Ceviches y otros platos para “nuestros desaparecidos”, dicen en México

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Eunice Lozada

Cocinar es invocar, con ese pensamiento comenzamos la preparación colectiva de cuatro de las setenta recetas que contiene el Recetario para la memoria, una compilación de los platillos preferidos de personas desaparecidas en el estado de Guanajuato, compartidos por los familiares que participan en los colectivos de búsqueda.

“La intención es hablar de ellos desde un lugar de vida”, dijo Zahara Gómez, editora del proyecto, y así fue. Unas quince personas respondimos al llamado del Centro Cultural España para compartir la cocinada con dos mujeres buscadoras: Cecilia Aguirre, quien busca a su hijo Óscar Miguel Ángel Flores Aguirre, y Yoha García, quien busca a su sobrino Jonathan Alan García Hernández.

Comandadas por la chef Ana Karina Rodríguez, de la Lonchería la tía de las muchachas, en Cuernavaca, y su equipo de trabajo, comenzamos con el primer guiso que más bien fue el postre: Ensalada de manzana para José Luis y Antonio, desaparecidos en 2013.

Esta receta la compartió Yolanda Hernández, hermana de José Luis, quien contó que, aunque encontraron calcinado el auto en el que ambos viajaban, nunca le dieron información sobre los cuerpos y por eso, ella los sigue buscando.

Continuamos con la picada de ajo y champiñón para recrear los Champiñones al ajillo, favoritos de Jonathan García, víctima de una desaparición forzada luego de ser detenido por la policía un 25 de octubre de 2019, sin que luego se supiera algo de él.

Primero, Yoha dejó calentar el ajo en una cazuela de barro; mientras esperábamos la sazón, la buscadora comentó con contundencia Quienes estamos en los colectivos, entramos para buscar a nuestro familiar, pero luego sabemos que los desaparecidos son de todas porque, cuando hemos encontrado personas, nos da una satisfacción enorme, aunque no tengamos certeza de que sea alguien nuestro. Yo pienso que es como si se liberara un alma.

Comer es el acto natural que nos mantiene con vida y es el acto cultural de los encuentros. Compartimos la mesa con quienes sentimos nuestros, las celebraciones tienen un sabor en específico y siempre serán motivo de gozo.

Pero, ¿A qué sabe la pérdida? ¿Qué pasa con ese gusto al no saber si quienes amamos tienen algo que comer, cuando no sabemos dónde están? Es admirable la fortaleza de Cecilia y Yoa, que representan a quienes conforman a los cerca de 100 colectivos de búsqueda en todo el país. No vamos a parar hasta encontrarlos, afirmaron.

Como tercer platillo, Karina nos mencionó el Salpicón para Eliot. Entonces, yo imaginé el salpicón de res que suele cocinar mi madre, con zanahorias y lechuga, pero ese fue totalmente diferente.

En un audio, Elvira Martínez, abuela de Elliot Barrios Molina, desaparecido a los 14 años en 2019, comentó que el adolescente solía comer todo lo que le daban, que era un niño tierno, encantado con los tacos al pastor. Como él estaba bajo su tutela, y ella cocinaba para ocho personas, buscaba platillos prácticos y así le compartieron la receta:

Cebolla picada, atún, jitomate picado y chipotle machacado, todo sazonado en su punto para soltar un aroma que, esperábamos, pudiera trascender hasta donde estuviera Elliot, que de alguna forma él supiera que aun sin conocerlo, cocinábamos con él en el pensamiento.

Para el último guiso, Cecilia nos pidió picar su ingrediente predominante: la cebolla. De manera inevitable, brotaron las lágrimas. Óscar siempre preguntaba ¿Qué vamos a comer hoy? y se alegraba cuando sabía que comeríamos ceviche, contó.

Cada quien con su estilo comenzó a pelar y picar el pepino y la zanahoria. Cecilia, con toda su habilidad picó el cilantro, más  cebolla y sazonó la mojarra picada para dejarla marinando en suficiente jugo de limón. Mi hijo trabajaba en un Uber y se lo llevaron en una moto en 2020, era un muchacho trabajador y es injusto cuando dicen que todos los desaparecidos andaban en malos pasos, no dudo que haya quienes sí, pero no se vale generalizar.

Cocinar para recordar y para la vida

Te cocino esperando que, donde quiera que estés, tengas algo que comer.

La cocinada colectiva comenzó a la una y durante cinco horas los temas de conversación giraron en torno a nuestra comida preferida, los platillos desconocidos, y al trabajo de las colectivas en diferentes puntos del país. A las seis y media comenzaron a llegar los invitados a la presentación del libro. Las cocineras nos alistamos para presentar nuestros platillos: Ceviche, salpicón, champiñones al ajillo y manzanas con crema, todos en pequeños cuadros de hoja de maíz fresca y seca, así como hoja de plátano.

Frente a los asistentes y a lo largo de la cocinada, Daniela Rea, Zahara Gómez y Clarisa Moura explicaron que el proyecto se gestó durante el acompañamiento que les hicieron a los colectivos y dimensionaron la importancia de la comida como un punto de encuentro. Vemos esto como un proceso de alquimia, una forma de invocación en el que sepan que se les está pensando y se les va a encontrar, que donde sea que estén tengan alimento, comentó Daniela.

Finalmente, habló Diana Ríos, integrante del Equipo Mexicano de Antropología Forense y una de las cocineras de esa tarde: Hace un rato Daniela me preguntó cómo sentía usar ahora los guantes de latex para la vida y no para la muerte, y es cierto, siempre traigo guantes de latex en la búsqueda de los restos, pero hoy me posicioné desde otro lugar, el de la memoria y la vida.

*Texto publicado el 24 de agosto pasado en el sitio SaboresSonHistorias.

 

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