Una engañifa de mercadeo lo del “sánguche de milanesa tucumano”
Desde aquel asiento primigenio en Ibatín, cuando el 31 de mayo de 1565 tuvo lugar su primera fundación, San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión, es terruño, provincia y ciudad sin la cual Argentina poco podría explicarse a sí misma, si es que alguna vez logra hacerlo.
Las referencias podrían cubrir cuartillas y cuartillas en la escritura digital deTomate, pero valga tan sólo un recuerdo: Fueron sus victorias frente los godos, en las batallas de Tucumán (24 y 25 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813) las que le permitieron a ese gran líder revolucionario llamado Manuel Belgrano – ¡tuvo que serlo para hacer que un pueblo, el de Jujuy, abandonase todo en su éxodo como táctica militar de liberación! – definir el rumbo de la guerra de emancipación que devino en Argentina.
Es decir, escribir sobre aquél rincón del noroeste casi siempre puede ser emotivo; salvo esta vez porque el presente texto tiene más de burlón que de homenaje o cosa parecida.
Si se tiene la mala fortuna, por acostumbramiento o por necesidades diversas, como sucede en el caso por ciertas necesidades periodísticos, de recorrer la grilla de la TV vernácula, que viene a significar una verdadera ordalía de mal gusto y de calidades para el desprecio, se podrá comprobar, desde hace un tiempo, que en los canales de noticias que se dicen nacionales aunque son apenas porteños, y caricaturescos en el mejor de los casos, dan vueltas y hacen cabriolas en serie acerca de un supuesto gran descubrimiento, el sánguche de milanesa tucumano.
Dizque cronistas y ponele corresponsales pelotudones de todos los géneros – según una teoría pelotudo no es igual a boludo; pelotudo es un alguien boludo que cree decir cosas geniales y enuncia…boludeces – emiten con la Casa de Tucumán a la vista y desde algún bodegón mistongo en el que seguro le dan de comer gratis a los de la tele, para afirmar que por allí el famoso sándwich de mila ha ganado carta de ciudadanía especial, que poco menos ha sido refundado por tucumanos; lo que resultaría magnífico de resultar cierto pero no pasa de ser una engañifa de mercado, de mercadeo berreta.
De ello dan testimonio las imágenes que los propios canales de noticias divulgan impúdicos. Lo último en esa especie y sin tupé fue de C5N, en una nota a la que sólo le faltaba que del televisor surgiese el tufo de la fritanga en aceite saturado en el que lucía el crepitar de dos o tres milanesas con destino de pan con más conservante que harina de trigo, rodajas de tomates pálidos y fetas de paleta de almacén con pretensiones de jamón cocido. Eso sí, era un sánguche gigante, comprensivo de tres milanesas; un verdadero despropósito para las boquitas pintadas o no del caballero y de la dama.
Pero los testimonios más contundentes nos han llegado de los espíritus reservados a los cuales apelamos por WhatsApp y en carácter de urgencia.
Colegas y hasta académicos de la Universidad Pública de por aquellos lares que fueron rotundos y más o menos coincidentes: todas sandeces que algunos inventan para vender un poco más, dado la especie de tsunami económico y social en el que está envuelta la región y el país.
Una de ellas, legendaria tucumana de las causas sociales, cocinera de platillos emblemáticos, sabedora de humitas, tamales, locros y otros nacidos en el lejano Líbano, en Palestina – la nombraremos E – concluyó: en cualquier momento a alguien se le va ocurrir inventar la pizza calchaquí.
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