Albérchigos de nuestros veranos
El campesino Tikhom Kuzmitch, al regresar de la ciudad, llamó a sus hijos. Miren, les dijo, el regalo que el tío Ephim les envía. Los niños acudieron: el padre deshizo un paquete.
¡Qué lindas manzanas!, exclamó Vania, un muchacho de seis años. ¡Mira, María, qué rojas son!
No, probable es que no sean manzanas, dijo Serguey, el hijo mayor. Mira la corteza, que parece cubierta de vello.
Son duraznos, dijo el padre. No han visto antes fruta como ésta. El tío Ephim los ha cultivado en su invernadero, porque se dice que los duraznos sólo prosperan en los países cálidos, y que por aquí sólo pueden lograrse en invernaderos. De Los melocotones de León Tolstoi.
Albérchigo en nuestra lengua antigua, durazno porque tiene piel dura, melocotón porque parece una manzana algodonosa. Oriundo de Asía – de China, de Afganistán e Irán –es por nuestras tierras fruta de carne y jugos untuosos; e imposible que Federico Lorca no le cantara como lo hizo: Contraponientes de melocotón y azúcar, y el sol dentro de la tarde, como el hueso en una fruta.
Un documento de la Universidad Nacional de Cuyo de reciente data informa que, en nuestro país, la fruta que nos ocupa se agrupan en “duraznos” y “pelones”, según que la piel presente pelusa o no. Los pelones se conocen con el nombre de «nectarines» (sin pubescencia o pelusa). Además, si la pulpa está adherida al carozo o hueso son «pavías» y si la pulpa está suelta o no adherida, son “priscos”. Existen variedades de pulpa amarilla y duraznos de pulpa blanca.
En tanto, un artículo de Paula Calvo, de INTA (Estación Experimental Alto Valle – Centro Regional Patagonia Norte) da cuenta de las variedades múltiples de duraznos que se cultivan en Argentina. Estas son algunas Flavor Crest, Rich Lady, Red Gobe, Snow Giant, September Snow, Cal Red y Guglielmina, entre otras.
Hay más información para este boletiiiiín, decía en una época el latiguillo de Radio Colonia, una emisora que, por radicada en Uruguay, podía informar a los argentinos sobre aquello que las dictaduras (y no sólo ellas) pretendían que fuese silencio….Y sí, la hay, según un documento de hace un año atrás, elaborado por el ministerio de Economía nacional.
Argentina se encuentra entre los tres principales oferentes de durazno del hemisferio sur, por lo que ha logrado que sus productos ingresen en los mercados del hemisferio norte en contraestación. El resultado de esta cadena productiva posiciona a nuestro país entre los principales productores a nivel mundial con más de 100 mil toneladas anuales (producción para industria y fresco) y específicamente como sexto productor mundial de duraznos en lata.
La producción argentina de duraznos se reparte en la industria (+60%), el consumo en fresco (+30%) y la exportación en fresco (+1%)…La provincia de Mendoza concentra el 83% de la producción de duraznos del país por sus características climáticas propicias para el cultivo. En aproximadamente 6.000 hectáreas implantadas, se trabaja con árboles de tamaño mediano y longevo. Asimismo, la región Patagónica concentra el cultivo de duraznos, caracterizado por una producción tardía debido a su latitud, en las provincias de Río Negro y Neuquén con 750 hectáreas implantadas.
Frescos a la hora de siesta entre enamorados, por ejemplo; a los postres y que los niños de la casa – ellos, ellas y su compañeros de juegos – los disfruten; para la elaboración repostera, pastelera y heladera; para una infusión al estilo del té gitano, que se prepara con frutas; e infaltable en una ensalada de ellas (las frutas), en la que el durazno se entrona como lo hacían los chinos del pasado legendario: Xi Wangmu era la esposa del Emperador de Jade y aseguraba que comer duraznos nos dotaría de vida eterna.
Dudamos en Tomate de que valga la pena vivir para siempre pero estamos seguros de que el juego entre los dedos de unos priscos veraniegos son transportes hacia una dulce felicidad.
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