Mangia la minestra o salta la finestra…Hoy minestrón y no cualquiera

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El dicho en italiano salía del vozarrón de don Chiquino, llegado de Roma, cuando los nietos se hacían los remilgones a la hora de la sopa, y eso que todavía no había nacido Mafalda, la de Quino y sesentista detractora sin razón de la sopa y los sopones.

En cambio, los tomateros tomamos otros rumbos, casi apologéticos. Leed…

La piedra de hacer sopa, de un cuento popular belga

Érase que se era un soldado que volvía de la guerra y, como tenía mucha hambre, pidió en una casa algo para comer.

–No tenemos nada, ni siquiera para nosotros –le contestó la dueña de casa.

–Si tiene una olla, llénela con agua y póngala al fuego, porque yo tengo una piedra para hacer sopa –, dijo el soldado y sacó una piedra de su bolsillo.

La piedra no parecía diferente de cualquier piedra. Pero como no perdía nada, la dueña de casa puso la olla al fuego. Entonces, el soldado echó la piedra adentro y dijo:

–Ahora dejaremos que se haga la sopa. ¿Tendrían un poquito de sal?

La mujer echó un puñado de sal en la olla y todos se sentaron a esperar.

–Un poco de zanahorias no le vendrían mal a la sopa –dijo el soldado.

-¡Tenemos algunas! –respondió la mujer y sacó tres zanahorias del cesto, donde el soldado las había visto.

El soldado las metió en la olla y comenzó a contarles sus aventuras.

–Unas pocas papas vendrían muy bien, ¿no les parece? –dijo, de pronto.

–Quedan dos –contestó la hija mayor, y las puso en la olla

La familia siguió escuchando los cuentos del soldado que, de pronto, comentó:

–Una cebolla da muy buen gusto. ¡Y qué decir de un repollo!

–Corre y pídele una al vecino. Y arranca un repollo de la huerta –ordenó la madre.

El hijo menor volvió con el encargo, cuando el hijo mayor llegó con un conejo que acababa de cazar.

-¡Justo lo que necesitamos para darle el toque final! –exclamó el soldado.

Y en pocos minutos, las cebollas, el repollo y el conejo estaban dentro de la olla.

Por fin, la sopa estuvo lista y a todos les pareció muy sabrosa.

–Es una piedra maravillosa –comentó la mujer.

Cuando el soldado se despidió, les regaló la piedra. Pero, por fortuna, encontró otra, justo antes de llegar al pueblo siguiente…

Acá no necesitamos piedras milagrosas, tenemos a la genia de la cocina, a la cocinera de la patria sudaca de la orilla occidental del Plata, a doña Petrona C. de Gandulfo (1898-1992). De la página en redes que publica su familia solemos tomar muchos de sus textos, obras maestras de los recetarios, como formas de escritura culinaria.

Hoy, minestrón

INGREDIENTES: 1/2 taza de aceite, 1 cebolla picada, 1 nabo, 2 zanahorias, 1 puerro, 1 apio, 1/2 repollo, 1 zapallito, caldo o agua (2 litros aprox), sal, 1 taza de porotos semicocidos, 2 papas, 100 g de fideos (dedalitos, mostacholes o los que guste).

Pesto: 6 dientes de ajo, 6 cucharadas de queso rallado, 1/2 taza de aceite, 8 hojas de albahaca.

Varios: queso rallado (a gusto)

PREPARACIÓN: Dorar la cebolla en el aceite, añadir las zanahorias, nabo, puerro, apio, repollo y zapallito, todo cortado en dados. Rehogar las verduras y agregar un poco de caldo o agua. Condimentar y sumar los porotos semicocidos. Hervir 1 hora a fuego bajo.

Incorporar las papas cortadas en cubos, esperar 10 minutos y poner los fideos (soperos). Cocinar 10 minutos y sumar el pesto. Dejar en el fuego hasta que los fideos estén cocidos.

Pesto: poner en un morterito el ajo, el queso rallado y la albahaca. Moler hasta formar una pasta y por último, agregar el aceite, mezclando bien.

(Foto) Fascículo Clarín, 1999.

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