Al “permitido” en inglés se le dice “cheat meal” (comida trampa)

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Es uno de los métodos más usados entre los asiduos al gimnasio a la hora de hacer dieta. No es más que hacerle una trampa al régimen prohibitivo estricto, procedimiento que los golosos bajo represiones autoinfligidas o impuestas por médicos, profesores de gimnasia o personal trainers, que les dicen, también suelen llamar “el permitido”.

El asunto de tramposos o autocomplacientes  por un día – suele coincidir con los fines de semana- consiste en saltarse la dieta para comer lo deseado y casi siempre con ansiedad, durante un almuerzo, una cena, o cuando fuere.

Hay muchísimas maneras de acometer con una cheat meal y seguramente quedan libradas a la imaginación (mucha o escasa) de los sufrientes tramposos.

La cuestión se ha convertido  en moda. Hacer deporte y llevar una alimentación supuestamente sana y equilibrada pero hacerse un hueco para un gusto semanal, casi vivido como pecado, y zamparse lo que más deseado sin contar calorías y sin apenas masticar porque uno le tiene tantas ganas a esa hamburguesa, pizza, asadito o dulce, que lo engulle como una pitón a su presa.

Si hablamos de los beneficios de “los permitidos”, el principal sería la satisfacción psicológica. Seguir una dieta más o menos estricta a menudo puede llevarnos a sentimientos de privación, y comidas trampa entonces  pueden ser la forma de aliviar esa sensación y evitar que la dieta se sienta como una carga constante, casi como un castigo. Los psicólogos se pueden abstener de buscarle otras vueltas.

A la hora de las ingestas  no hay nada más placentero que disfrutar de una comida calórica e insana y esto tiene una explicación. Comer alimentos grasos y con azúcar pueden aumentar la dopamina en el cuerpo hasta un 200 por ciento sobre los niveles normales, un aumento similar al observado con la nicotina y el alcohol, según un estudio publicado por National Geographic.

Puede ser un día o dos a la semana, y no se trata simplemente de atiborrarnos de pizza sino hacer una ingesta controlada de ciertos alimentos (chocolates incluido, claro) de los que nos privamos como consumos cotidianos para evitar la acumulación de grasas.

Según el Journal of Consumer Psychology, de Estados Unidos, las cheat meals funcionan bien para aquellas personas que ven estas comidas como una recompensa después de una dura semana de trabajo o entrenamiento y son capaces de no excederse y seguir haciendo deporte. Es esa motivación que necesitan para seguir entrenando sin comprometer la dieta durante el resto de días.

El concepto de comida trampa también está muy ligado a las redes sociales, donde varios hashtags gozan de popularidad: son utilizados millones de veces en publicaciones de todo el mundo.

Comer debería ser un placer siempre, no solo ese día en el que uno intenta satisfacer sus deseos culinarios “prohibidos” y uno termina con hinchazón, ardor y una digestión pesada. Pero sin culpa por hacer trampa.

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