Rojas que te quiero rojas

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Banderillas de los finales de primavera y del verano que se acerca. Tiempos rojos, que algunos malician y otros anhelan, pero al saber de vosotras, frutillas orondas y con brillos, si hasta con picores en el dulzor, pocos, casi nadie, deja de rendirse ante tu flor y fruto.

Para los postres ya veremos, pero también con las hojas de sus plantas bajitas, apenas si sobresalen de la tierra y proclamadas para ensaladas verdes; quienes no la probaron ni se imaginan lo pueden ellas ser en pareja de a tres con las de mostaza y espinacas, aceite de oliva, jugo de limón, sal y pimienta.

Y qué contar acerca del Borgoña en jarra con tanto frescor que refulge: vino tinto, el Malbec se da de amores para el atrevimiento y abundantes frutillas al medio cortadas, un algo de jugo de naranja y hielo esculpido con formas de los cielos…Es un decir, ¡bah!Temporada de frutillas: 8 formas de disfrutarlas - La Tercera

Los que saben dicen que es un fruto nativo de las Américas y con fama leyenda una sutil variedad que ve la luz del día y la negrura de la noche bajo las estrella de Chile, que vendría a ser algo así como la madre de todas las frutillas que hoy se disfrutan en el mundo.

En el sitio de Star Tres y en la Red Latinoamericana de Blogs de Ciencia (@RedLBC), Gabriel León relata una historia que aquí en parte les ofrecemos.

Afirma que nunca existieron en la naturaleza. Que la frutilla comercial que todos conocemos se llama Fragaria x ananassa (algo así como frutilla piña) y la x en su nombre denota que se trata de un híbrido entre dos especies diferentes de frutilla: la Fragaria virginiana y la Fragaria chiloensis.

Y lean con atención lo que sigue de ese relato:

El 7 de enero de 1712, el teniente coronel Amédée François Frézier –un ingeniero de 30 años– zarpó rumbo a Chile a bordo del St. Joseph, un barco mercante Francés (…). Fue enviado como espía por el Rey Luis XIV con la importante misión de hacer mapas más precisos de los puertos y fortificaciones Españolas que había en la costa de Chile y Perú. (…). Adicionalmente, hizo algunas interesantes observaciones sobre la flora y fauna que encontró durante su viaje. Una de las cosas que más llamó su atención fue la presencia de un tipo de frutilla que no se conocía en Europa, llamada quellghen por los mapuches –quienes además la cultivaban – y frutillar por los españoles (…).

El 19 de febrero de 1714, Frézier se embarcó rumbo a Francia llevando junto con sus notas y dibujos, cinco plantas de quellghen, a las que describió como “Fragaria Chiliensis, fructu maximo, foliis carnosis hirsutis, vulgo frutilla” en un libro que publicó más tarde, titulado “Viaje a los mares del sur” (…). Ninguna de las plantas que llegaron a Europa dio frutos. La explicación para esto es que Frézier tuvo la mala fortuna de elegir cinco plantas femeninas. La existencia de sexos separados en las flores –plantas dioicas– no era conocida en esa época para las frutillas, por lo que Frézier no tenía forma de saberlo. Así, las plantas crecían y daban flores, pero no producían frutos. Gracias a que las frutillas se pueden reproducir vegetativamente por esquejes –es decir, sin producir frutos– pronto las plantas de frutilla chilena fueron distribuidas por parte importante de Europa (…).

En 1765, nació el primer híbrido derivado de la frutilla chilena, bautizado como Fresa Piña o Fragaria x ananassa. Estas plantas eran hermafroditas perfectas, por lo que se podían polinizar sin la necesidad de crecerlas junto a plantas de especies diferentes. El mejoramiento genético posterior ha permitido generar las diferentes variedades de frutillas comerciales, todas derivadas de la frutilla chilena.

Las frutillas, cada vez con más propiedades para mejorar la salud -  Agritotal¡Ay roja que te quiero roja!

Frutillas frescas, enteras y apenas sin los cabillos verdes de sus testas, encopetadas como lecho que espera su crema espesa batida, para algunos sin necesidad de llegar a punto Chantilly, y quizás, tan sólo quizás, un cierto beso de azúcar más blanca que la luna blanca.

Y si les parece, más simple: ellas las rojas en mitades y tan solas con el jugo de algunas naranjas, que si son éstas de la variedad sanguínea – pese a la las dificultades de la contra estación entre ambas frutas – ¡qué sí y sí, mucho mejor!

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