Ramen es chino y el de Juance Lin en Buenos Aires…el resto es cuento

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Lo aclaramos antes que lo sospechen o recuerden, si ya nos leyeron al respecto. Los tomateros y muchos de nuestros amigos y hasta seguidores son – somos – admiradores de la cocina del chino, joven él, Juance Lin, llegado a la Argentina de niño pero un estudioso y empírico de las cocinas de su pueblo cercano a Shangai, sobre todo de sus cocinas familiares.

Entonces, hace un par de noches nomás pasamos por su pequeño local dedicado a la cocina asiática, una suerte de Cantina de media noche, como la del título de aquella  maravillosa serie japonesa que estaba (¿esta?) en Netflix, aunque china y en Buenos Aires, pero con el mismo espíritu, en la que el comer es algo así como un delicioso pretexto para el encuentro.

Como en aquella serie, por La cocina de Juance deambula la misteriosa Buenos Aires, sus historias, sus vidas; y, parece mentira, tantas veces…Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus. Medio melón en la cabeza. Las rayas de la camisa pintadas en la piel. Dos medias suelas clavadas en los pies. Y una banderita de taxi libre levantada en cada mano

Y un salto en largo, por la extensión del texto…y tened paciencia que después, os lo prometemos, aquello del título se hará presente.

El ramen es una sopa a base de caldos con intensos aromas y en el cual, ya hirviente y en un cuenco amplio, se disponen fideos de harina de trigo, vegetales y carnes del tipo que fueren, de cerdos, vacunas, pescados o mariscos, picante o no, agridulce o no.

Mundialmente identificada con las cocinas de Japón y Corea, aunque como se dice por estos lares barrosos del Río de la Plata, la verdad de la milanesa es que se trata de un legendario platillo chino.

La palabra que le da nombre guarda una raíz etimológica sobre la cual no hay acuerdos, salvo en que proviene del chino. Las versiones  más aceptadas dicen que la palabra ramen proviene de lamian o lemian, que son los fideos chinos estirados, o de lao mian que se refiere al modo de cocción de esos fideos, con inmersión en agua hirviendo.

Entre finales de XIX y primeros años del XX, esos fideos estirados llegaron a Japón con los inmigrantes chinos, quienes preparaban sus sopas en los primeros locales en que se sirvió ramen. Consistían en caldos varios con carnes de cerdo, brotes de bambú, otros vegetales y huevos duros.

Esos mismos inmigrantes introdujeron en Japón un formato de puestos o chiringuitos callejeros en los que vendían gyozas o Jiaozi, que los de la tierra del sol naciente, que le dicen, hicieron propias.

Fue después de la Segunda  Guerra Mundial, entrada la década del ’50, cuando los japoneses se lanzaron a difusión popularizada del ramen, poco menos que convenciendo al mundo de que se trataba de un plato propio.

Ya cuando los ’50 llegaban a su fin se funda en Japón la Nissin Foods, pionera en eso del  ramen industrial.

Poco tiempo después y ya en plena etapa de crecimiento económico, Corea del Sur populariza también esa versión semi artificial del ramen, que suele invadir mercados y tiendas del mundo entero.

Es cierto que los coreanos son amantes de las sopas, y entre las tantas buenas versiones del ramen (no industrial) hay una que quizás sobresalga entre las demás: la de kimchi, que es un tipo de repollo asiático fermentado y picante.

Ahora bien, ¿por qué la mayoría de los golosos y golosas están convencidos que el ramen es un plato japonés, y hasta cierto punto coreano, pero casi nunca reparan en que se trata de una sopa china?

Resultaría que la temprana incorporación de Japón primero y Corea del Sur después al mundo del capitalismo global hizo que muy rápidamente adquiriesen sus empresarios y mercaderes una gimnasia atenta a la hora de publicitar sus respectivas economías gastronómicas.

Quizá sea entonces esa la respuesta; y habrá que esperar y seguro que no mucho más, lo que la maquinaria comercial china prepara para vender su cocina al mundo, o será que ya lo viene haciendo con eficacia, es decir sin apuros y sin estridencias, un estilo que la  caracteriza…Veremos.

Ahora sí…

Lo del ramen de la otra noche en La cocina de Juance. Sobre un caldo de secretos varios con 48 horas de cocción paciente, al cual en su momento llegan las pócimas mágicas que él y sus ancestros conocen, los langostinos, las carnecillas de chancho, los vegetales y una corona de huevo acariciado por cebollines y cilantro…Claro, los amos de esa sopa para encuentros, son los fideos largos, amasados con harinas que no nos reveló el cocinero y estirados con sus mismísimas manos.

De ahí que, con convicción proclamamos: Ramen chino, el de Juance Lin en Buenos Airesel resto es cuento.

La Cocina de Juance queda sobre la calle Salguero, entre Valentín Gómez y Sarmiento, a media cuadra de la Plaza Almagro. Búsquenla en las redes, comuníquense y sabrán que pueden solicitar el famoso para llevar, o acercase hasta sus breves mesones…¡Salud!

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