Sayonara pescafrit…O Juan para ustedes: sus empanadas de jibia
Los vientos soplan desde los cuatro puntos cardinales sobre las playas del Atlántico bonaerense. Atájense cuando llegan la sudestada o el pampero de verano, y templen sus ánimos cuando vienen del Norte. Pero también se trata de litorales a la feliz merced de corrientes imaginativas.
Ni les cuento su poder si hablamos de Mar del Sud, villa veraniega que queda al sur de Miramar y goza de una cualidad única…Allí habitan duendes y poetas, misteriosas criaturas de la playa, que te enamoran o te ahuyentan, siempre para siempre.
Es un lugar para la memoria. Por eso las primeras palabras de nuestro título: Sayonara pescafrit, que fue el voceo en otros tiempos – hace décadas -, un poco más al Sur, en Necochea, de un vendedor playero de pescaíto frito; casi nuestro homenaje a la creatividad de los vendedores ambulantes que caminan y hasta trotan sobre las arenas de conchillas que al medio día abrasan al más pintado.
La de hoy no es una historia sobre pescaditos fritos en la playa sino acerca de alguien sobre quien hace un tiempo ya escribimos.
Juan Ignacio Zacarías vive Mar del Sud y vive de la pesca: sí, literalmente…A pocas cuadras del mar pero donde la villa ya sabe a campo. Casi sobre la principal que a esa altura es de arena, verán un cartel que dice: A 50 metros Juan, el pescador.
En lo de Juan podrán aprovisionarse con la pesca del día, toda vez que los vientos y los oleajes le permitan zarpar de la playa con su bote a motor y equipado para capturas artesanales: corvinas, meros, salmones, cazones, pescadillas son algunas de la piezas con que suele proveer a su clientela…Y mariscos de la mejor calidad del mar austral que acarrea desde Mar del Plata.
Palpita un mar de acero de olas grises dentro los toscos murallones roídos del puerto viejo. Sopla el viento norte y riza el mar. El triste mar arrulla una ilusión amarga con sus olas grises. El viento norte riza el mar, y el mar azota el murallón del puerto. Cierra la tarde el horizonte anubarrado. Sobre el mar de acero hay un cielo de plomo. El rojo bergantín es un fantasma sangriento, sobre el mar, que el mar sacude… Lúgubre zumba el viento norte y silba triste en la agria lira de las jarcias recias. El rojo bergantín es un fantasma que el viento agita y mece el mar rizado, el tosco mar rizado de olas grises…Antonio Machado.
Antes que el sueño (o el terror) tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era. ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento y antiguo ser que roe los pilares de la tierra y es uno y muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento? Quien lo mira lo ve por vez primera, siempre. Con el asombro que las cosas elementales dejan, las hermosas tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día ulterior que sucede a la agonía…Jorge Luis Borges.
El mar es el Lucifer del azul. El cielo caído por querer ser la luz. ¡Pobre mar condenado a eterno movimiento, habiendo antes estado quieto en el firmamento! Pero de tu amargura te redimió el amor. Pariste a Venus pura, y quedose tu hondura virgen y sin dolor. Tus tristezas son bellas, mar de espasmos gloriosos. Más hoy en vez de estrellas tienes pulpos verdosos. Aguanta tu sufrir, formidable Satán. Cristo anduvo por ti, mas también lo hizo Pan…Federico García Lorca.
Son todos esos mares y los de múltiples relatos de marinerías, soledades y abordajes, puertos y tabernas; son esos los mares de todos los pescadores.
Y hoy entonces: Más hoy en vez de estrellas tienes pulpos verdosos. Aguanta tu sufrir, formidable Satán. Cristo anduvo por ti, más también lo hizo Pan…
Las empanadas de Juan no son de pulpo, claro, porque no hay Cristo en estos días de Argentina que pueda pagarlas – bueno, sí los hay, pero sobre ellos no solemos escribir en Tomate– sino de jibia, que los mentirosillos de feria tratan de hacerla pasar por pulpo…
Son las jibias los dichosos calamares gigantes de Humboldt, traídos desde Pacífico.
Las empanadas de Juan: caseras y, a nuestro gusto, únicas o muy difícil de igualar, con bestezuelas importadas de Perú.
También las prepara de salmón del Atlántico y de mariscos varios, y la verdad sea dicha: el problema es uno, decidir cuál de ellas sabe mejor, por la calidad de los rellenos, las texturas de las masas y sus justezas en el horneado.
¿Los precios? Más que ajustados a la realidad de sus comensales más fieles.
Juan el pescador
Mar del Sud
Sobre calle 100 después del asfalto a uno 300 metros verán en cartel indicador
WhatsApp 54 9 223 505 9810
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