Los vegetarianos (y los veganos) enloquecen, escribió una coreana

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Se llama Han Kang, tiene 53 años. En su novela La vegetariana, una mujer que habita ese mundo del comer que llamo terraplanismo gastronómico – y disculpen si ofendo -, lentamente comienza a aislare de todos, de su familia, de sus entornos sociales, y a dialogar apenas en un estado de solipsismo cada vez menos cuerdo, hasta llegar a la conclusión de que ella misma es un planta.

Puede sonar delirante, pero como por ser Empedernido y Pejerrey con ello me divierto, aquí va sin aperitivos ni tisanas: el vegetarianismo y el veganismo compartirían para algunos un rasgo ontológico con lo que ya se está calificando de inminente boom de la industria editorial surcorena: el mercado, su naturaleza de mercancía absoluta.

En el mundo todo, y por supuesto en Argentina el vegetarianismo y el veganismo se han transformado en un negocio multimillonario, pues por diversos motivos muchas la mayoría de las veces ideológicos cada vez son más las personas que se abrazan a ese tipo de dietas. Segú publicara el diario Clarín, en una encuesta de 2020 casi uno de cada cuatro argentinos tendría una opción alimentaria que va dejando de lado nuestro alimento emblema (la carne).

Y un reciente informe del ministerio de Economía local afirma que se trata de tendencias de consumo y negocios destinadas a prosperar, y destacan algunos datos.

Los flexitarianos – vegetarianos que en forma ocasional consumen ciertos alimentos cárnicos -son, sin duda, el grupo más amplio, y es factible que en el próximo lustro se conviertan en un segmento muy atractivo para la industria de alimentos y bebidas.

Vegetarianos, en cambio, son aquellos que siguen una dieta basada en productos de origen vegetal, aunque consumen algunos alimentos derivados de los animales, como lácteos, huevos o miel.

Los veganos son los más rigurosos y eliminan completamente el consumo de carne, pescado, lácteos, huevos y miel de su alimentación, centrándose en una dieta cien por ciento vegetal. Además, el veganismo no es solo una dieta, sino que tiende a ser un estilo de vida (ideología).

De acuerdo con la Unión Vegetariana Internacional, son más de 600 millones los veganos en el  mundo. China tiene 50 millones de vegetarianos. El 80% de la población de la India sigue esta dieta por motivos religiosos, en tanto que el 10% de los adultos estadounidenses siguen una dieta vegetariana. En el continente europeo, 7,7 millones de alemanes declaran ser vegetarianos y el 12% de los adultos del Reino Unido aseguran seguir una dieta vegetariana o vegana. Un porcentaje que aumenta entre los jóvenes de entre 16 y 24 años de aquel país (20%).

En Latinoamérica, datos de una encuesta realizada por Nielsen hace 10 años reveló que en la región el 19 por ciento  de los encuestados se declaró vegetariano, el 15 por ciento flexitariano y el 9% vegano. México se destacó como el país con mayor número de vegetarianos de América Latina.

Y observad.

Apenas conocido el nombre de la galardonada  en Suecia, el diario local Infobae comentó que en Corea del Sur el género healing (una suerte de ficción de autoayuda) se está transformando en la marca registrada del país…Y comento: Nótese que esa suerte de extenso territorio apto para charlatanerías variopintas acerca de trémulo vivir de los humanos, llamado libros de autoayuda es uno de los segmentos editoriales con mayor mercado.

Otro sí…

La Vegetariana fue publicado en castellano en Buenos Aires en 2012, la editorial Bajo la Luna, señala el mismo Infobae y añade, esta novela, que pasó sin pena ni gloria en Corea, fue traducida por primera vez a una lengua occidental gracias a la traductora coreano-argentina Sun-me Yoon. Cuatro años después, La vegetariana ganaría el International Booker Prize por su traducción al inglés y comenzaría la era dorada de la traducción coreana a nivel global. Ese premio fue un antes y después que transformó las olas en un maremoto. Desde ese momento, la literatura coreana dejó de verse como un exotismo de un país lejano y empezó a ganarse su lugar en el panorama de la literatura internacional.

Por supuesto, la novela y la escritora ya despertaron comentarios de un color y del otro.

La revista estadounidense de izquierda Counter Punch acaba de afirmar más o menos lo siguiente: Han Kang se sorprendió tanto como cualquier otra persona después de recibir la llamada que le notificaba que había ganado. Cuando se le preguntó qué haría a continuación, dijo que tranquilamente «tomaría el té con su hijo». La mujer se ha negado a dar una conferencia de prensa, alegando que “con las guerras que se libran entre Rusia y Ucrania, Israel y Palestina, con muertes que se registran todos los días, no podía celebrar una conferencia de prensa. Pidió comprensión en este asunto”. Han Kang es una escritora brillante y poderosa, pero claramente la “tapada” en la carrera. El premio inesperado que recibió es lo más cerca que el comité del Nobel pudo llegar en reconocer el genocidio palestino. La propia Han Kang no había mencionado a Palestina hasta su reciente premio Nobel, pero es indudable que su premio es un reflejo del momento histórico actual.

Por su parte y según revela el ya citado Infobae, el escritor irlandés John Banville ha calificado a esa declaración de Han Kang de «idiota e infantil”.

Y agrega: El que fue Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2014 ha puntualizado que los artistas han de ser «responsables» porque representan un proyecto humano que, a su juicio, es el proyecto del arte. “El punto es que los artistas tienen la responsabilidad de ser responsables en el mundo y no hacer declaraciones estúpidas, no ser infantiles ni indulgentes. Somos simplemente humanos, seres corrientes como los demás, pero representamos un gran proyecto humano, que es el proyecto de arte y depende de nosotros mantenerlo».

Respecto de nuestros temas, hasta aquí, que ya es bastante. ¡Anden con cuidado cuando de terraplanistas gastronómicos se trata!

 

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