¡Ay Clementina criolla de nuestros dulzores en gajos!

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Mi amor entero es de mi novia Clementina…Sus hojas verdes entre la lluvia no se van mojar…Clementina sí es un primor… y sabe como una flor…A mi Clementina yo le di mi amor…

Disculpe don gran Enrique Guzmán, pero en verdad vaya a saber usted por qué nos acordamos de su Popotitos cuando pensamos en mandarinas, que son hoy tan de estación por estas latitudes del Sur de América. ¿Será que se nos ocurrió porque los de esta digitorevistasí que estamos del tomate?…Quizás.

Su nombre científico es Citrus Reticulata pero… ¡noooo, por favor! Preferimos llamarte Tangeriana. Nacés en un árbol bajito, de no más de tres metros, en suelos fértiles y drenados, que te dan color y ese dulce de tus gajos. Y además solés regalarnos tus semillas en abril o en mayo, cuando apareces en las mejores verdulerías del barrio.

Claro, te llamamos fruta de estación, la que en realidad dura muy poco. Provenís de la China e Indochina y aquí reinás, tanto que sos argentina, como si eso tuviera alguna importancia.

Sin menoscabar a nadie, y menos a ninguna de tus primas, vos Mandarina criolla sos la mejor, al menos desde nuestra precaria entendedera,

Para desnudarte despacio, quitarte esos tus ciertos hollejillos y disfrutarte fresca, tanto que después tenemos que olernos uno o una nuestros dedos, por esas bendiciones de  aceites que nos dejás impregnados.

Pero también gozarte en mermeladas, helados, budines; en glaceados y brillos de abrillantamiento. Siempre.

Incluso en esta receta salada que hace tanto a algún tomatero has inspirado.

Para ello, lectores con bombín o miriñaque haced un gasto y conseguid unas rodajas de atún rojo. Si lo halláis sólo congelado, pues ni modo; que sí, ándele, pero tened en consideración que se descongele con calma y tiempo de descansos. Entonces, lo cortáis en breves filetes.

En cuenco brillante ligáis el jugo de algunas mandarinas con ralladuras de jengibre, sal, pimienta y qué mejor si os agradan ciertos picores del ají maldecidor.

Eso sí y es clave, revolvéis con una ramillo de romero, que deberá reposar entre los jugos durante unos instantes, para después con el mismo aderezar en abundancia vuestros filetillos de atún rojo…

A la mesa, con una copa de vino rosado de Malbec, por ejemplo…y a mi Clementina yo le di mi amor…

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