Las tetas del whisky (Tercera Temporada)
Víctor Ego Ducrot
Sí, tercera y eso que Netflix no nos da bola. La primera fue lanzada en abril del ‘22, en aquella maravillosa revista digital que fue Socompa. La segunda en el mismo mes pero del ’24 y en esta mismísima Tomate.
Los personajes principales son los mismos, aunque esta temporada tiene algún que otro episodio especial, por lo bacán. Ya verán. Además algunas alternativas de la acción y del desenlace guardan matices y ciertas entonaciones propias respecto de las dos primeras.
Vayamos entonces al episodio bacán, porque sí que hay que serlo y tener billetera suficiente para poder solazarse con ciertos gustos del santo escabio.
Como no podía ser otra manera, lo que sigue pertenece a la revista Forbes, del bacanaje, para el bacanaje y por el bacanaje.
Pasen y lean lo que escribió Antonella Ambrosini el 20 de abril pasado…
El Museo del Whisky más grande del mundo está en Argentina y vale US$ 30 millones. Ubicado en Buenos Aires, alberga 5.900 botellas únicas, incluido un bourbon de 1780 valorado en más de 50.000 dólares y un ejemplar regalado por la Reina Isabel II en persona. El fundador del Museo rechazó ofertas de hasta 35 millones de dólares.
“Placer» fue lo primero que sintió Miguel Ángel Reigosa cuando dio su primer sorbo de whisky a los 14 años. Varias décadas después, aquella sensación inicial se transformó en el Museo Nacional del Whisky, reconocido por el libro Guinness como el más grande del mundo, declarado «Sitio de Interés Cultural», con la importación de 140 etiquetas exclusivas y un flujo mensual de 4.000 visitantes.
«Tuvimos una oferta de Dubai para trasladar la colección. Es más, sigue en pie, lo que pasa es que soy un cabeza dura y quiero que quede en mi país», También recibió una oferta millonaria desde Francia, pero la rechazó: «La pasión supera todo lo que es dinero».
«El mercado del whisky a nivel local está un poco bajo. Las empresas están sufriendo y mucho. Cuando me hacen notas en el exterior y me preguntan cuántos tomadores de whisky considero que hay en mi país, les digo que a lo sumo 2.000», dijo Reigosa.
Este fenómeno no es exclusivo de Argentina. «No es que esté mal el mercado del whisky, está mal el mercado de las bebidas espiritosas. Y no en Argentina solo, a nivel mundial también está muy dañado», explica. «Las cervezas sin alcohol están siendo furor en Europa, considero que la juventud está buscando mucho las bebidas sin alcohol».
Pero bien, pasemos ahora a nuestros escenarios y personajes preferidos, los cuales, según un modesto entender, mejor interpretan, sueñan y nos permiten el goce de las cuestiones por estas páginas tan seriamente tratadas.
Y a título de resumen y recordatorios de temporadas anteriores en esta saga de las tetas del whisky…
Concluye Prignitz que la calidad de la nariz se encuentra en proporción directa a la imaginación de su poseedor…Sin embargo, Scroderus consideraba que Prignitz se encontraba en un completo error, puesto que no es la imaginación la que determina la nariz, sino ésta la que condiciona a la imaginación (…). Mi padre mantenía en su interior una equilibrada lucha sin decidir aún quién se alzaría con la razón, hasta que Ambrosio Paraeus lo decidió por él en cierto momento, haciéndole superar ambas posturas de Prignitz y de Scroderus y sacando a mi padre de la perplejidad (…). Lo cierto es que Ambrosio Paraeus, que era protocirujano y que le arregló la nariz a Francisco IX de Francia (…) convenció a mi padre de que la causa verdadera y real de lo que tanta atención había atraído y a la que tanto tiempo dedicaron inútilmente Prignitz y Scroderus, no era lo que ellos defendían sino que el tamaño y la calidad de la nariz se debían simplemente a la turgencia o la flacidez del pecho de la nodriza o la madre.
La magnífica anotación acerca de las narices y sus paradigmas surge de del Tristram Shandy, suerte de genial novela de anticipo del irlandés, sacerdote de la Iglesia de Inglaterra y escritor admirador de Cervantes y admirado por James Joyce, llamado Laurence Sterne (1713-1768).
Entre narices, whiskys, y más allá de sus tetas, cómo no referirnos a las consabidas catas, verdaderas pasiones desencadenadas por los dioses del planeta Escabius…
Querría deslizar algunas palabras al respecto sobre aquello de las recomendaciones doctas para el disfrute por el otro
Con ustedes, su excelencia una vez más en esta tercera temporada: el whisky.
Y ya que estamos de paliques les cuento. Otra revista bacana recomendaba lo siguiente: Observar el color. El color clásico de un whisky es un ámbar brillante. Si se puede ver a través de él y no hay nada flotando en el líquido significa que es de buena calidad porque no hay error en la parte del filtrado. En la nariz se cata el ochenta por ciento de un whisky. Para hacerlo remolinamos en pequeños círculos el líquido y soplamos un poco al interior del vaso para que los vapores salgan. Entonces metemos la nariz dentro de la copa con la boca abierta porque al ser un destilado de alta graduación alcohólica (entre 40 y 43 grados), al abrir la boca evitas el golpe alcohólico. Éste es un whisky muy aromático con muchas notas a bosque, muy dulce a la nariz, con mucho caramelo. En boca. Un muy pequeño sorbo al principio para limpiar las papilas gustativas, después un segundo sorbo que no se traga de inmediato, sino que se paladea, que significa dar golpecitos al paladar con la lengua, como si se masticara. El sabor residual es el que permite percibir, con toques de vainilla, pera, frutos secos, ciruela pasa y especias.
¿Y si vamos al revés? De la mano de Robbie y sus compinches, gambeteadores de la mishiadura a como sea y zafando de la cana; él, un degustador absoluto que cotiza en la bolsa aporreada de la vida, con la esperanza de joder al capital, una prueba particular propone para los whiskies de alta gama.
Por más datos sobre Robbie. Si se encuentran con el maestro británico Ken Loach y su película La parte de los ángeles (2013) verán qué halagador para el alma whiskera acorralada resulta el pire en pollera de escoceses…Por supuesto no se las contaré…
Sí que hace unas pocas jornadas y casi por encantamiento o magias se me acercaron dos jarrones encajados: The Glenlivet 12 el primero, y Lagavulin 16 el otro…¡Ayyyy madrecita!
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