Vino y cultura en la Edad Media…el vino en al-Andalus
Beben los cristianos y no hacen ascos al vino los musulmanes a propósito de los cuales abundan los textos que nos los presentan haciendo honor a los espléndidos caldos andaluces, al tiempo que se da crédito a una teoría según la cual habría dudas sobre si realmente el Islam prohíbe el consumo del vino.
O se limita a castigar los efectos de la bebida tomada en exceso: «quien bebe, se emborracha; quien se emborracha, hace disparates; el que hace disparates, forja mentiras, y a quien forja mentiras, debe aplicársele la pena», no por beber sino por mentir, según cuenta al-Juxani, al que debemos una serie de relatos sobre el escaso rigor de los jueces cordobeses para con los borrachos.
La benignidad de los jueces cordobeses nada tiene de extraño si emires y califas beben habitualmente.
Y quienes conocen bien el tema recuerdan a al-Hakam II -pretendía arrancar las cepas de al-Andalus- para quien el vino es un mal menor; que si se privaba a los andaluces del vino se embriagarían con licores, con bebidas extraídas de los higos o de otros frutos.
En algún caso, el vino es un arma política que personajes como Ab d al-Rahmán III utiliza con maestría:
Un día que en una de sus audiencias acababa de recibir una copa de vino de mano de Ben al-Salim, mientras cortaba una manzana con un cuchillo, exclamó: «Quisiera cortar igual la cabeza de quien yo sé que ha adquirido una gran fortuna en nuestro perjuicio y no entrega nada de ella al tesoro”… Ben al-Salim no dudó de que se trataba de él y todo cortado… habló así…
“Sí, lo declaro, tengo una gran fortuna… y la he adquirido economizando… y no te daré de ella ni un dirhem». Pero tal cortesano con el propósito de alejar el terror que le había sobrecogido, se puso a beber demasiado…
Llegó la ebriedad y nuestro hombre comenzó a vomitar… Al cabo de algunos días éste envió al califa cien mil dinares que al-Nasir aceptó…
Y los poetas andaluces no desmerecen a los cristianos cuando dedican sus poemas al vino, según puede verse en el panegírico-requiebro dedicado, por su amante, según García Gómez, a un visir llamado Muhammad:
Me dejó lo que sufro / desmedrado y sin arranques…mas me guardo el secreto, salvo que beba vino…y mi embriaguez me delate…porque el vino, si es puro, saca lo que el pecho esconde…¡A salud del amigo sirve el vino, sin temores!…Sírvelo como un néctar, de fulgor que roba el alma…dámelo como un oro cuyo color arrebata…pásalo en copas grandes a la salud de Muhammad…Al visir con gran vaso hemos de rendir honores…con licor que, dorado, de una blanca mano corre…
Sorprendentes versos para quienes piensan que los musulmanes nada tienen que ver con el vino pueden ser los versos de El Ciego de Tudela:
Con los nocherniegos y los guardianes…a un figón cristiano vine a llegarme…Rápida una moza nos trajo el vino cortés musitando…Sed bienvenidos…Tabernera amable -dije a la hermosa…¿entra en vuestros usos beber en copa?…Mal no veo en ello -me dijo-…Es cosa que por tradiciones muy venerables hicieron prelados y sabios graves…
Y es posible encontrar un vago recuerdo de los poetas goliardos en los versos de Ibn ‘Ubbada:
Tan sólo de cantares y de vino me hables…pues todos mis afanes son el pasar mis tardes…bebiendo mi vino y escuchando cantares…
Beben los andalusíes y beben los orientales, para los que se escribe un manual de protocolo en el que se dan consejos a la hora de beber:
En este terreno, los elegantes, los hombres virtuosos y los hombres corteses, no beben los vinos comunes, y sólo beben los caldos más generosos, como el fermentado al sol, el de uvas pasas, el de miel, el arrope de uvas, el mosto concentrado, el mezclado armoniosamente, y no se acercan a las bebidas que tienden a espesarse ni a las que se enturbian, pues sólo beben vinos puros. Desdeñan el sirope de dátiles, pues es bebida del vulgo y de los plebeyos, y lo beben tenderos y criados…
Entre el refinamiento y la borrachera se mueven los anfitriones del castellano Ruy González de Clavijo, enviado por Enrique III a Asia, a comienzos del siglo XV, para felicitar al gran Tamorlán por sus éxitos militares:
La mujer del príncipe Miraxa… hizo gran fiesta y mandó llamar a ella a los embajadores… Cuando los embajadores estuvieron cerca de sus tiendas, hallaron por el suelo puestas muchas jarras de vino… Los que escanciaban el vino lo echaban en unas tazas de oro, pequeñas y llanas, y las ponían en sendos platos pequeños de oro, llanos… Y cuando era mediado el camino, hincaban el hinojo derecho en tierra tres veces y se llegaban cerca de donde la princesa estaba, y allí tomaban las tazas con los paños, que no las tocaban con las manos, y se arrodillaban ante la princesa y las otras dueñas, y en cuanto ellas tomaban las tazas, los que llevaban el vino quedaban con los platos en las manos y se levantaban y se venían atrás andando, que no volvían las espaldas a ellas… Y cuando habían bebido, se levantaban e iban ante ellas, las cuales ponían las tazas en aquellos platos que los servidores llevaban en las manos, y se iban sin volver la espalda. Tanto fue el beber, que sacaban delante de ella los hombres beodos. Ellos tienen esto por gran nobleza y entienden que no habría placer donde no estuviesen los hombres beodos.
Del libro VINO Y CULTURA EN LA EDAD MEDIA. JOSÉ-LUIS MARTÍN…https://core.ac.uk/download/pdf/71524821.pdf…Texto tomado del sitio Biblioteca Gonzalo de Berceo.
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