¡Qué reviva el puchero de la buenaventura que veló por Maradona!
El que palpitó en una olla de periodistas sobre el borde del Mundial México ’86. Cerca del Estadio Azteca, que ya se había postrado ante la mano de Dios y el que, en el minuto ’85 del último encuentro, como si del Vellocino de oro de Jasón…