¿Existen las hamburguesas vegetales?

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Los tomateros tenemos posición tomada sobre la inconsistencia alimentaria del veganismo en tanto ideología disfrazada de supuesto progresismo, pero el tema se politizó al revés porque la derecha europea metió la cola, como el diablo. Leed el interesante texto Una hamburguesa vegetal, ¿es una hamburguesa?, de Adhik Arrilucea, recientemente publicado por el sitio español Público, que, escrito sea de paso, se pronuncia contra el genocidio que sufre el pueblo palestino…La foto de portada es de Eduardo Parra / Europa Press.

La Comisión Europea y los países de la UE deberán decidir si sale adelante una enmienda para prohibir que las versiones veganas de las salchichas o las hamburguesas puedan recibir este nombre.

Grupos y partidos ecologistas denuncian que se trata de la presión de ‘lobbies’ de la industria cárnica, mientras lingüistas argumentan que los significados de las palabras evolucionan con el tiempo.

Cerdo, pollo, vacuno, pavo… Las materias primas de productos como las hamburguesas o las salchichas componen un amplio abanico y se encuentra en un estado de constante exploración e innovación. Tanto es así que en la actualidad podemos encontrar versiones de estos alimentos realizados con pescado, así como tofu, soja o seitán.

Las opciones veganas se han popularizado en los últimos años. Los supermercados ofrecen estas alternativas a los alimentos de origen cárnico, pero el Partido Popular Europeo (PPE) quiere prohibir que en su etiquetado se utilice el mismo nombre. ¿Es la hamburguesa vegetal realmente una hamburguesa?

La eurodiputada francesa del PPE Céline Imart fue la autora de una enmienda para prohibir que hamburguesas y salchichas plant based puedan denominarse de este modo. «Un filete, un escalope o una salchicha son productos procedentes de nuestro ganado, no creaciones de laboratorio ni productos vegetales. Es necesario que haya transparencia y claridad para el consumidor, así como reconocimiento para el trabajo de nuestros ganaderos», expresó el pasado 8 de octubre durante la presentación del texto en el Europarlamento en declaraciones recogidas por The Guardian.

La iniciativa contó con 355 votos a favor y 247 en contra, con Los Verdes como principales opositores.

Julia Elizalde, de la organización animalista Fundación ARDE, declara a Público que «esta medida supondría una nueva concesión de la Unión Europea al lobby de la industria cárnica».

La enmienda todavía debe recibir el visto bueno de la Comisión Europea y de una mayoría cualificada de los Veintisiete. «Se trata de un problema artificial creado por la propia industria cárnica para frenar el avance de opciones más sostenibles y éticas», denuncia la activista. «Es inaceptable que las instituciones europeas legislen al servicio de unos pocos gigantes empresariales, en lugar de responder a la ciudadanía, que está demostrando con sus hábitos de consumo que las alternativas vegetales son el futuro».

Disonancias y confusiones con las opciones ‘veggies’

Rubén Sánchez, portavoz de FACUA-Consumidores en Acción, indica a este medio que algunos productos pueden crear cierta confusión entre la ciudadanía. Subraya la necesidad de transparencia para evitar equívocos, como podría suceder con el «salmón vegano», ejemplifica. «Nos preocupa que pueda inducir a error», declara.

En su lugar, considera más apropiado el uso de fórmulas como «sabor, textura o imitación». De manera similar, considera que el etiquetado de las bebidas vegetales –como las de soja, avena o arroz, entre otras– no deben denominarse «leche» porque este producto «se asocia a un mamífero».

Pero no todos los casos son iguales. Si bien «salmón» es el nombre de un animal, las hamburguesas o las salchichas son alimentos preparados a partir de diferentes productos. Pueden ser de pollo, de vacuno, porcino y, como recuerda el propio Sánchez, también de pescado. A estas variedades se suman las vegetales.

«En esos casos, lo factible sería que, con el mismo tamaño tipográfico que las palabras salchichas y hamburguesas, se indicara de qué están hechas», recomienda.

«La mayoría de los términos cárnicos no referencian directamente una carne: una salchicha es un alimento en salazón y la hamburguesa solo nos indica que procede de cierta región alemana», explica a Público Nacho Esteban, profesor de Lingüística en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). «Así, siendo consecuentes con la fidelidad etimológica, tendremos que defender el derecho de Hamburgo a ser los únicos que puedan suministrar hamburguesas».

