Por aquellas mujeres, en El Casal de Catalunya

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Mariana Baranchuk

Salir a comer fuera de casa es mucho más que satisfacer la necesidad de alimentarnos. Es encuentro, es compartir, es ceremonia. Desde el bodegón al más afamado restó de la ciudad. Hay comunión y rito en ese encuentro entre el espacio, los colores, los aromas, los sabores y quienes participan del ritual.

Muy reciente Noche de los Museos en Buenos Aires. Un grupo variopinto de cinco mujeres deciden seguirle los pasos y la historia a aquellas primeras diputadas y senadoras que pagaron con la cárcel su audacia de darle voz a la mujer por primera vez en los sacrosantos (y masculinos) territorios de la Cámara de Diputados y de Senadores de la Nación.

Luego de haber conquistado el derecho a elegir y ser elegidas como representantes del pueblo y de las provincias, de haber participado activamente en las diversas comisiones, la autoproclamada Revolución Libertadora les hizo pagar su audacia encarcelándolas en el Ex Asilo Correccional de mujeres, administrado por las monjas de la Orden del Buen Pastor. Una historia que recién hoy comienza a ser develada cuando las mujeres requieren de ley de cupo para poder estar presente en los lugares donde se legisla la suerte de todas y todos nosotros.

Quienes fuimos a recorrer sus pasos del Congreso al Museo Penitenciario Federal, lo hicimos también a modo de homenaje pero hacia el final del recorrido el hambre empezó a clamar por una gratificación.

Difícil encontrar dónde cenar más allá de las 23.30 de un sábado donde media ciudad deambulaba por las calles y en que todo recinto de San Telmo se autopercibe museo.

Así llegamos al Casal de Catalunya, en Chacabuco 863 y fue rito y fiesta.

Desde el estilo de las paredes a la manera en que el mozo colocaba la servilleta en cada plato, nuestras cansadas piernas y famélicos estómagos se desparramaron en las sillas y arremetieron contra la panera y una sutil mayonesa de ajo, mientras se encargaba el vino y una tortilla de papas con chorizo colorado que nos dejó mudas de placer y con las mandíbulas batientes. El vino era Tapiz Reserva, un Malbec mendocino altamente recomendable de esos que se expanden por la boca y te obligan a anotar el nombre para la próxima visita a una vinería.

Pero lo bueno estaba por llegar, una parrillada de pescados y mariscos que no aplaudimos de puro reprimidas nomás. Tenía todo lo que tenía que tener: variedad de pescados a lo que se sumaban camarones; pulpo; mejillones; ostras y los langostinos más grandes y perfectos que puedan imaginar. Abundante y sabroso como se observa en las fotos que acompañan.

A los postres no llegamos, aunque hubiésemos querido.

Los precios no son populares por cierto, pero de vez en cuando -y si la realidad lo permite- hay que decir má sí, quién me quita lo degustado. Para una próxima visita queda, sin lugar a dudas, degustar el cochinillo que se presenta como la gran especialidad de la casa. Un lugar hermoso, bien atendido y para salir pipones.

Por supuesto, los sucesivos brindis fueron por aquellas mujeres que nos abrieron el camino a todas nosotras.

El Casal de Catalunya Restaurante

Chacabuco 863- CABA-

Horario: Martes a sábado: de12.00 a 17:00 y de 20.00 a 24.00. Los domingos, de 12.00 hs a 16.00 hs

Reservas al 4873-2988

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