Graciano Tango Inmersivo y el tártaro de la media noche

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El tango, quizás la música toda, siempre nos salvará de vivir lo que a Giovanni Drogo le tocó vivir, la angustia del tiempo inmóvil, a la que propio Jorge Luis Borges se refirió en el prólogo a la traducción de la novela El desierto de los tártaros (1940) del italiano Dino Buzzati. Vittorio Gassman nos conmovió con esa historia en su versión cinematográfica de 1976 y hoy llega hasta aquí con éste, vuestro siempre atento Pejerrey Empedernido y vaya a saber uno por qué…Además les cuenta: jamás escribo en esta sección tomatera pero esta vez es una vez especial, así que…continuemos…

Seguro que a mi amigo Ducrot se le ocurre una teoría acerca de ese por qué y quizás haya que prestarle atención. Diría algo así como.

Mire don Peje, pasa que usted anoche vivió el ensueño de la música cuando fue al Centro Cultural de la Cooperación a escuchar la presentación en concierto del disco Tango Inmersivo, del Graciano 4 Cuarteto; porque si Julián Graciano pese a sus ni siquiera 50 años ya va camino a la leyenda, los músicos que lo acompañan también parecen dones de una magia inasible.

Manuel Masetti en la guitarra, Pablo Giordano en el contrabajo, Mateo Gaona en el bandoneón y Julián Graciano – compositor absoluto de un tango revolucionario – en el guitarrón, al estilo de los antiguos cuartetos, tal como los concibiera el mayor de los antiguos maestros, Aníbal Troilo “Pichuco”, cuando con él en el bandoneón, Roberto Grela en la guitarra, Kicho Díaz en el  contrabajo y Edmundo P. Zaldívar en el guitarrón allá por 1952 y durante las representaciones del sainete lírico El Patio de la Morocha le dieron vida al Cuarteto Troilo-Grela

Y es que usted don Peje, en el ocaso del 19 de julio de 2023 vivió la alquimia africana-rioplatense entre tango y jazz del Graciano 4 Cuarteto, y conociéndolo como lo conozco, lo sé incapaz de abjurar de su pasión por las asociaciones; así que le pido, explíquese por favor…..Ved que casi al final del texto tienen como oírlos.

Tiene razón. Sucedió que después del concierto, cierta cadencia nos llevó, y digo nos porque con amores míos fui, hasta uno de los pocos puntos de encuentro en los que la Buenos Aires de hoy puede convertirse en la gracia y en el ser de otros tiempos.

Y ya de medianoche, a cenar marchamos hacia Zum Edelweiss, sobre la calle Libertad 431, entre Corrientes y Lavalle. ¿Único? Quizás sí.

Mis contertulios, también bajo los efectos que provoca lo que ya deberíamos comenzar a llamar experiencia Graciano, disfrutaron con dos platos que hacen a la identidad de ese restaurante que nació cuando nacía el siglo XX y se puede decir que es luz y alma del Teatro Colón, aunque también a la de mismísima cocina cocoliche, que es el nombre que mi amigo le dio hace mucho a la culinaria urbana propia los argentinos, en especial de los porteños. Al lomo al Strogonoff y al filete de pescado salseado a la Edelweiss me refiero.

En tanto, este Peje se concentró en un Steak tartare como hacía mucho que no lo comía, incluso también cocoliche, por eso del carácter tan particular que adquieren las papas fritas cuando bien logradas están con el estilo que sabemos por estas comarcas, con las crudezas de la carne vacuna aderezadas entre picantes y acideces que se cortan con justeza y gloria en el paladar gracias al unte de la yema de huevo; como debe ser…

¿Se entiende entonces el por qué de aquel comienzo con lo del desierto de los tártaros…? ¡A la hora de ciertos textos nada más propio de los de nuestra extraña especie de escribidores que la arbitrariedad…!

Los tres comimos en silencio, como lo exige Salvo Montalbano, el personaje del gran escritor siciliano Andrea Camilleri (1925-2019), atrapados como seguíamos en la experiencia Graciano.

Bendita sea la música…Y si algo le faltaba a Graciano y su banda es haber grabado con la tecnología que le dio título al nuevo disco…

Se trata de una grabación inmersiva, asunto complejo para las pobres entendederas de los Peje, pero sí comprendí que se trata de un trabajo a varios micrófonos, de forma tal que quien escuche el disco pueda sentirse entre los músicos…

Al respecto dicen en el Graciano 4 Cuarteto: Por primera vez en el tango se ha grabado, mezclado y masterizado en sistema Dolby Atmos…El gran ingeniero Fernando Richard es el responsable de este trabajo de producción que se mete en el siglo XXI

¿Y saben qué?

Fueron convocados para los próximos Grammy en la categoría correspondiente, por haber sido la de ellos la primera experiencia de grabación inmersiva en América Latina.

¿Qué más?

Tan sólo ¡salud!

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