¡Qué reviva el puchero de la buenaventura que veló por Maradona!

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El que palpitó en una olla de periodistas sobre el borde del Mundial México ’86. Cerca del Estadio Azteca, que ya se había postrado ante la mano de Dios y el que, en el minuto ’85  del último encuentro, como si del Vellocino de oro de Jasón y los Argonautas se tratase, vio que el pie de un tal Burruchaga llevaba a la gloria al más glorioso y al fútbol de los argentinos…

Sí, que reviva; y se me ocurre que no sólo para la bienaventuranza de los que habitan desde la orilla Oeste del Río de la Plata. Aunque algún superchero localista se ponga rojo de fastidio, intercedo desde mi pobre alma de Peje empedernido para que la justicia que seguro propicio aquel ya lejano cocido, olla podrida o más conocido como simple pero beatífico puchero de los amores, resucite entre las arenas y los turbantes parteros de dólares y petróleo, y lleve hacia  la consagración final a cualquiera de las escuadras sudacas que están por batirse en el desierto con rascacielos y aires acondicionados; de puro arbitrario que soy, y ¡minga con eso de que gane el mejor, qué la Copa venga para estos lares sufridos por tantos latrocinios!…

Sucede lo siguiente. Mi amigo Ducrot me contó que por aquellos tiempos del ’86 él y otros que sí ya ellos eran bronces entre los escribas latinoamericanos, como el cubano Elmer Rodríguez y los uruguayos Aram Aharonian – sí, el mismo que es comensal de Tomate – y Angel Ruocco, formaron parte de la pandilla de periodistas enviada por la agencia de noticias Prensa Latina a cubrir el magno acontecimiento del balompié global (¡qué frase de maqueta vieja!), y…

Pero antes mi compulsión por las digresiones, lo siento…Una lágrima se me escapa por el escotillón del alma pejerreyesca porque sé lo que mi amigo debe estar sintiendo a la vez que me narra lo que les estaba contando y seguiré haciéndolo en una par de párrafos más,

Para quienes de niños el fútbol fue algo así como un consuelo por no ser ellos compañeros de andanzas de Sandokán y luego una trama del decir y del hacer para conquista de sus cuerpos, el Mundial del ’70, también en México y quizá el del mejor partido de la historia – Brasil 4, Perú 2 – y del brillo más estelar de Pelé, también fue algo así como el inicio de la caída, de la evanescencia sin vueltas del fútbol como tal, pues comenzó su derrotero hacia quedar casi tan solo como negocio de los grandes medios de comunicación y de una trama empresaria las más de la veces entre las tinieblas de lo criminoso; y faltaba lo de Qatar, el mundial de uno jeques que ni en sus más prohibidas fantasías oníricas tuvieron una pelota entre los pies…Ya está.

Vuelvo a mi historia primera, que es la que viene al caso de tan insigne publicación sobre cocina como patrimonio cultural; ¡chúpense esa tanjarina!, dirían los de la Celeste…Además de ser notable periodista, Ruocco gozaba de fama bien ganada como cocinero de postín, y lo era…Sus colegas le colmaron en tal forma la cornucopia, y no de frutas justamente, para que se hiciera cargo de un banquete iniciático antes de que culminase la justa y de ellos las labores escriturarias, que finalmenDe titular a nada: Daniel Passarella en México 1986 | Cultura Redondate una noche tuvo lugar el acontecimiento, en habitáculo prestado, muy cerca del Azteca y a pocos días de aquella final a la que hice referencia cuando ustedes comenzaron con esta lectura que seguro los atrapa…

Carnes de chancho y de res, de gallináceos y hasta de cordero que ni a su adolescencia había llegado; chorizos y embutidos de sangre y frutas secas; papas y boniatos, y toda la pléyade de vegetales y sazones que la ortodoxia pucherera obliga con fuerza de ley, más otros del coleto propio de la gastronomía inacabable y de realeza sin par que es la mexicana.

Por supuesto que algunos de sus tantísimos chiles, y antes para la botana que fue aperitivo, parece que inolvidables resultaron las tortillas de de maíz y de trigo con huitlacoche, que es un hongo de la mazorca, ambrosía del Olimpo…Habían llegado las cervezas – las Tecate y las Modelo–, y los hijos de Funes (por lo memoriosos) recordaban, según palabras de Ducrot, que un colado inglés, colega de ellos que en sus notas no hacía otra cosa que cantarle loas a Maradona y a la mano de Dios, aportó nada menos que unas botellas de Tequila Añejo Don Julio y otras de Mezcal con gusanos de Oaxaca

La mano de Dios

Los menos consideraron que por obra y gracia de la magia cocinera de Ruocco, los más que por consecuencia del libar generoso, lo cierto fue que los presentes fundaron una suerte de efímera logia secreta encargada de conducir los embrujos de los platos y las copas para que a Maradona y su cruzados la bienaventuranza los bendijese con el campeonato y los laureles que finalmente supieron conseguir…

Todo eso que leyeron fue para decirles el por qué de este textillo como ocurrencia: No son ni la sombra de aquél genio de los márgenes de la vida y del centro del planeta fútbol, protestón, inasible pero rebelde. Estos sí notables futbolistas, pero condescendientes con el poder y sólo súbditos, en fin…Pero sin la paleta cocinera de Ruocco y sin aquella noche cerca del Azteca, que el puchero, tal vez el Pucherito de gallina que pueden oír en la sección Tango a la parrilla, guie a Messi, a Neymar o a Suárez, a alguno de los sudacas, hasta la propia gloria en Qatar…¡Salud!

 

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