Si no las quieres, la dejas…y no sabés lo que te perdés

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Las legumbres son conocidas desde la antigüedad, cultivadas por diversas culturas; y según su especie, tuvieron diferentes orígenes. Así nos cuenta la página sobre alimentos de la Secretaría de Agricultura, ganadería y Pesca del gobierno argentino.

Se cree que junto a los cereales fueron alimentos básicos de las poblaciones desde el período Neolítico, cuando el hombre comienza a trabajar la tierra para obtener alimentos de forma complementaria a su actividad principal que era la caza.

Los comienzos de esta actividad son discutidos por los historiadores. Estaría casi comprobado que en Oriente Antiguo, hace unos 10 mil años, este tipo de cultivo ya existía, aunque algunos creen que su cultivo data de 20.000 años.

Hay inscripciones en las ruinas egipcias de rituales en las cuales los egipcios veneraban a las lentejas. También parece que los hebreos eran muy aficionados a las legumbres.

Por su parte, las legiones romanas se alimentaban con una dieta a base de legumbres secas. Las habas se utilizaban en Roma, durante épocas de escasez de cereales. A partir de su molienda se obtenía harina, que servía para preparar gachas y una especie de pan tosco.

En Grecia el garbanzo era un alimento común en tiempos de Homero y las habas se utilizaban para emitir el voto en el ágora. En los palacios minoicos de Creta se han encontrado enormes silos en los que aparecen restos de arvejas, lentejas, guisantes y garbanzos.

La conquista de América aportó una nueva legumbre (frijoles) a la dieta mediterránea.

Entonces y aquí unas lentejas al estilo de los tomateros

Necesitan: medio kilo de lentejas (en general ya no es necesario dejarlas en remojo con antelación). Abundante cantidad de pimiento morrón (verde y rojo), cebolla, ajos, zanahoria, puerro, hinojo, apio y calabaza, todo picado. Unas cucharaditas de pimentón (ahumado mejor), comino, pimienta negra, sal, cúrcuma o combinación de especias varias y del mejor picante que tengan (sin exagerar). Una cucharada de extracto de tomate. Abundante caldo de carne vacuna o de pollo. Chorizo colorado y panceta ahumada, abundante y cortada en trozos pequeños. Aceite de oliva. Vino tinto.

Entonces…Saltear los vegetales en aceite de oliva, junto a la panceta y el chorizo colorado. Cuando comienzan a estar a punto añadir las especias todas, el picante (si no os gusta pueden obviarlo pero es sensacional), el extracto de tomate, la sal y la pimienta. Remover un par de minutos y añadir un par de copas de vino. Volver a remover y cocinas algunas minutos con olla si tapa. Llego el momento de verter las lentejas en el mejunje glorioso, cubrirlas con el caldo y tapar la olla. Que se cocinen hasta su justo punto de blandura, observando que se mantengan algo caldosas, pero no tanto. Para ello, ir añadiendo caldo en la medida de lo necesario.

Hoy lentejas, si  no te gustan las dejas, dice el dicho…

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