir), o la ‘nubah andalusí’, originaria de al-Ándalus y que actualmente se considera como la música clásica del norte de África.

Abderramán II fue un gran mecenas de las artes y Ziryab tuvo una gran libertad para sus creaciones. Estableció uno de los primeros conservatorios de música del mundo, en la misma Córdoba.

Esta escuela incorporó estudiantes femeninos y masculinos que llegaron a ser muy populares entre la aristocracia. Según Ibn Hayyan, Ziryab les evaluaba con originales y creativas pruebas, si el alumno no tenía una gran capacidad vocal, por ejemplo, les ponía piezas de madera en la mandíbula para mantener su boca abierta o les ataba una cuerda alrededor de la cintura para que respiraran de manera particular. De esta manera todos los estudiantes debían cantar todo lo alto que pudieran y mantener la nota para observar su capacidad pulmonar.

Además de las interpretaciones de sus creaciones musicales, Ziryab destacaba por su propio canto, y para transmitir y compartir su arte fundó el primer Conservatorio de Música de Europa.

Los alumnos debían pasar unas pruebas y, una vez admitidos, eran sometidos a un duro aprendizaje: cantar a capela, recitar en verso, llevar el compás de un instrumento, expresión corporal, afinación… hasta conseguir la perfección.

Legado Gastronómico

Hay que recordar que él venía de la sibarita y refinada Corte del gran Califa, donde había vivido en el lujo y el exotismo oriental. Cuando llega a Córdoba observa que la comida se basa y tenía, por entonces, sus raíces en el mestizaje de las culturas post-romana, goda y bereber. Y rápidamente con su aportes, novedosos y sofisticados, orientales, sirios, iraníes, árabes se convierte en el asesor gastroculinarias del Emirato.

Cuando llegó y trajo a la península los nuevos alimentos también revolucionó la agricultura y, por ende, la economía y la cocina. S llenaron los campos de nuevos huertos, bancales, vergeles y acequias que pudieran regar los cultivos que importaron.

Cereales tan básicos para nosotros como el arroz; verduras, como la berenjena y las espinacas; especias, como la canela; frutas como la naranja, la bellota y, por supuesto, la granada… Todas provenientes de Asia Menor, Persia y Siria.

Fue el creador de una nueva cocina fusionando los productos típicos de Oriente y los locales de Al-Andalus: la primera receta de un pisto (una fritura de aceite de oliva con berenjenas, calabacines, cebollas y membrillo -en el siglo XVI se cambiaría el membrillo por tomates y pimientos del nuevo Mundo-); el ziriabí (un asado cuya base principal eran habas saladas) o el zirbaya, su plato más popular y cuyo nombre es una deformación de ziryaba, elaborado con queso fresco o leche, cordero o ternera, con una base de almendras, azúcar y vinagre.

Este plato, zirbaya, superó las fronteras de Al-Andalus y de la propia península para triunfar en el resto de Europa, donde se cambió la ternera o cordero por pollo y fue el origen del manjar blanco, menjar blanc en Cataluña, blanc-manger en Francia, biancomangiare en Italia… Y después llevada a América por los castellanos…Donde hay varios platos derivados de él.

Introdujo el consumo de los espárragos silvestres trigueros y  de su posterior cultivo hortícola. Promotor y creador de recetas con los frutos secos como un ingrediente más; del agua de rosas, de la flor de azahar o de las violetas en la repostería; el consumo de rabos de pasa para mejorar la memoria…

No sólo revolucionó la cocina andalusí, sino, y fue muy importante, el que también estableció el protocolo y el orden a la hora de servir los diferentes platos que ha llegado hasta nuestros días, estableciendo el orden y la prioridad de sopas y de caldos, seguidos de entremeses, pescados y carnes y, finalmente, los postres. Implantó la utilización de las copas de cristal, hasta entonces metálicas o de cerámica, y los manteles de cuero fino.

Vestimenta y estética

Transformó las costumbres sociales en la forma de vestir, aparecen prendas de seda de colores exóticos y estableció el uso de diferentes colores según la temporada (blanco y colores claros para primavera-verano y colores oscuros en otoño-invierno), y en el peinado puso de moda para los hombres el flequillo.

E incluso llegó a fundar un Instituto de Belleza donde se impartían clases de peluquería, depilación y cosmética.

Ziryab, el mayor influenciador de la historia, vivió 35 felices y fructíferos en Córdoba, donde falleció a los 68 años.

Según lbn Hayyan, Ziryab tuvo ocho hijos y dos hijas. Cinco de éstos estuvieron relacionados con el mundo de la música y alcanzaron gran popularidad, manteniendo abierto el conservatorio de su padre.

Homenaje

La ciudad de Córdoba alberga numerosas dedicaciones a este músico, como, por ejemplo, el Monumento a Ziryab, el Conservatorio Profesional de Música de Córdoba, conocido como Músico Ziryab , el Coro Ziryab, que fue instaurado en 1993, e incluso una calle lleva su nombre.

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