Los knishes en lo de Drácula y La Poeta
Elmer Pineda dos Santos
Hay reuniones y reuniones. Se estila en medios periodísticos hacer reuniones de redacción, para hablar de la agenda, de la calidad, del estilo, de la gráfica, de la corrección, de la necesidad de buscar nuevos nichos de lectores o escuchantes… incluso para enterarse del despido de algún compañero…Café y/o mate mediante y cigarrillos prohibidos porque nunca falta alguien a quien le moleste el humo.
Pero en Tomate: revista de cocina, no tienen reuniones sino aquelarres que, en definitiva, no son más que reuniones de brujas y brujos para la realización de rituales y hechizos.
Me explicaron. Cada tanto El Pejerrey Empedernido llama al aquelarre. Como buen discípulo de quien para qué nombrarlo, va pasando las invitaciones, que más que invitaciones son órdenes. Los puntos de encuentro pasan de una residencia a otra, según las ocasiones, pero el último y reciente concilio ocurrió en domingo al medio día en los salones que habitan La Poeta y Drácula.
Para poder conversar sin cortapisas y digerir las críticas, elegimos empezar con un roncito colombiano Viejo de Caldas 15 años (el guatemalteco Zapaca está fuera de presupuesto), junto con un babaganush, unos quesitos tan surtidos como exquisitos, adornados con almendras, aceitunas mendocinas verdes y pardas, y un salamín cortado fino.
Era el comienzo de la discusión. Ya a la mesa de seis comensales, el primer plato sorprendió por sus knishes rellenos de puré de papas y cebolla dorada, junto a una ensalada tricolor de naranja, zanahoria y cebolla morada, aderezada con poco aceite de oliva, unas gotas de vinagre balsámico y jugo de naranja.
El knishe es un aperitivo del Este de Europa, muy popular entre las comunidades judías, comenta La Prestidigitadora de Recetas. En la ensalada tricolor –dice Drácula– se puede sustituir la naranja por el ananá.
¡Ah! Ya había comenzado a servirse el vino, comenzando por un Chateaux Montchenot tinto de Bodegas López, y seguido de un Ancellotta de Stocco de Vianni.
El plato fuerte lo presentó La Poeta: panqueques (o canelones) de espárragos, para chuparse los dedos, lo que no hicimos, ni ellos ni quien escribe, invitado de ocasión. Claro, el fotógrafo miraba, deseoso de usar el tenedor y el cuchillo.
Y llegaron los postres y algo más se escanció, como sé que estarán suponiendo. La estrella fue una suerte de brownie intergaláctico con estrellas rojas de fresas maduras, un aporte de ciertos circuitos de la repostería clandestina que sólo conoce La Dama Viajera, con tantos clamores que Casandra, quien no es amante de los dulces, revoleó sus ojos por tanto regocijo.
El convivió de los hacedores de Tomate derivó, como dicen que sucede cada vez, en un ditirambo de ideas, consecuencia no del tintineo constante de copas sino de sus respectivas pasiones por lo que sea (eso dicen ellos).
No sé si esta vez fui invitado para que sobre todo lo acontecido escriba, pero desde ya me anoto como columnista sobre lo que venga, al menos si es que siguen sumándome a sus mesas.
Y para que vean que algo aporto. Acá unos breves comentarios acerca de los platillos principales del devenir de aquél domingo sobre los manteles de La Poeta y Drácula.
La ensalada y los knishes de La Prestidigitadora de Recetas
Trozad naranjas en forma breve, las cebollas en aros y las zanahorias en ralladuras; y sazonar con el balsámico, el propio jugo de las dichas naranjas, un algo de aceite de oliva y acaso unas pizcas de sal y pimienta.
Con harina, huevo, aceite de girasol, por ejemplo, y agua tibia – sal muy poca -, amasad y dad a luz unos bollos medianos, que serán rellenos con puré de papas y cebollas picadas y salteadas, con sal y pimienta. Disponed de ellos sobre una asadera engrasad, pintádlos con yema de huevo y al horno hasta que…listos para ir a la mesa.
Los panqueques de espárragos de La Poeta
Con la masa tradicional para semejantes delicias ya lista –harina, leche y manteca, sal y pimienta y con cucharón sobre una placa apropiada -, armad vuestros panqueque con fetas de jamón crudo, queso parmesano, y espárragos que fueron blanqueados; algo de pimienta negra y entonces al horno cubiertos con salsa blanca y queso rallado…Para la salsa blanca: al baño de María, con leche, harina, sal pimienta y nuez moscada, en revuelto con batidor o cuchara de madera.
Quise informarme sobre el hacer propicio para el brownie pero la respuesta de La Dama Viajera fue un: ¡Sólo para iniciadas! Y, cómplice, Casandra asintió.
¿Qué más? Sólo que los comensales todos, son gente seria.
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