¿Qué culpa tiene la banana…?

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Ninguna, la banana ninguna culpa tiene. Sí las corporaciones, en este caso frutícolas; y como siempre, los gobiernos de turno que, en general, poco hacen para ayudarlas, mejor dicho a los campesinos productores, pues siempre cumplen mandatos cuando no órdenes del negocio globalizado.

En Argentina, es la fruta más popular, es decir la de mayor consumo, pero de los doce kilos anuales que se consumen, diez son importados. Así lo afirma Nicolás Parrupato, de la revista Crisis, que en su número 55 (diciembre ’22-febrero ’23) publica un más que ilustrativo Informe sobre la banana en Argentina. Del mismo extraemos algunos de sus párrafos más significativos.

Pintura de Fernando Botero

En Argentina, Formosa y Salta/Jujuy son las regiones subtropicales que hoy abastecen al norte de nuestro país en períodos distintos. Formosa lo hace entre abril y octubre, mientras Salta/Jujuy suministra de agosto a abril.

Desde comienzos del siglo XX ambas regiones tuvieron producción familiar. El auge vino en los años ’70 y primero ’80, cuando algunas experiencias comenzaron a tecnificarse y la superficie destinada a cultivos creció. Para ese entonces unas 15 mil hectáreas abastecían casi el 80 por ciento de la demanda doméstica y el resto se completaba con bananas brasileñas.

Pero de los ’90 a esta parte, la producción nacional no paró de caer. Primero fue el ingreso de banana ecuatoriana (Ecuador es el principal exportador del mundo), y, ya en el XXI, llegaron las bolivianas, las paraguayas y se intensificaron las brasileñas, lo que explica la dinámica declinante del cultivo nacional.

Lo que llamamos banana tiene origen en Asia y su difusión data del tiempo en el que el océano Índico era el centro del mundo. Por entonces, los navegantes árabes le pusieron nombre y la hicieron llegar junto al Islam a África. Y luego al Sur europeo. De Al Andaluz a las islas Canarias. En el siglo XVI llegó a Centroamérica, más precisamente a la isla de Santo Domingo, y de allí se dispersó por el continente.

La producción mundial de banana no para de crecer. De los 26 millones de toneladas que se producían globalmente en los ’60 a los casi 120 millones de 2020, hay una reconfiguración del mercado y un potencial productivo que explica la transformación.

Dice la FAO que menos de un quinto de la producción mundial total de banano se comercializa en el mercado internacional: la mayoría se consume localmente,

Pintura de Paul Gauguin

sobre todo en los grandes países productores, como India, China y Brasil, y en algunos africanos donde bananas y plátanos protagonizan la dieta.

Las potencias exportadoras hoy son latinoamericanas: Ecuador, Guatemala y Costa Rica. Y Filipinas, en Asia. En un principio las grandes bananeras en Latinoamérica fueron la encarnación, casi un cliché, de lo que se entiende por imperialismo.

Hoy, las tres grandes multinacionales del comercio frutal son Chiquita, con tres sedes centrales: Estados Unidos, Suiza, y Costa Rica; Dole (Estados Unidos) y Del Monte Fresh, con sede en las islas Caimán. Las últimas dos tienen producción asociada con bananeros de Ecuador y se vinculan con el mercado argentino operando directamente a veces o comprando y vendiendo a las importadoras.

En Argentina, dos empresas dominan el comercio: Tropical y Argenfruit, que traen el 60 o 70 por ciento de las bananas  que ingresan al país.

Parafraseando a la legendaria canción republicana de la guerra civil española, Qué culpa tiene el tomate…Nosotros, que somos Tomate, nos preguntamos ahora… ¿qué culpa tiene la banana…?

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