“El vino llena la copa del asombro”

52

Lo escribió Charles Baudelaire. El poeta maldito francés no ocultaba su amor por los placeres terrenales, y el vino ocupaba un lugar especial. En Las flores del mal lo retrata como fuga, revelación y compañía. Esa y otras citas de escritores y escritoras referidas al vino fueron tomadas del sitio argentino El vino nos une.

En su Oda al vino, Pablo Neruda no deja dudas: el vino es celebración, sangre de la tierra y canto. Su prosa poética le dio al vino alma latina y poder sensorial. “Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia”.

Borgoña, Burdeos, Rioja. Ernest Hemingway, el autor de París era una fiesta escribió tanto sobre el vino como lo bebió. En sus novelas, el vino aparece en escenas cotidianas como testigo de charlas, guerras y amores.

Aunque el vino no es protagonista en la obras de William Shakespeare, está presente en banquetes, brindis y en personajes como Falstaff, quien disfruta sin medida. En la Inglaterra isabelina, el claret (vino tinto) era símbolo de estatus.

Jorge Luis Borges no era un gran bebedor, pero el vino aparece en sus cuentos como emblema de lo argentino, y en varios poemas lo usa como símbolo del tiempo, la memoria y el ritual. “El vino nos permite compartir milagros cotidianos”.

Colette. La escritora francesa vivió en la región de Borgoña, cuna de grandes vinos, y eso se nota en su obra. El vino es sensual, femenino, y muchas veces aparece asociado al disfrute de la buena vida.

Jack Kerouac, parte de la Generación Beat, En el camino relata largas noches bohemias regadas con vino barato. Para él, el vino era parte del viaje, de la exploración del alma y el vértigo de vivir.

Eduardo Galeano. En El libro de los abrazos, Galeano recoge pequeñas historias donde el vino es excusa para hablar de la vida, la nostalgia y la identidad. Lo menciona como parte del pueblo, no de la élite.

Dionisio (sí, el dios griego) contado por Eurípides. En la tragedia Las bacantes, el dramaturgo griego nos presenta a Dionisio, dios del vino, el éxtasis y el caos. El vino, como fuerza divina, puede liberar o descontrolar.

El vino atraviesa la literatura de Julio Cortázar de modo sutil. Dijo alguna vez: “El vino es para el alma lo que el agua para el cuerpo”. En sus cuentos, muchas veces hay botellas compartidas y brindis filosóficos.

Marguerite Duras. El vino aparece en su universo literario como un refugio íntimo, un lugar donde la memoria y el deseo se entrelazan. En entrevistas y textos autobiográficos, Duras expresó cómo una copa podía abrir la puerta a la escritura, a los fantasmas del pasado y a la belleza rota de la existencia.

Aunque más conocido por la absenta, el vino aparece en varios de los relatos Edgar Allan Poe como símbolo de placer y condena. El barril de amontillado es un clásico de vino y venganza.

Federico García Lorca. En su poesía el vino es metáfora de deseo, sangre y tierra andaluza. “El vino de tu boca es más delicioso que el vino de los racimos”, escribió.

Jean Cocteau. Poeta, cineasta y bon vivant, dijo una vez: “Si el vino falta, falta el corazón”. Su obra combina la bohemia francesa con la sensibilidad del vino.

También podría gustarte

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.