Una apología del glotón sabio, breve pero inolvidable
No pretendemos incurrir en extrapolaciones, pues en esto de los textos y en aquello de la Historia, semejantes traspiés suenan más a injusticia que a equívocos. E imagínense también nuestros deseo es alejarnos de las exageraciones, pero cuando descubrimos la apostilla que nuestro admirado Mauricio Kartun – dramaturgo, director, en una palabra, teatrista- publicó en su cuenta de Facebook en agosto del ’23, lo primero que evocamos fue el nombre de Esteban Echeverría.
Nada menos. Si seguimos al maestro David Viñas al pie de la letra, el fundador de la literatura argentina con El Matadero, escrito entre 1838 y 1840 pero publicado recién en 1871, y autor de una pieza maestra desde el punto de vista de nuestra pasión por las letras culinarias: Apología del matambre (1837).
Kartun nos hizo acordar de aquel texto aunque el suyo, dedicado a otra gloria del comer nuestro de cada día, el mondongo, es, nos animamos a afirmar, minimalista.
Aquí entonces con ustedes…
Vengo a hablar aquí de la grieta. De la más profunda. De la que más lastimosamente divide a nuestro pueblo.
Esa que no tiene puente posible.
Esa que hace que mires con asco al otro.
Sí, los dos lo sabemos.
Con asco y sin disimulo.
Debo decir con orgullo que he quedado de esa grieta del lado de acá. Del positivo. Del lado de los que levantamos desafiantes su bandera. Arrugada, de toalla, puede ser, pero siempre flameante.
Sí.
Acá nos gusta con fervor el mondongo.
Y en la convicción profunda de que todo guiso mejora recalentado se lo prepara además tamaño morocha.
Con porotos negros, chorizo cantimpalo y carnecita, venimos comiendo del manjar toda la fría semana. Y seguiríamos varias más, porque acá somos soldades de la causa.
Pero lo bueno, aunque sea mucho, dura poco.
Acabo de lavar el tuper vacío y ya extraño su sedosidad untuosa.
Quedate vos con tu repulsa reaccionaria y dejanos a nosotros con este amor que no claudica.
Sí
El si hay algo entrañable en el mundo es el mondongo.
Y nosotros nos paramos, aplaudimos y pedimos… ¡Otra!…
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