¿Saben lo que es el Ajo Blanco?…¿El abuelo del Gazpacho?

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El origen del Ajoblanco, aunque hay diferentes versiones, se remonta aproximadamente a unos 2.000 años atrás, durante la ocupación musulmana de la Península Ibérica. Se dice que este refrescante plato se originó en la región de Andalucía y es el antecedente del gazpacho y del salmorejo, otras sopas frías.

Con el tiempo, la receta ha evolucionado, incorporando una variedad de ingredientes locales y adaptándose para reflejar los cambios en las costumbres culinarias y los alimentos disponibles, al mismo tiempo que mantiene su esencia y métodos de preparación característicos.

El Ajoblanco, también conocido como sopa de ajo blanco, ganó popularidad como un plato básico entre las clases bajas debido a sus ingredientes simples y económicos. Con pan, vinagre, aceite de oliva, almendras y ajo como componentes principales, se convirtió en una comida nutritiva y muy popular.

Se cree que este humilde plato se consumía ampliamente en la región e incluso se menciona en la renombrada novela Don Quijote.

El Ajoblanco continuó teniendo importancia en la gastronomía española, especialmente después del período de la Guerra Civil Española, manteniendo su posición como un componente amado y perdurable del patrimonio culinario del país.

Los vínculos históricos del Ajoblanco se encuentran arraigados en las prácticas culinarias de las civilizaciones árabes y romanas que una vez prosperaron en la región española.

Durante la ocupación musulmana, los árabes introdujeron una variedad de ingredientes y técnicas culinarias que dejaron una marca indeleble en la cocina ibérica.

Se cree que fue durante este período que surgió el Ajoblanco, con los rasgos distintivos de la influencia gastronómica de al-Andalus.

Además, la conexión de la receta con la era romana resalta el linaje histórico multifacético de esta icónica sopa fría, demostrando cómo ha sido moldeada por una confluencia de diversas tradiciones culturales y culinarias a lo largo de los siglos.

La combinación de ingredientes como el ajo, el aceite de oliva, el vinagre así como el uso de pan y almendras, subraya la amalgama de legados culinarios árabes y romanos.

Aunque el lugar exacto de nacimiento del Ajoblanco puede ser incierto, existe un debate de larga data entre las provincias del sur de España, Málaga y Granada.

La naturaleza versátil de la sopa también permite interpretaciones creativas, con algunas variaciones que incorporan acompañamientos como jamón o incluso frutas ácidas, ofreciendo un giro contemporáneo a este clásico atemporal andaluz.

Se necesitan…

200 gramos de almendras crudas, peladas; 2 dientes de ajo; 200 mililitros de aceite de oliva; 100 gramos de miga de pan blanco sin corteza; 30 mililitros de vinagre de vino blanco; 1 litro de agua fría; sal al gusto.

Entonces

En un bol, remojar la miga de pan en agua durante unos minutos. En una batidora o procesadora mezclar las almendras peladas, los dientes de ajo, la miga de pan escurrida, el aceite de oliva y el vinagre. Triturar la mezcla hasta obtener una pasta fina. Agregar el agua fría y continúa mezclando hasta obtener una crema homogénea. Probar la mezcla y ajustar la sal y el vinagre según tu preferencia.

Refrigerar la sopa durante al menos 2 horas antes de servir para que esté bien fría.

Servir el Ajoblanco en cuencos individuales y decóralo con uvas, almendras picadas o trozos de melón e incluso jamón si lo deseas.

¡Salud!

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