La parrillada de los malvados

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Víctor Ego Ducrot

Tan malvados son que, y tanto como para simbolizar, alabados los charrúas que guisaron a Solís y mis consideraciones inapropiadas para el rostizado caníbal en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, aquella película del británico Peter Greenaway.

Es que los malvados todos, y los de esta triste historia argentina también, se merecen los fuegos, pero los del báratro, que me parece una palabra poca utilizada pero resonante para significar el infierno.

Sabedlo. El malvado obtiene ganancias ilusorias…El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El Señor aborrece a los de corazón perverso. (11:17-20, Proverbios).

Pensad. El psicoanálisis se refiere a la maldad como la capacidad que tiene un sujeto de ejecutar la destrucción del otro…Ya en 1950, el psicoanalista ingles Donald Winnicott (1896 – 1971) afirmaba que los individuos se hacen extremadamente malvados (violentos) por la falta de “holding”, una clase de sostenimiento psíquico y emocional de un infante en sus primeros de vida. Esta carencia, en conjunto con una alta dosis de narcisismo y poca o nula tolerancia a la frustración, además un ambiente familiar y social agresivo predispone al individuo a desarrollar una estructura psicopática que se caracteriza por la crueldad hacia los otros, falta de empatía, ausencia de culpa, conducta antisocial y delictiva

Por adopción del gusto más que por sus orígenes el asado es argentino y rioplatense. Desde el primero, que es conjetural, detectado en ruinas arqueológicas del paleolítico en las cercanía de Beijing – Los sabores de la historia; Ego Ducrot; Norma; Buenos Aires; 2000), se trata de un comer de convivio, de celebración aunque a veces el banquete termine en ciertos entripados; y solo si de anomalías del ser se trata cuando la mesa es tendida para súcubos e íncubos.

Y de esto último se trató la reciente celebración en la residencia presidencial convocada y encabezada por el presidente de los argentinos, Javier Milei, para festejar que los poderoso y su sirvientes se retuercen de placer y gimen orgásmicos con el dolor de los otros, de los pobres, del pueblo, para invocar una palabra que parece pasada de moda en aras de la (in) significante gente.

Se sentaron a la mesa presidente, hermana, algún ministro y la caterva de diputados que hicieron posible la perpetuidad del sufrimiento de jubilados y pensionados, al bloquear una ley que apenas si hubiese aliviado el estado de miseria en el que viven, en un país en el que el 70 por ciento de la población es pobre e indigente y un puñado de ricachones son cada día más ricachones.

Mientras tanto, en la calle, cientos de jubilados manifestaban su repudio, porque sentían y con razón que la malignidad de la piara malvada no tiene límites. Ante el hambre de los postergados, la gula de los impiadosos.

Interesante resulta apelar a un texto del psicoanalista mexicano Francisco Álvarez Briones – sitio Psiquiatría; 25 de enero de 2022 – para seguir entendiendo a quien hizo el convite a la parrillada de los malvados, a su séquito y a ciertas prácticas de comunicación fascista tendientes a instalar la estela del mal.

Existen también otros trastornos de la personalidad que pueden orientar a un individuo a cometer actos de manipulación, violencia y hostilidad hacia los demás: el trastorno narcisista de la personalidad y el trastorno límite de personalidad o fronterizo.

En cuanto al trastorno narcisista de la personalidad, destacan entre sus características la sobrevaloración de sí mismo, desprecio por los demás, personalidad arrogante, incapacidad de generar relaciones saludables, altanería, falta de sensibilidad

Todo ello aparece como muy notorio en la constante apelación de los íncubos y los súcubos del fascismo XXI a las redes sociales como Facebook, Instagram, Tik Tok, entre otras, donde el ego depende del número de reacciones positivas que obtienen de su contenido, reproducciones de sus videos y visitas sus sitios. Simplemente las palabras “selfie” e “influencer” tan populares hoy en día dan mucho que pensar al respecto. El amor desequilibrado de sí mismo y la devaluación de los demás pueden generar ambientes violentos y hostiles de vida.

El trastorno límite de personalidad o fronterizo cuyas características son de inestabilidad, difusión de la identidad, imprevisibilidad y licuefacción de las fronteras, exprime otro tipo de sufrimiento de la identidad. “Al contrario que en la histeria, el malestar no se da por exceso sino por debilitamiento de los organizadores (personales y colectivos) de la identidad, de los sistemas simbólicos, de los contenedores colectivos que hacían de conectores y de la trasmisión transgeneracional de la vida psíquica…Como común denominador se encuentran el arrebato, la agresividad y violencia hacia terceros, impidiéndoles insertarse normalmente a la sociedad.

Estamos entonces ante una pregunta inquietante. Será acaso que las nuevas formas de generación de plusvalía en este capitalismo de la mercancía total – los humanos también como bienes tangibles en el mercado – necesitan de la maldad como método, del goce maligno ante el sufrimiento del otro como norma, para ser y reafirmarse a sí mismas…

De ser así la ola pestilente de ultraderecha puede llegar a ser mucho más peligroso de lo que imaginábamos.

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