Significados en constante evolución

De hecho, Esteban también problematiza los presuntos errores a los que pueden inducir las bebidas vegetales. «Habría que demostrar que efectivamente confunden a los hablantes. En español siempre nos hemos referido a la leche de coco sin que nadie le busque ubres a la palmera. Tampoco tengo noticia de nadie que se haya echado por error leche hidratante en el café», remarca. «Esta ampliación del significado sucede constantemente en las lenguas, ya que permite economizar las palabras y relacionar conceptos que comparten algunos rasgos».

Nacho Esteban, lingüista: «En español siempre nos hemos referido a la ‘leche de coco’ sin que nadie le busque ubres a la palmera»

Las lenguas no son rígidas en ninguno de sus aspectos, tampoco en lo relacionado con los significados. Evolucionan en la medida en la que también evolucionan sus hablantes. «Hoy en día nos siguen pagando un salario o un sueldo, pero eso no significa que nos paguen en sal o con monedas», expresa el lingüista. «Esto se debe a los procesos de cambio semántico que sufren las palabras a lo largo de los siglos».

Todo esto repercute también en la manera en la que etiquetamos los alimentos de los supermercados. Este asunto «es importante para que no nos engañen respecto a los ingredientes, procesos y orígenes del producto.

La nata (crema) o el queso tienen una composición determinada y se protegen ciertas marcas, denominaciones de origen y patrimonio gastronómico. Pero resulta extraño argumentar que una leche que se anuncia como 100% vegetal suscita dudas sobre la presencia de lácteos», argumenta.

Presiones de la industria cárnica

El coordinador federal de Alianza Verde, Juantxo López de Uralde, coincide con el diagnóstico de Julia Elizalde: «Esta es una iniciativa del lobby cárnico contra los productos veganos». El líder de la formación reitera que estos grupos de presión «tratan de impedir que el consumo de los productos veganos aumente y se vea que son nutricionalmente equiparables».

En este sentido, valora que la enmienda presentada por los populares europeos «no tiene sentido» y que su único interés reside en el intento de «monopolizar los nombres».

«La mayoría de consumidores entiende perfectamente qué es una hamburguesa vegetal o una salchicha vegana cuando el envase indica con claridad que son productos de origen vegetal», reivindica en conversación con Público Mar González, coportavoz del Partido Verde.

«No hay una crisis de confusión; hay un intento de ciertos lobbies cárnicos de blindar por ley su posición en el mercado, desviando el foco de los problemas de fondo». En este sentido, lamenta que esta «guerrita cultural» no solo no resuelve ningún problema, sino que «puede empeorar la vida precisamente de quienes dice defender: las personas que viven de la agricultura y la ganadería». Para mejorar la renta del sector primario, «hacen falta contratos dignos, regulación de la cadena alimentaria, apoyo a la ganadería extensiva y ayudas a la reconversión ecológica».

Intervenir políticamente para crear «neolenguas»

La realidad es que la medida, con mayor o menor presión de lobbies cárnicos, trata de legislar sobre las palabras y el uso que le dan los propios hablantes.

«El lenguaje siempre ha sido un campo de batalla ideológico para fijar determinadas formas y significados», destaca Nacho Esteban. Por ejemplo, recuerda que el Círculo Fortuny, la patronal de los artículos de alta gama en España, solicitó a la RAE modificar la definición recogida de la palabra lujo por resultar «bastante negativa», según el presidente de la patronal –que ostenta el título nobiliario de marqués de Griñón–, Carlos Falcó.

En 2019, el diccionario agregó una cuarta acepción: «Elevada categoría, excelencia o exquisitez que posee algo por la calidad de las materias primas empleadas en su fabricación, sus altas prestaciones o servicios, etc.»

En su novela 1984, George Orwell imaginaba cómo un régimen totalitario crearía lo que denominó «neolengua». Esta consiste en una versión simplificada del vocabulario que impide a sus hablantes imaginar mundos contrarios a la ideología dominante.

«La instrumentalización del lenguaje tiene mucha perversidad», valora López de Uralde. «El tiempo político que se dedica a peleas infantiles para prohibir nombres en las etiquetas es tiempo perdido para abordar los verdaderos problemas del mundo rural», añade Mar González. «A estos lobbies que tratan de fijar un término que se refiera solo a sus productos les preocupa poco la confusión del consumidor y mucho sus ingresos», declara Esteban. «Como decía Alicia a través del espejo, la cuestión es saber quién manda aquí».

El autor es: Redactor de Medio Ambiente, Crisis Climática y Animalismo en ‘Público’. Graduado en Periodismo y Humanidades, mención en Ciencias Políticas y máster en Teoría y Crítica de la Cultura por la UC3M. Tiene experiencia en información científica e institucional, ha colaborado con diferentes medios y pasado por la redacción de la Agencia SINC.

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