Como no somos finlandeses no le echamos queso al café

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¿Cuántos estilos, gustos y modos conocemos para cuando llega el momento de tomar un café?

No digamos infinitos por favor, porque sonaría a destemplada exageración. Si que varios y diferentes; a saber algunos, y de diferentes naturalezas en tanto en variedades, orígenes, formas de preparación y de ser servidos…

Expreso, de filtro, y en Volturno por ejemplo.

Suave, intenso, ristretto, en pocillo o en jarrito, de especialidad, café puro o ese maldito torrado, que por suerte se comercializa en pocos países, lástima que en Argentina sí.

Con leche, cortado, con crema y lágrima, que le dicen…

Irlandés y al estilo del Mediterráneo oriental, carajillos o con una copita de grapa, y  mazagran, que es frío con jugo de limón, y parece que nacido en el Magreb…

Como desayuno, después de la comidas, como merienda o a toda hora, y en esta órbita gira como esfera eterna esa notable costumbre de ser un café el punto de encuentro para charlas cualesquiera, discusiones, negocios y amoríos…

Podría continuar con la enumeración y sus ciertas misceláneas pero no, hasta aquí; tan sólo un caso más, casi como condena: el Nescafé y sus similares instantáneos y solubles, casi como la vida misma, que en instantánea y soluble se está convirtiendo por acción y desgracia de esta época de mercancía absoluta y lavarropas tecnológicos para cerebros y memorias.

Pero lo que la colega Naiara Ortiz, del sitio español CocinaAbierta, nos recuerda es que, en Escandinavia y sobre todo en Finlandia –país ese que para las estadísticas es en términos proporcionales el mayor consumidor de café- , hay quienes y son muchos que le echan queso.

Esta elaboración se denomina kaffeost y en ella no puede emplearse un queso cualquiera. Los finlandeses toman el café con leipäjuusto, un queso fresco elaborado con el calostro de las vacas, aunque también se puede utilizar de cabra o incluso de reno. Los finlandeses vierten los pedazos de este queso fresco y echan después el café solo caliente, para que le impregne todo su sabor. La suavidad y la grasa del queso contrastan con el amargor del café negro. Así cuenta Naiara Ortiz.

Además recuerda otra forma llamativa a la hora de disfrutar de la mágica infusión originaria de África.

Escribió: En Vietnam es típico tomarlo el café con huevo, una elaboración denominada “Cà phê trứn”. Frío o caliente, se cubre con una crema de huevo y leche condensada, que le da un aire similar a al capuccino, pero aún más cremoso.

Y nosotros cerramos esta historia con un recuerdo de un hacer por estas tierras de muchas abuelas de origen italiano: café muy caliente, batido con azúcar una yema de huevo y gotas de vino de Marsala.

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