Me pondré un saco hecho con lo que quedó de una ensalada de frutas

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¿Extravagancia o dislate de los tomateros en una mañana lluviosa de domingo y primavera en Buenos Aires?

De ninguna manera. Sólo una humorada lo del título, y si tienen ganas lean lo que le tomamos prestado a la CNN.

¿Qué se obtiene cuando se alimentan bacterias con desechos industriales de frutas?, se pregunta la cadena global de TV.

Y se contestó a sí misma: Puede que una chaqueta de cuero amarilla no sea su primera respuesta, pero es exactamente lo que surgió de una colaboración entre la marca de moda danesa Ganni y la empresa mexicana de biomateriales Polybion.

Se trata de un prototipo único como testeo para  futuras colecciones. Está hecha de celulosa bacteriana y, en lugar de intentar replicar las características del cuero, está diseñada para sentirse como un material completamente nuevo.

Nos impresionó el hecho de que a mucha gente le encantara la chaqueta porque el material no se parecía al cuero. Es muy fácil reconocer que no se trata de cuero, pero tampoco de plástico. Tiene una sensación única, dijo Alexis Gómez-Ortigoza, cofundador de Polybion.

Aunque se produce utilizando algunos de los métodos asociados con el cuero tradicional, el saco tiene una huella de carbono mucho menor, sin comprometer la resistencia y la respiración de la prenda, dicen sus creadores. Esta es la primera chaqueta fabricada por una marca mundial a partir de nanocelulosa bacteriana, por lo que es un hito bastante importante para la industria de los biomateriales, dijo Alexis Gómez-Ortigoza, cofundador de la mexicana Polybion.

Gómez-Ortigoza, con experiencia en finanzas, fundó Polybion en 2014 con su hermano, Axel, con experiencia en biotecnología. Junto con su amiga y científica de materiales Bárbara González Rolón, inicialmente se centraron en el micelio, una red de hilos de hongos en forma de raíz, y abrieron una planta piloto para materiales de micelio.

Hace unos cinco años, un amigo mío entró en mi oficina y me mostró un frasco de kombucha…Aislamos nuestras primeras bacterias de esa bebida, añadió Gómez-Ortigoza

La kombucha es una bebida de té fermentado y la biomasa bacteriana de ese frasco, llamada Celium fue utilizada para fabricar la chaqueta.

Para alimentar a las bacterias, Polybion utiliza restos de plantas locales de producción de frutas enlatadas, principalmente mangos.

Alimentamos a las bacterias con desechos de frutas, que son extremadamente abundantes aquí en el centro de México, dijo Gómez-Ortigoza.

Los desechos de la fruta suelen terminar en un vertedero, donde se descomponen y generan metano, un gas de efecto invernadero 25 veces más potente que el dióxido de carbono para atrapar el calor.

En otro orden pero también en referencia a la utilización sustentable de deshechos, en este caso para convertirlos en energía, la colaboración entre el sector público, el privado y la propia ciudadanía en favor del avance de las agendas climáticas puede adoptar distintas formas.

Ese es el caso del programa Biogas ICE, en Costa Rica, que busca promover la autosuficiencia energética de las empresas agropecuarias la conversión de desechos orgánicos en biogás.

Volvamos a nuestro saco resultante de una ensalada de frutas.

Polybion está explorando la posibilidad de utilizar Celium para fabricar algo más que textiles, incluido cartón, hilo, madera de construcción e incluso apósitos para heridas.

La chaqueta es una pieza única y aún no está a la venta, afirmó Lauren Bartley, directora de Sostenibilidad y RSC de Ganni.

El diseño de la chaqueta es la misma silueta que Ganni presentó con éxito en colecciones anteriores utilizando materiales tradicionales, usada por Michelle Obama en una versión de algodón orgánico.

Elegimos un color amarillo para darle la misma sensación de luminosidad e impacto que las versiones del blazer en rosa brillante y verde confeccionadas en lana de colecciones anteriores”, añadió Bartley.

Las casas de moda exploran cada vez más materiales innovadores como forma de hacer que sus prendas sean más sustentables.

La industria textil está considerando los residuos agrícolas y alimentarios como materia prima viable para esta nueva revolución material en respuesta a la crisis climática, haciendo un mejor uso de los recursos planetarios sin la necesidad de utilizar recursos vírgenes, afirmó Kate Goldsworthy, profesora de Diseño Circular e Innovación en la Universidad de las Artes de Londres.

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