La historia de la anguila navideña

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El plato navideño italiano que asustó a niños y alimentó a generaciones. Un texto tomado del sitio Eats History.

En Italia, la Nochebuena no huele a jamón ni a pavo. Huele a mar. Huele a aceite de oliva caliente, ajo y a una criatura que una vez aterrorizó a medio Nápoles.

Antes del panettone había un plato en el centro de la mesa navideña italiana con siglos de significado. La humilde y sorprendentemente feroz anguila. Conocida como capitone en el sur y anguilla en el norte, esta escurridiza criatura se convirtió en uno de los alimentos navideños más emblemáticos de toda la península.

La tradición se arraiga profundamente en el simbolismo medieval y cristiano primitivo. Los primeros católicos creían que era esencial abstenerse de carnes rojas en Nochebuena, lo que significaba que el pescado se convertía en la opción natural.

La anguila destacaba por una razón única: se asociaba antiguamente con la buena fortuna. Las familias italianas creían que el movimiento de la anguila representaba al mismísimo diablo

Matar la anguila antes de Navidad simbolizaba la liberación del mal antes del nacimiento de Cristo. Era un ritual poderoso que convertía un plato sencillo en una purificación espiritual.

Con el paso de los siglos, preparar la anguila navideña se convirtió en un momento que las familias esperaban con ilusión cada año.

En Nápoles, la tradición adquirió un cariz más dramático. Las familias compraban la anguila viva en los bulliciosos mercados callejeros. Estas anguilas se guardaban en cubos en la cocina hasta la Nochebuena.

Los niños observaban con fascinación o temor cómo sus padres las preparaban. Para el siglo XIX, el capitone napolitano se había convertido en un elemento distintivo de la festividad.

La anguila se limpiaba, se cortaba en trozos y se freía en aceite de oliva hasta que estaba dorada y crujiente. El aroma inundaba cada callejón del Barrio Español.

Incluso hoy, los pescaderos napolitanos instalan puestos especiales de anguilas cada diciembre. La multitud se reúne. Los vendedores cortan las anguilas al ritmo de un tambor. Es un trocito de historia viva.

Más al norte, a lo largo del río Po, la anguila adquirió una forma diferente. Venecia y Comacchio eran famosas por su pesca de anguilas mucho antes de que se formaran las tradiciones navideñas.

Estas anguilas se asaban a la parrilla o se guisaban en salsas. En algunos hogares, la anguila se marinaba en vinagre y especias para conservarla durante el invierno. Las familias de Lombardía comían anguila con polenta.

En Emilia-Romaña, la anguila era un plato habitual en la cena de la Vigilia. La anguila navideña nunca fue solo una costumbre sureña. Era una tradición nacional que se adaptaba al paisaje y al gusto de cada región.

Si alguna vez se encuentra en Italia durante las fiestas, deténgase a observar a los pescaderos. Escuche a las familias discutir qué anguila tiene mejor aspecto. Huela el aceite de oliva en la sartén. Sentirá el peso de siglos en ese momento.

La anguila navideña no es solo un plato. Es una tradición que sobrevivió a guerras, reinos, migraciones y sabores modernos. Y continúa contando una historia que solo Italia podría escribir.

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