Los vinos que hicieron posible la película soñada de un genial cineasta
Hace unos diez días, en Cannes, la película Megalópolis del genial Francis Ford Coppola (ya de 85 años) fue recibida con una ovación de siete minutos, un homenaje al gran director y a una tenacidad rayana en la obsesión gracias a la cual llevó a la gran pantalla una idea loca nacida hace casi medio siglo. Y lo consiguió sólo gracias a una inversión personal: Coppola incluso hipotecó sus viñedos en California (los de la bodega Francis Ford Coppola) para reunir la cantidad necesaria para producir la película: 120 millones de dólares.
Coppola comenzó a pensar en el proyecto Megalópolis mientras filmaba Apocalypse Now, uno de los grandes filmes de la historia. En 1979 el director había pasado un año en la jungla para llevar a la pantalla grande su versión de El corazón de las tinieblas, del magnífico Joseph Conrad, con una breve pero inolvidable participación de Marlon Brando.
Apocalypse Now ganó la Palma de Oro en Cannes, pero sólo después de muchos contratiempos en la producción, hasta el punto de que Coppola gastó dinero de su propio bolsillo para terminar la película, de la que aún conserva los negativos, porque en aquel momento nadie los quería.
Desde entonces han pasado más de 40 años, en los que Coppola no ha dejado de pensar y trabajar sobre la idea nacida durante aquellos alucinantes planos en Filipinas, juntando notas y reflexiones sobre todo lo que podía tener sentido en esta película: de Eurípides a Kurosawa; de la historia del Imperio Romano a la de Nueva York, para definir el perfil de una tragedia romana ambientada en el mundo contemporáneo,
Está inspirada en De Catilinae coniuratione, de Cayo Salustio Crispo, cuenta la historia de la reconstrucción de Nueva York después de una catástrofe que lo destruyó, del visionario científico arquitecto César Catilina que descubrió el megalón, un material con el que controlar el tiempo, y de su antagonista, el corrupto alcalde Franklyn Cicero.
De fondo el eco de la Antigua Roma y las continuas referencias a la actualidad. «En todo el mundo hay una tendencia que tiende hacia la nueva derecha, si no hacia la tradición fascista, lo cual es preocupante», afirmó Coppola en rueda de prensa, y añadió: “Creo que el papel del artista y del cine es ser un faro, arrojar luz sobre lo que está pasando en el mundo”.
Esos fueron algunos de los comentarios que publicó la revista italiana Gambero Rosso, tras resaltar que la nueva y polémica obra de Coppola solo fue posible gracias a su director vendió e hipotecó su famosa empresa vitivinícola de California, Francis Ford Coppola Winery.
En 2006, la familia Coppola compró el histórico Château Souverain Estate en el condado de Sonoma y comenzó las renovaciones. Cuatro años más tarde la bodega abrió sus puertas. El famoso director estadounidense siempre estuvo influenciado por la idea de los Jardines de Tivoli en Copenhague, que finalmente sirvió como modelo para todos los parques temáticos modernos.
Pensó que la bodega podría convertirse en un parque para toda la familia, donde los niños tendrían algo que hacer, donde podrían estar con sus padres y disfrutar del vino y la comida. Cuando comenzaron a desarrollar la idea de esta bodega, decidieron que debería ser como un centro turístico, esencialmente un país de las maravillas del vino… Un lugar para celebrar el amor a la vida.
Durante más de cuarenta años, la familia Coppola ha estado buscando formas innovadoras de aplicar prácticas sostenibles al viñedo y al proceso de vinificación para aumentar la eficiencia, minimizar el impacto y crear un ambiente acogedor para la vida silvestre. Así señala el sitio Vinissimus, de España.
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