Ni el “pernó” ni el de Manhattan…Sos el Puente para comer en peruano

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Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera y en un “pernó” mezcló a París con Puente Alsina, dice Discépolo en Cambalache, y tal cual dice un mural callejero, para el Diego, el 10 o simplemente Maradona, cruzarlo era como atravesar el de Manhattan

Homero Manzi le escribió en una milonga que lleva su nombre, ya no serás el que en las brumas del río vio chispear el brillo frío de las dagas que concitaba la traición

Cómo no recordar al Tigre Millán, malevo que, cuenta la leyenda, durante las primeras décadas del XX, paraba en boliches y bodegones de por allí y una noche cayó a balazos cuando dos polis encubiertos lo emboscaron. Pobre Tigre que una noche en Puente Alsina dos cobardes lo mataron a traición, dice la letra que Francisco Canaro compuso en 1934.

Y sin evocaciones tangueras pero sí con memorias tan dolorosas como recientes…Fue Puente Alsina, en el 2002, el escenario de uno de los tantos, cientos, miles de crímenes cometidos por nuestra Policía Federal (y otras), cuando en la noche del 14 de septiembre, el joven Ezequiel Demonty fue obligado a arrojarse al Riachuelo y nadar hasta la otra orilla bajo amenaza de muerte. Y falleció.

Pero esta vez, sobre una noche de hace apenas un par de cielos con estrellas – como el cielo de Pompeya y más allá la inundación. Tu melena de novia en el recuerdo y tu nombre florando en el adiós- , sobre felicidades escribimos.

Fuimos hasta lo bordes mismos de la ciudad de Buenos Aires, al Sur, donde muere el barrio de Nueva Pompeya, sobre las aguas sucias que lo separan de ese conglomerado que se llama Conurbano y es el ámbito estelar de lo que quizá sea el teatro social y político más complejo de la Argentina toda.

Una escalera que, desde la vereda y junto al bar con encantos de misteriosos, secretos y encubridores billares, sube sin casi anunciar su nombre…

Pero El causita se llama. Lo llevan adelante Ana Torres Roque y Menelio Ayala, cocinera y cocinero. Peruana y peruano, jóvenes, laburadores para calificarlos en buen porteño, y con esa calidez tan especial que algunos, no muchos a decir verdad, tienen para atender a sus comensales y hacer que ellos se sientan como entre viejos amigos…

Pero sobre toda las cosas, hacedores de una cocina peruana – de las más poderosas de la América toda – sencilla, austera si se quiere, y sabrosa, que debe ser el principio, causa y consecuencia de ese hacer, ya sea para otros por amor al arte o como oficio, o a para uno mismo y los suyos cercanos de todos los días.

Un salón que parece más un comedor para trabajadores que un restaurante; con un ángel especial y manteles recién salidos del lavadero. Sin estridencias decorativas, apenas si un televisor con música e imágenes sobre una de las paredes, dos heladeras para que la cerveza esté fría y ventanas amplias y corredizas, con cortinas, dese las cuales el Riachuelo, el Puente Alsina y los coches que van y vienen, o sus estelas de luces; todos nos guiñan sus ojos si vernos.

Muy buenas noches, y aquí estamos, con hambre…

Y una sonrisa anfitriona nos alargó la carta, una cartulina plastificada en la cual se enuncian los platos y sus precios.

Variados. No falta nada de lo que suele acontecer sobre las mesas de los bodegones peruanos que habitan en la ciudad – en Nueva Pompeya los hay en cantidad y para elegir, algunos  con nombre curiosos como el Juanita y Tiburón, por ejemplo, sobre la avenida del Puente y la Basílica – : causas, ocopas, chicharrones, ceviches, ajíes y secos, y podríamos seguir.

Pero nosotros fuimos sí por la fama bien ganada que tienen los anticuchos de El causita; y la comprobamos y ratificamos tras la grata sorpresa que nos llevamos: los sirven en parrillada

Es decir, a las brochetas de corazón de res con sus aliños y pócimas se le suman casi en forma de torrecilla milagrosa, las de  pollo, más carnecitas, tripas chorizos y mollejitas de ave sobre las brasas, todo acompañado por las infaltables papas a la huancaína, maíz blanco desgranado y una plato de batatas o mandiocas fritas…Y sí, cervezas frías y la charla, la conversación a la vera tranquila de los sabores…

Sus precios, populares, sin eufemismo alguno…Se lo recomendamos, El causita es para ir y volver…

¡Ah, nos olvidábamos…queda ahí mismo, casi sobre el Puente, en el 1527 de la calle Echauri y sus teléfonos y WhatsApp son: 11 3295 7721 y 11 2544 1295…

No se lo pierdan.

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