No se enojen rojos ni racinguistas: la posta está en “Los 3 ases”
La llaman el Templo. Vive hace más de 70 años en Sarandí y es orgullosa sobreviviente con razones por demás en medio de la crisis existencial que sufren la pizza y las pizzerías porteñas. Es el único altar del mundo en el que, tal cual lo propone desde su puerta, se puede comulgar de dorapa, y no con ostias sino con porciones de muzza.
Más o menos con las siguientes palabras los psi definen crisis existencial como un período en que nos replanteamos nuestra identidad y pertenecía; y eso le sucede a nuestras pizzas y pizzerías: confundieron persistencia en su ser con adocenamiento poco creativo y las crisis económicas las llevaron a bajar hasta el sótano sus calidades. Además, el influjo de las nuevas generaciones de morferos, de sus formas de comunicarse y sus vulnerabilidades ante las modas, las pusieron en jaque.
Claro que hay algunas que militan en la Resistencia y nosotros con optimismo militante confiamos en la resurrección definitiva de nuestras muzzas, fugazettas y calabresas, por citar algunas y sus fainás; con fe y voluntad, como las de los cristianos primitivos y la de los bolches y anarcos irredentos, que, por soñar lo imposible, será ellos los que tendrán la última palabra en los confines últimos de la Historia. Los 3 ases de Sarandí enarbola esas banderas combatientes…Y escrito sea de paso: ¡Viva el 1 de mayo!
Queda donde el Viaducto se cruza con la Avenida Mitres, muy cerca de la cancha de Sarandí y…
Primero algo de historia. El Viaducto fue una importante obra de ingeniería llevada adelante a partir del año 1947 con el objeto de subsanar las complicaciones de tránsito que generaban las barreras de la Avenida Mitre, frente al paso incesante de los trenes que iban y venían más de 300 veces por día. Era una época de muchos cambios en la matriz productiva de nuestro país, que creaban la necesidad de llevar adelante importantes obras de infraestructura…Claro que sí, gobernaba Perón y un país no oligárquico soñaba con ser.
Finalmente, el 4 de junio de 1953, el Viaducto fue inaugurado oficialmente por el propio Perón, quien llegó a Sarandí en una formación ferroviaria que partió de la estación Constitución junto a una comitiva oficial integrada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Aloe; el intendente de Avellaneda, Don José L. García; ministros, legisladores y dirigentes sindicales.
Sarandí se formó sobre las tierras del antiguo paraje del arroyo Sarandí (nombre de una planta y flor oriunda de los arroyos de la Cuenca del Plata y sur de Brasil). La primera mención de este nombre data de 1810, en que se ordenó la construcción de un puente sobre el arroyo. En 1838, había en el paraje una población de 43 personas, casi todos labradores.
En 1872, el Ferrocarril de Buenos Aires y Ensenada habilitó la estación de pasajeros que llevó el nombre de “General Mitre”. Al pasar esta empresa a poder del Ferrocarril Sud, se denominó Estación Sarandí.
Desde entonces, la barriada progresó con la instalación de curtiembres y otras pequeñas industrias. En la segunda década del siglo pasado, se construyó en Sarandí el establecimiento químico “La Sulfúrica”, luego Duperial.
Lo que acaban de leer en letra torcida (bastardilla) pertenece a texto de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Pero volvamos…
A la pizzería, hogar irremplazable de los amantes del morfi porteño y del llamado Gran Buenos Aires.
No hace mucho escribía el diario Clarín, que no por las letras que siguen sino por la tradición garca de las últimas décadas, sus culpas tendrá que pagar algún día.
Ubicada en pleno corazón de Sarandí, la pizzería Los 3 Ases es más que un lugar para comer: es un símbolo de tradición y pasión por la pizza. Desde su fundación el 2 de febrero de 1950, este rincón fue un refugio para los amantes de la buena comida y el fútbol, convirtiéndose en el «templo de la pizza» de la zona sur del conurbano bonaerense.
Para los vecinos de Avellaneda y los visitantes ocasionales, este rincón es mucho más que una pizzería. Es un espacio que reúne a familias, amigos y fanáticos del fútbol bajo el mismo techo, recordándonos que los mejores momentos se viven con una buena porción de pizza y mucha pasión.
Los de Clarín dicen que la estrella indiscutida es su fugazzeta rellena, que combina una queso fundido con cebolla dorada en su punto justo. Para los paladares más aventureros, la pizza de atún es una opción inesperada que sorprende.
Es cierto, pero sin olvidarnos de la casi perfecta fainá y la justeza poética de su muzza, los tomateros destacamos lo que seguramente es invento portentoso de Los 3 ases: una pizza que parece de cancha – con sólo salsa de tomate, parecida quizás a la siciliana pizza origanato –, pero que en realidad se trata de una joya llamada rellena de atún. Por ella, gloria a Dios en las alturas y gloria a Satanás en las bajuras.
Por supuesto que el moscato allí es rey…
Y al momento de piantar con rumbos de siesta – dicen que por la noche aquello es una romería de fiesta y gozaderas para el buen comer – vimos de soslayo a nuestro querido amigo Gerónimo del Bosque, lector fiel y futuro corresponsal de Tomate sin rumbo fijo, acodado a una barra para comensales en tránsito y abstraído vaya a saber uno en cuál de sus reflexiones. ¡Hasta un próximo encuentro entonces, en el Templo de Sarandí!
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